_
_
_
_
_
Entrevista:Marta Gili

"La cultura está totalmente enamorada del entretenimiento"

La crítica de arte española Marta Gili ha sido nombrada hace unos días directora del Jeu de Paume de París, la galería nacional de referencia en Francia en lo que se refiere a las artes visuales en todas sus manifestaciones. Después de doce años en la Fundación "la Caixa", dice encontrarse preparada para asumir el reto de un centro de estas características.

"Somos muy ojocéntricos. El Jeu de Paume es uno de los pocos espacios en Europa dedicado a las artes visuales"

Marta Gili (Barcelona, 1957) empezará a trabajar el próximo lunes en su despacho de directora del Jeu de Paume de París, un museo fruto de la fusión de la propia Galerie Nationale, el Centre National de la Photographie y el Patrimoine Photographique, y que desde hace tres años dedica su programación a las artes visuales contemporáneas. Licenciada en Psicología y Ciencias de la Educación, Marta Gili abandonó su cargo de jefa del departamento de Fotografía y Artes Visuales de la Fundación "la Caixa" el pasado mes de marzo, tras 15 años vinculada a la institución barcelonesa, primero como directora de programación de la sala Arcs y después como comisaria de una cincuentena de exposiciones, algunas antológicas, como las de Richard Avedon, Cartier-Bresson o Diane Arbus. El Jeu de Paume, muy próximo a los jardines de las Tullerías, fue desde su apertura, en 1909, el gran museo del impresionismo y posimpresionismo francés, antes de que sus colecciones pasaran a ocupar los espacios del Museo d'Orsay renovados por Gae Aulenti a partir de la antigua estación de tren. Su última fase de rehabilitación coincidió con la era Mitterrand: en 1991 se renovó el centro, que dirigió Alfred Pacquement, hoy responsable del Pompidou, y más tarde Daniel Abadie y Régis Durant, que ahora se jubila.

PREGUNTA. ¿Son muy diferentes las dinámicas de trabajo de la Fundación "la Caixa" y el Jeu de Paume?

RESPUESTA. No es lo mismo trabajar en una estructura cuyo objetivo no es estrictamente cultural o artístico que hacerlo en otra cuyo fin es la promoción, difusión, y conocimiento en torno a las artes visuales. Hasta ahora, "la Caixa" ha sido mi eje vertebrador, es el sitio donde he crecido como profesional, donde he aprendido a manejarme y a encontrar consenso. El formar parte de ese engranaje y que cada pieza funcione es muy importante, en general, en la vida. En "la Caixa" he podido hacer con ilusión los proyectos en los que me he sentido más representada, y otros en los que no me he sentido tanto pero que tenía que hacerlos por una cuestión puramente institucional. La diferencia ahora es que en el Jeu de Paume, aun consciente de las implicaciones políticas que pueda haber, seré totalmente autónoma en la toma de decisiones. Las 50 personas que estarán a mi cargo provienen de tres ámbitos distintos, la mayoría son funcionarios del Estado, tienen sindicatos y su propia manera de organizarse. Me temo que en este aspecto la agilidad no será la misma.

P. Después de diez años en la fundación, abrió un paréntesis para dirigir el festival de la imagen Le Printemps de Toulouse. ¿Hasta qué punto aquella experiencia le influyó en su vuelta y posterior salida de "la Caixa"?

R. En 2001 empecé a vislumbrar la posibilidad de aplicar todo lo que había aprendido en "la Caixa" a un ámbito que era totalmente distinto, como es la ciudad. En Toulouse aprendí, por ejemplo, que las instituciones son tan cerradas que a veces todas las cosas suceden y se quedan dentro. En un festival tienes muchos elementos dentro de la colectividad que te alimentan e influyen, hasta tal punto que volví a Barcelona con más energía para poder aplicar todo aquello. Mis últimos tres años en la fundación fueron muy reveladores para entender de qué forma estamos utilizando la cultura, cómo las corporaciones la usan de una manera, los ayuntamientos de otra...

