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Reportaje:

Andreas Scholl, en brazos de Senesino

El contratenor alemán recrea en el Teatro Real los pasos del castrado Francesco Bernardi

Es tiempo de contratenores. Se mire por donde se mire, van ganado terreno día a día a pasos agigantados. Prueba de ello es, sin ir más lejos, que su superstar Andreas Scholl se presenta esta tarde en el Teatro Real de Madrid inaugurando el II Ciclo de Grandes Voces, tendiendo un puente entre los Flórez, Bartoli o Villazón de la primera edición o los Domingo, Borodina o Georghiu de la actual. El teatro de la Zarzuela se les ha quedado pequeño. En él han participado algunas de sus figuras como David Daniels, Bejun Mehta o el propio Andreas Scholl en los últimos ciclos de Lied, con canciones barrocas e incluso alguno atreviéndose con Schubert. En el programa del Real, el repertorio es totalmente barroco y sigue en lo vocal los pasos del castrado Senesino, una de las grandes estrellas en su especialidad de la primera mitad del XVIII.

"La del contratenor no fue una voz especialmente apreciada en el Barroco, porque la tiranía -o quizás la fascinación- por los castrados era mucho más importante. Así que el contratenor no tuvo un espacio de desarrollo, y si lo tuvo en algún momento fue quizás como sustituto de algún tipo de enfermedad vocal de los castrados, sobre todo los castrados alto como podían ser Senesino y otros". Quien se ha manifestado de esta manera es Carlos Mena, cabeza de serie actual de los contratenores españoles. Mucho han cambiado las cosas en este aspecto. Hoy los contratenores ven a los castrados casi como un punto de referencia o en todo caso como una ensoñación a revivir. Para una puesta de largo más brillante e historicista del contratenor alemán Andreas Scholl en el Real, cuenta con la colaboración de la estupenda Academia Bizantina dirigida por Ottavio Dantone. El rigor filológico y la calidad musical están garantizados.

El castrado de Haendel

Senesino nació y murió en Siena, y del lugar le viene el sobrenombre. Su nombre verdadero era Francesco Bernardi. En Dresde, Florencia y, sobre todo, en Londres impuso su magisterio y su magnetismo. Haendel compuso 17 roles para él. Un día de 1734, el castrado contralto Senesino invitó a su gran rival, el castrado soprano Farinelli, a su teatro londinense para intervenir en Artaserse, de Hasse. Era la primera vez que cantaban juntos los dos monstruos de la ornamentación vocal. La actuación de Farinelli fue, según cuentan las crónicas de época, tan sobrecogedora que, rompiendo todas las convenciones, Senesino se echó en sus brazos en plena representación.

En brazos de Senesino se va a echar esta tarde el contratenor Andreas Sholl. Cantará varios temas de Haendel, extraídos de óperas como Rodelinda, Flavio, Rinaldo o Julio César, a los que añadirá alguna cosilla virtuosa de Nicola Porpora, Antonio Lotti o Tomasso Albinoni. Y mientras repone fuerzas, entre aria y aria, la Academia Bizantina tocará algún concierto de cuerda de Vivaldi o Geminiani, para que la atmósfera no decaiga. Toda una gran fiesta barroca en perspectiva la de esta tarde en el Real. Alejo Carpentier habría estado feliz hoy en Madrid.

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