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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cuatro mesas deliciosas

SKINA, cocina creativa y vistosa en Marbella con el 'chef' Jacobo Vázquez

José Carlos Capel

Con toda probabilidad, Skina es el restaurante de cocina creativa más pequeño de Europa. En su interior, tan sólo cuatro mesas donde se acomodan, como máximo, una docena de comensales. Fuera, en la callejuela que hace esquina dentro del casco antiguo de Marbella, otras dos mesitas que actúan de complemento. ¿Puede resultar rentable un restaurante minúsculo, de precios razonables, que sólo abre por las noches y cierra domingos y festivos? La gestión corre a cargo de dos jóvenes: su propietario, Marcos Granda, y el cocinero, Jacobo Vázquez, uno de los mejores profesionales surgidos de la escuela de La Cónsula (en Málaga), experto de 32 años que llega a este local después de haber alcanzado cierta notoriedad durante el tiempo que permaneció en el restaurante Ruperto de Nola, también en Marbella.

SKINA

Calle del Aduar, 12. Marbella (Málaga). Teléfono 952 76 52 77 y 662 07 07 62. Cierra los domingos. Menú, 45 euros. Precio medio, entre 50 y 55 euros. Gambas al ajillo, 14,90 euros. Salmonetes con pisto, 21,90 euros. Cochinillo crujiente con mandarina, 25,50 euros. Chocolate con crema de menta, 5,90 euros.

Pan ... 6,5

Café ... 7,5

Bodega ... 6

Aseos ... 5

Ambiente ... 8

Servicio ... 8

Raíces andaluzas

Lo que se encuentra en sus mesas es una cocina moderna, ligera, vistosa, cromática, imaginativa y, al mismo tiempo, apacible. Platos moderadamente atrevidos, plagados de raíces andaluzas, perfectamente al día en las corrientes de moda (jugos concentrados, aires, espumas, estética minimalista), que se elaboran con buenos productos y poseen una chispa innegable.

No es extraño que muchos días doble sus mesas y sea necesario contar con reserva. Su carta, tan escueta como el propio restaurante, se circunscribe a un puñado de entrantes, cuatro pescados y otras tantas carnes.

Para empezar, un delicado chupito de calabacín y un vasito de patatas chips recién fritas. Luego, un guiso de patatas con pulpo y coquinas al azafrán más que correcto de punto. A veces, cuando Vázquez asume riesgos, los resultados fluctúan. Triunfa con su peculiar versión de las gambas al ajillo, plato delicado donde los crustáceos se sirven cubiertos de un liviano aire de ajo, aceite y guindilla. En cambio, desilusiona con el milhojas de foie-gras y pulpo, conjunto al que la insipidez del cefalópodo no aporta nada. Otro entrante sensato son las vieiras a la plancha con consomé a la vainilla.

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Entre las virtudes de Vázquez figuran el control que logra de los puntos de cocción y el acierto con que finaliza los jugos, caldos y cremas. Resulta muy fino el tataki de atún sobre gazpacho de fresas; armoniosos los salmonetes sobre alboronía (pisto), y espectacular el pichón de Bresse (madurado en cámara tres semanas) sobre un fondo de trigo guisado.

El comedor de Skina, en Marbella, cuenta únicamente con cuatro mesas.
El comedor de Skina, en Marbella, cuenta únicamente con cuatro mesas.JULIÁN ROJAS

CUATRO POSTRES DE TEMPORADA

A PESAR de sus reducidas dimensiones, Skina resulta un restaurante acogedor de estética contemporánea que demuestra buen gusto para los detalles, sensibilidad en la vajilla y la cristalería, y manejo en el servicio de mesas.Aunque la lista de vinos es escueta, aparenta más de lo que almacena gracias al oficio de Marcos Granda, que aconseja, persuade con razonamientos lógicos y sabe vender las botellas adecuadas para cada plato. En la relación figuran marcas escogidas de manera muy personal, vinos de denominaciones infrecuentes (Montsant y Manchuela) y algunos otros desperdigados oriundos de Francia o Chile. Grandes champañas y una relación de vinos por copas para acompañar los postres: moscatel de Ochoa, Pedro Ximénez de Bodegas López Hermanos, tinto dulce deCasa de la Ermita, y Noé de González Byass.Igual que el resto de la carta, la oferta golosa se circunscribe a cuatro especialidades que rotan por temporadas. Entre las más clásicas de Vázquez, las fresas con un yogur griego que se elabora en la casa, así como el chocolate blanco granizado con especias y sandía. Y entre los novedosos, la torrija con yogur, queso azul y jugo de manzana, además del chocolate con helado de pera y jugo de menta. Composiciones golosas que cumplen con dignidad y se mantienen a la altura del resto.Otra alternativa interesante pasa por apuntarse al menú degustación (cuesta 45 euros), que incluye dos aperitivos, dos entrantes, dos segundos y un postre. Por si no fuera suficiente, el pan denota inquietudesy el café es notable.Desmerecen los aseos, que no están a la altura que sería deseable.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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