P. ¿Y cómo la usan las corporaciones?

R. Es un fenómeno global, la cultura forma parte del paisaje mediático, flirtea con el entretenimiento, por no decir que está totalmente enamorada de él. Coquetea con ese concepto totalizador de la economía y del pensamiento que acaba por uniformar a la gente. Esto nos convierte en susceptibles de adquirir productos, somos objetos de mercado. Las instituciones necesitan el dinero privado y éste a su vez exige ciertas compensaciones. Una de las premisas, cuando tuve la entrevista con el presidente del Jeu de Paume, fue, "queremos más público". Y lo entiendo, se pretende que ese dinero público llegue al mayor número de personas. Las dictaduras de las audiencias no son otra cosa que intentar captar clientes, sea para una corporación como Coca-Cola o Telefónica. Pero esto no estaría mal si realmente se diera libertad a la gente que está "pensando" la cultura, abriendo nuevas vías de conocimiento, aportando actividades que promuevan el juicio crítico. El gesto de sacar la cultura a la calle puede ser también retórico. Estas grandes manifestaciones, las bienales, muchas veces no funcionan si no hay un trabajo intelectual detrás.

P. ¿Encuentra resistencia a la bienalización entre sus colegas?

R. Claro, no soy tan pesimista. Cada vez es más complicado trabajar en grandes instituciones. En general, la mayoría se mueve con el espíritu de los tiempos, y éste nos dice que el arte contemporáneo no se entiende. Que dejemos, como ha dicho la señora ministra de Cultura, el arte contemporáneo a las galerías, "ellas ya se espabilan, ellas ya venden". Que dediquemos nuestros museos a los grandes maestros, que los convirtamos en lugares de entretenimiento, a donde uno va a ver algo que ya sabe. De hecho es un viaje curricular, una estrategia que se utiliza en las series de televisión, es el decir "esto ya me suena, esto ya sé de qué va". Desde el momento que tú sabes de qué va -y tampoco es cierto que lo sepas, porque no quiere decir que no se pueda descubrir de nuevo a Henry Moore o a Picasso- te sientes bien posicionado, y eso te da confianza. ¿Y cuál es la premisa principal para tener un cliente? La confianza. Cada vez somos menos ciudadanos y más clientes.

P. El pasado mes de junio usted presentó su proyecto para el concurso internacional convocado por el Jeu de Paume. Fue escogido por una docena de representantes del ámbito cultural francés. Lo que en Francia parece muy natural, aquí no lo es tanto. El último caso de arbitrariedad se dio en el Museo Picasso de Barcelona.

R. El Jeu de Paume tiene un consejo de administración formado por una docena de personas. Es el procedimiento legal. Con estos consejos se evita que haya nombramientos a dedo. Pero a veces, hecha la ley, hecha la trampa. Sé que en algunos casos se buscan los dos perfiles, el conocedor y el gestor. En mi caso han optado por la elección de la persona conocedora, creativa. Prefiero trabajar con un buen gestor que se encargue del personal y yo dedicarme a una programación de calidad. Es peligroso cómo el "modelo corporación" se está aplicando al modelo museal, esto hace que los museos dependan cada vez más del dinero privado. Se puede ver en las exposiciones mediáticas, la que exhibe ahora el Jeu de Paume, de Cindy Sherman, tiene muchos patrocinadores. Pero si haces una exposición de un movimiento oculto de la historia del arte o de un autor desconocido, nadie pone dinero.

P. ¿Cuál es su proyecto de museo?

R. Hacer exposiciones que se alimenten las unas a las otras, crear narraciones paralelas, diagonales, transversales. Hoy, la imagen es el paisaje donde nos movemos. Y la función de un museo es intentar desactivar todo lo que conocemos de una imagen para articularla de otra manera. Eso no significa que no podamos hacer exposiciones de los grandes fotógrafos, de Walker Evans o Diane Arbus, pero hemos de saber mostrar otras historias. Sabemos muy poco de la fotografía checa, de la húngara, incluso de la española, pero estos países tenían la cámara desde 1839. Hay muchos paralelismos entre España y los países del Este. En los dos casos no ha habido coleccionismo. Mi idea es mostrar colecciones, autores o criterios que normalmente no son visibles dentro de la historia de la fotografía, y hacer que conservadores jóvenes trabajen la historia y otras formas de mirar. Somos muy ojocéntricos. El Jeu de Paume es uno de los pocos espacios en Europa dedicado a las artes visuales. En Francia, a la fotografía se la considera un patrimonio, como a la Ilustración y la Revolución.

La directora del Jeu de Paume, Marta Gili.
La directora del Jeu de Paume, Marta Gili.TEJEDERAS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_