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Miles de jóvenes salen a la calle para exigir una vivienda digna

Los manifestantes protestaron contra las Administraciones y grupos empresariales

Lluís Pellicer

Miles de personas, unas 5.000 según la Guardia Urbana y 15.000 de acuerdo con los organizadores, se manifestaron ayer por el centro de Barcelona para denunciar la escalada del precio de los pisos y exigir a las Administraciones que defiendan el derecho constitucional a una vivienda digna. Durante la marcha, que discurrió en un ambiente festivo y reivindicativo, los manifestantes protestaron delante de grupos inmobiliarios, entidades bancarias e instituciones.

Mileuristas, inmigrantes y okupas fueron algunos de los que ayer decidieron salir a la calle en la que hasta ahora ha sido la mayor manifestación convocada por el reciente movimiento social que exige una vivienda digna para todos los ciudadanos. Bajo el lema No vas tener una casa en tu puta vida, la marcha arrancó desde la plaza de Catalunya y recorrió la Ronda de la Universitat y las calles de Pelai y Fontanella hasta la Via Laietana. Cuando llegó a la altura de la avenida de la Catedral, los portavoces de la protesta miraron atrás asombrados por las miles de personas que habían acudido a la marcha, puesto que hasta ayer sólo habían logrado movilizar a cerca de un millar de personas en julio.

"El movimiento se está consolidando. Empezó con concentraciones que se organizaban por Internet. La gente se conocía, intercambiaba correos electrónicos y así se formó la Asamblea Popular por la Vivienda Digna de Barcelona", explicó una de las portavoces de la marcha, Ada Colau.

Los manifestantes desfilaron al ritmo de conocidas canciones como Our house house, in the middle of our street y con ingeniosas pancartas que rezaban lemas como Cambio riñón izquierdo por ático derecha, Amnistía hipotecaria o Toda España es Marbella. Muchos vestían camisetas amarillas con frases contra los principales grupos de intermediación inmobiliaria, mientras que otros se disfrazaron con trajes para parodiar a los empresarios.

Los participantes de la marcha pincharon globos amarillos para dar a entender que quieren reventar la burbuja inmobiliaria, bajaron un ladrillo de cartón de un piso para simbolizar el deseo de que caiga el precio de la vivienda y rompieron decenas de catálogos de promotoras y franquicias inmobiliarias delante de la Cámara de la Propiedad Urbana. Fueron hasta la plaza de Sant Jaume y luego regresaron a la de Catalunya, donde por la noche debían acampar.

Entre los asistentes, multitud de historias. Desde personas desahuciadas hasta treintañeros ahogados por la hipoteca. Joan Fumador, por ejemplo, no salía a la calle desde la huelga de tranvías de 1951. Tiene 73 años y él y su mujer han acudido a los tribunales porque deben abandonar el piso en el que han vivido durante 50 años. "El alquiler estaba a nombre de mi suegra, que ha fallecido, y no nos lo quieren pasar a nosotros", explicó Fumador. Sus hijos le han ofrecido su casa, pero afirma que no quiere dejar lo que toda su vida ha sido su "hogar".

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Marta Muñoz, de 31 años, aseguró que su única opción para disponer de un piso es una hipoteca a 50 años. "Mi sueldo no alcanza los 1.000 euros, pago 400 euros por una habitación en un piso que compartimos cuatro amigas y casi no puedo pensar en independizarme", se quejó. En cambio, Lluís Ramoneda puede sobrellevar su hipoteca, que le come el 30% de su salario. Aun así, participó en la manifestación porque "es un problema grave que afecta a todos". "La única solución es una amnistía hipotecaria, que al menos condonen los intereses bancarios para las primeras viviendas. Y está claro, obligar a alquilar los pisos vacíos. La vivienda no puede servir para especular", remachó.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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