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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bacalao y estofados a la vieja usanza

JOTA CINCO, aires mesoneros y materias primas de calidad en Madrid

José Carlos Capel

Tras un rápido vistazo a sus trasnochados comedores, la pregunta resulta inevitable: ¿cuáles son los méritos de este restaurante con más de un cuarto de siglo a sus espaldas, una barra vetusta a la entrada, un mobiliario caduco y centenares de fotografías del mundo taurino colgando de las paredes? Lo que tradicionalmente ha caracterizado a Jota Cinco, que mantiene su aire de mesón trasañejo, ha sido la calidad de las materias primas. Embutidos y chacinas de Joselito, y pescados y carnes nobles han presidido una carta convencional salpicada de platos burgueses que en algunos casos tendían a pecar de pretenciosos.

Con el paso del tiempo, el local, amplio y repleto de recovecos, se mantiene firme en la selección de los productos: mantequilla Echiré y aceite Marqués de Griñón en las mesas; conservas de pescados y mariscos de Ramón Peña, en la carta, además de un largo etcétera.

JOTA CINCO

Alcalá, 423. Madrid. Teléfono 917 42 93 85. No cierra. Entre 50 y 60 euros. Pimientos del piquillo rellenos de chipirones, 16,50 euros. Plato degustación de bacalaos, 22,50 euros. Guiso de callos, morros y manitas, 18,90 euros. Tarta fina de manzana con helado de pan, 7,00 euros.

Pan ... 5,5

Café ... 6

Bodega ... 7

Ambiente ... 4

Servicio ... 5

Aseos ... 5

En su última etapa, las novedades han llegado de la mano de Luis Bombín, un especialista en el tratamiento del bacalao a la vieja usanza vasca, que ya dejó constancia de sus habilidades en otros restaurantes madrileños como Dantzari y Pil-Pil, y que también domina los guisos y estofados tradicionales. Nada de creatividad ni de modernidades esporádicas. La cocina de Bombín es sabrosa pero plana, con los aliños justos y sin concesiones a la estética ni a los aderezos en boga. Con el plato degustación de tres bacalaos (pil-pil, vizcaína y club Ranero), el comensal rememora la esencia de los viejos restaurantes bilbaínos. En otras recetas basadas en el mismo pescado, los resultados varían. Convencen las croquetas, pero no están a la altura esperable ni el bacalao dorado portugués ni tampoco la tortilla.

Para empezar, tal vez unas almejas en salsa verde; verduras a la plancha con jamón de pato, o un chicharro en escabeche que mejoraría con un vinagre más añejo. Y entre los segundos, las cosas de siempre: unos bocaditos de merluza delicados, que se acompañan de unos chipirones en tinta completamente insulsos; una aceptable carrillada de ternera, o el típico guiso de callos, morros y manitas, que no se aparta de la línea.

Entre los clásicos de la casa, steak tartar; hígado de oca fresco a las uvas, o solomillo con foie-gras a la salsa de trufas. Un viaje gastronómico en el tiempo que en algunos casos tiende a ser reconfortante.

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Comedor del restaurante Jota Cinco, en Madrid. Abajo, degustación de tres bacalaos (pil-pil, vizcaína y club Ranero).
Comedor del restaurante Jota Cinco, en Madrid. Abajo, degustación de tres bacalaos (pil-pil, vizcaína y club Ranero).SANTI BURGOS

HELADO DE PAN DE CENTENO

DE LAS AMBICIONES gastronómicas de Jota Cinco, restaurante de precios elevados, habla su selección de vinos dulces para los postres, así como la relación de cafés e infusiones, además de una amplia selección de whiskys, brandies y aguardientes, incluidos vodkas, armagnacs y calvados. Aunque el apartado goloso no sea especialmente reseñable, cuenta con algunas especialidades aceptables, como la tarta fina de manzana con helado de pan de centeno, y el propio surtido de helados (arroz con leche, canela, queso fresco). Tan encomiable como insólito es que entre los entrantes para compartir figure una selección de latas de pescados y mariscos de alta gama (mejillones, berberechos, navajas y sardinillas), junto a las anchoas en aceite de oliva. Conservas que se muestran al cliente y se vuelcan, tal cual, en los platos. Donde la casa corrobora sus inquietudes es en la selección de vinos, que cuenta con un volumen de marcas importante. Vinos de Jerez y vinos blancos y tintos españoles, franceses, italianos y húngaros, que se clasifican principalmente con arreglo a los varietales con los que están elaborados.A la entrada del local se extiende una barra convencional con un sinfín de especialidades. Un lugar interesante para tapear o comer de manera informal. En la minicarta, chacinas ibéricas de Joselito, una selección de quesos, salazones (mojama y huevas) y las mismas latas gourmet del restaurante. Aparte, recetas de cocina entresacadas de la carta principal, entre las que sobresalen la degustación de bacalaos, croquetas, terrina de foie-gras y rabo estofado.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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