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El futuro de Cataluña

Mas propone una ley electoral que premie al ganador de las elecciones

"Cuando ganas no puedes hacer autocrítica", sostiene Artur Mas

Artur Mas cree que ningún partido político ni el propio sistema electoral le ha dado una oportunidad para formar gobierno en Cataluña pese a haber ganado las elecciones. "Hay que hacer algo para que esto no vuelva a suceder", proclamó ayer tras el consejo nacional de Convergència Democràtica (CDC). La particular solución nacionalista, que Mas no precisó, consistiría en aprobar una ley electoral que premiase al partido vencedor en las urnas.

Convergència reunió ayer en Bellaterra a sus cuadros dirigentes en el primer consejo nacional tras los comicios del 1-N. Y pese a que los resultados no colmaron sus expectativas (Mas no logró romper la suma del tripartito y de nuevo se sentará en los escaños de la oposición), los nacionalistas formaron piña en torno a su líder, a quien consideran una víctima de las malas artes de la izquierda. "Hemos ganado y no se nos permite gobernar", se oyó decir una y otra vez a la veintena de cuadros del partido -de un total de 400- que intervinieron en la reunión.

Pocos fueron los que se atrevieron a criticar la campaña electoral, y muchos menos la estrategia política de la formación. Las intervenciones sonaron a simples reflexiones, más dirigidas contra el tripartito que a su propia formación. "No nos quieren", fue la conclusión que sacaron los presentes. Pero nadie se preguntó el porqué. Y por lo manifestado posteriormente por Mas, Convergència no tiene intención de hacerlo. "La mejor autocrítica es aceptar lo que ha sucedido. Y cuando ganas no puedes hacer autocrítica", manifestó.

Los convergentes estuvieron ayer a años luz de sus socios democristianos, quienes en su primera ejecutiva tras el 1-N, lejos de lamerse las heridas, decidieron pasar a la acción: emprenderán una campaña de reuniones públicas por toda Cataluña para tomar el pulso a la ciudadanía, reclamaron a Mas un poco de "humildad" y le emplazaron a mejorar las relaciones con el resto de los partidos, muy deterioradas tras la combativa campaña de CiU.

A pesar de las inocuas críticas, Mas pasó de puntillas cuando en la conferencia de prensa se le preguntó al respecto. Sólo sacó a colación la intervención que quizá resultó más mordaz. Fue la de Joan Fonollosa, quien afirmó que el ganador de las elecciones no es quien saca mejores resultados sino el que logra gobernar, y reclamó a Artur Mas que se abstenga de repetir como cantinela durante toda la legislatura que CiU ganó los comicios.

El comentario le vino al líder de CiU como anillo al dedo. A partir de ahí empezó a lanzar andanadas contra el tripartito y anunció que, guste o no guste, insistirá en que CiU es la formación mayoritaria en la Cámara y se le ha impedido gobernar.

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Comedia formal

¿Por qué se ha dado esta situación? En opinión de Artur Mas, las tres formaciones de izquierda -el PSC, ERC e ICV- "han hecho un mal uso de las normas democráticas". Pero las normas las marcan la Constitución y el Estatuto, y determinan que gobierna el partido que logra más apoyos parlamentarios, se le recordó. "Mire, todo esto es una comedia formal. El lunes el presidente del Parlament me llamará a mí primero porque soy el que ganó las elecciones y me pedirá que forme Gobierno, cuando todo el mundo sabe que gobernará el tripartito, porque ya lo tenían hecho antes de anunciarlo. Esto debilita y merma la credibilidad democrática", respondió. No obstante, precisó que nunca ha cuestionado "la legitimidad" de los resultados ni ha incitado a realizar manifestaciones.

Mas cree que a CiU, como "legítima ganadora", se le debía dejar formar Gobierno. O al menos intentarlo. "Nosotros tendimos la mano a los socialistas y a Esquerra, y la rechazaron de una forma grosera, poco democrática y poco gratificante", señaló. Situación inusual, comentó, en la mayoría de los países de Europa y en Cataluña en los primeros años de democracia. De este modo, recordó que CiU, con 43 diputados, 10 más que el PSC, gobernó en 1980. "Entonces la democracia era más fuerte y más limpia", se lamentó.

Para que todo vuelva a ser como en la década de los ochenta, cuando, como ahora, Cataluña tampoco disponía de una ley electoral propia, el líder nacionalista reclamó "buenos usos democráticos" al resto de las formaciones políticas. Pero visto el resultado, en opinión de Mas, sólo queda cambiar las reglas del juego y elaborar una ley electoral que premie al partido que ha obtenido mayor número de diputados.

A pesar de tan solemne anuncio, Mas no pudo concretarlo. Apenas dos o tres apuntes genéricos; por ejemplo, se refirió a la necesidad de un reparto "equilibrado" en la elección de diputados por el territorio e, incluso, a la posibilidad de que el ganador presente ante el Parlament su programa de gobierno para la legislatura.

Montilla y el Estatuto

El objetivo de los convergentes es impedir ser arrastrados otra vez a la oposición, porque si gobierna el "perdedor sólo se consigue lo que ahora el tripartito, un Gobierno débil con un liderazgo débil", agregó. Debilidades que, a su juicio, impedirán al tripartito desplegar el Estatuto y negociar con el Gobierno central "de tú a tú". "Montilla nunca creyó en el Estatuto porque intentó obstaculizarlo tras aprobarse en el Parlament", denunció.

Aun desde la oposición, Artur Mas proclamó que CiU seguirá "al pie del cañón" porque tiene "la confianza mayoritaria de la gente y la autoridad política y moral para liderar Cataluña". "Ni Esquerra ni nadie conseguirá intimidarnos", proclamó.

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