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Reportaje:

El Auditorio ya no será tanatorio

La nueva directora de la sala aprovechará una reforma para abrir una tienda y un restaurante y programar otros géneros aparte del clásico

Jesús Ruiz Mantilla

Los programadores de ciclos madrileños lo llamaban con toda crudeza y sin falta de razón "el tanatorio". La rigidez de horarios, la falta de flexibilidad, la ausencia de criterios de calidad y de políticas que fomentaran la presencia de público joven en las salas habían convertido al Auditorio Nacional de Música, dependiente del Ministerio de Cultura, en un caserón obsoleto y decadente que necesitaba una urgente reforma.

La tendrá. Primero física, con unas obras que lo adecuarán a la normativa europea de seguridad y que se llevarán a cabo entre julio de 2007 y febrero de 2008 y, en segundo lugar, de estrategia, con cambios que afectarán a la calidad de la programación. Además, se abrirá el abanico de la oferta clásica a otros géneros como el jazz y el flamenco.

Aquello parecía imposible con su antigua directora, Isabel Vázquez, que gobernaba desde la apertura del centro, en 1982, con mano de hierro y una severidad a veces hiriente hacia algunos artistas que, como el pianista Krystian Zimerman, prometieron no volver hasta que no se le dieran más facilidades. Pero una carta de dos programadores, Alfonso Aijón, de Ibermúsica, e Isabel Falabella, de Juventudes Musicales, en la que exponían una queja al director del Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música (Inaem), José Antonio Campos, por algunos excesos de la antigua directora con sus músicos, hizo que éste la destituyera el mes pasado y nombrara en su puesto a Cristina Thomas.

Para algunos programadores, hubiera sido preferible, ya que se hacía el cambio, optar por un responsable con perfil de director artístico en vez de alguien que viene del cuerpo de funcionarios. Pero la mayoría no quiere desaprovechar la oportunidad de reforma y apertura que les ha brindado la nueva responsable. "Por poco que haga ya se va a notar una gran diferencia", asegura Alfonso Aijón, cuyo ciclo de Ibermúsica cuenta con 4.400 abonados en dos series.

Falabella también está encantada con el cambio y le ha prestado su colaboración en todo lo que pueda. Thomas, que se reunirá con los programadores para aplicar cambios radicales cuanto antes, está satisfecha de la acogida. La nueva directora del Auditorio Nacional presentó ayer en el ministerio un plan estratégico que contempla reformas muy amplias para colocar al centro en la órbita de los mejores de Europa.

Aprovecharán el cierre previsto entre julio de 2007 y febrero de 2008 para las obras de reforma. Además, modernizarán las instalaciones y abrirán un restaurante y una tienda que hagan en el futuro más apetecible acercarse a las salas de la calle de Príncipe de Vergara. Según Campos y la propia Cristina Thomas, el objetivo de la nueva etapa es que prime la calidad en la programación, dicen, "frente al concepto de contenedor de conciertos actual. Que sea un centro de difusión de la cultura en el sentido más amplio de la palabra".

Referencia

Aijón y Falabella están de acuerdo. La saturación de conciertos por una excesiva obsesión en alquilar a cualquier precio no debe ir en detrimento de la calidad. En resumen: no todos los conciertos son válidos para alcanzar un nivel de referencia que se pretende. En la presente temporada hay previstos 397, la mayoría, 286, en la sala Sinfónica. "A lo mejor no hay que programar tantos", aseguran los propios responsables de los ciclos, "y sí algunos menos pero que todos sean buenos", añaden.

Eso afectaría a los horarios también. En lugar de hacer dos, a las 19.30 y a las 22.30, una hora en la que no se escuchan conciertos en el resto de Europa, se puede hacer uno a las 20.00, un horario menos apretado para una ciudad como Madrid. Cristina Thomas está dispuesta a discutirlo con las 13 entidades que habitualmente alquilan las salas.

Hay otras cosas, como la flexibilidad. "No hará falta ni discutir que las salas están a disposición de los artistas y que estos serán tratados de manera delicadísima porque son los que hacen que esto funcione y porque nos merecen el máximo respeto", afirma Thomas. Eso debía ir ya incluido en el precio de las salas: 11.007,24 euros por un concierto en la sinfónica para las entidades privadas con una oferta de 7.851 si se programan más de 10. Las universidades pagan 5.503,61; las que no tienen fines de lucro, 7.705,08, y los casos especiales, alrededor de 4.000.

En el plan estratégico también están previstos otros cambios. "Aprovecharemos para dotarlo de nuevas tecnologías y aspectos que hagan al público más fácil el seguimiento de ciertas piezas, como los subtítulos y también una nueva campaña de imagen", asegura Campos. Con eso último, ante todo, pretenden acercar al público joven, cada vez más alejado las salas de música.

En la senda de Roma o Londres

Los modelos que más tientan a los responsables del Ministerio de Cultura y a los programadores sobre lo que debe ser la nueva etapa del Auditorio Nacional, miran hacia ciudades como Roma o Londres. En la capital italiana, acudir a las nuevas salas de Renzo Piano, con sus restaurantes, bares, tiendas y sus espectáculos al aire libre llenos de público joven, da gusto. Lo mismo ocurre con centros como el Barbican y el Royal Albert Hall en Londres, que contagian una energía envidiable y alejada de la elevadísima edad de los abonados medios en Madrid.

Esa falta de interés de los jóvenes hacia lo que ocurre en el Auditorio es una preocupación prioritaria para todos los implicados en la nueva etapa. Cristina Thomas, nueva directora del Auditorio, ya se ha puesto en contacto con otros centros musicales, como el Teatro Real, para hacer iniciativas conjuntas que enganchen a nuevos públicos. "La organización de ciclos de otras músicas puede ser una manera de atraer esos espectadores", afirma Thomas. Para eso también cuenta con la complicidad de los responsables de la Orquesta Nacional de España, que tiene sede fija en el Auditorio Nacional.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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