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Reportaje:MUNDIAL DE F-1 | Gran Premio de Abu Dabi

Aliado o verdugo

Hamilton, ajustado al fin el alerón trasero de su bólido, decisivo en el pulso final

Oriol Puigdemont

Viernes 8 de octubre en el circuito de Suzuka. Diez y veinte de la mañana. Lewis Hamilton, al volante de su McLaren MP4/25, ha completado nueve vueltas. En la décima entra un poco largo en la primera curva de la zona más revirada del circuito japonés, empotra su monoplaza contra las vallas y lo hace picadillo. Saltan las alarmas en el taller del equipo: el alerón trasero era una pieza nueva y no hay recambios.

Dos horas después, un operario de McLaren sale en taxi del Technology Centre, el cuartel general que la escudería británica posee en Woking, a las afueras de Londres, en dirección al aeropuerto de Heathrow y se mete en un avión que despega de allí a las siete de la mañana y aterriza en Nagoya 12 horas después, a las dos de la madrugada en Japón. La fibra viaja en business; el hombre que la custodia, en turista. Ambos llegan a Suzuka alrededor de las cinco de la mañana y cuatro horas más tarde el ala ya está colocada en la parte trasera del coche de Hamilton, que podría probarla si no fuera porque una descomunal tromba de agua ha dejado el trazado como una charca.

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Desde aquel gran premio (10 de octubre) ha pasado un mes, justo el tiempo que ha necesitado McLaren para calibrar correctamente esa pieza que ayer, ya en Abu Dabi, funcionó de maravilla y dio un empujón al británico, autor del mejor registro. "Estoy muy contento. Nos ha llevado mucho tiempo desarrollar el alerón que incorporamos en Suzuka", reconoció el de Tewin. "Sabíamos que tenía mucho potencial y se ha demostrado que va bien. Eso supone un gran paso adelante para nosotros", añadió con una sonrisa.

A la espera de ver qué depara la sesión de clasificación de hoy (14.00, La Sexta y Autonómicas), esta intromisión de última hora agita un poco más el panorama, ya caldeado de por sí, entre Fernando Alonso, Mark Webber y Sebastian Vettel.

En función de su posición en la parrilla y de su rendimiento en la carrera, Hamilton puede convertirse en un aliado o en un verdugo tanto para Red Bull como para Ferrari. Si es suficientemente rápido para situarse delante de los bólidos de la bebida energética y ganar la carrera (es la única opción que le daría posibilidades de ser campeón), las bazas de Alonso crecieran de forma exponencial. Si por el contrario circulara en tierra de nadie, por detrás de los Red Bull, pero por delante de él, complicaría la vida al español. En este punto es importante destacar que Hamilton ya logró la pole aquí el año pasado y que lideró la carrera hasta que su coche se quedó sin frenos. Además, no gana desde agosto (Bélgica).

Pase lo que pase, lo cierto es que McLaren ha completado una segunda mitad de temporada muy por debajo de lo que cabe esperar de una de las escuderías que, normalmente, mejor optimiza sus monoplazas en las últimas citas del curso. Sin embargo, las mejoras introducidas por los técnicos en el bólido del británico y la configuración parecen las indicadas esta vez. Mientras Jenson Button, su compañero, fuera de foco y de sus casillas, no encontró ayer una configuración que le transmitiera confianza, Hamilton sobrevoló el circuito de Yas Marina. Se da la paradoja de que el monoplaza de Button fue el que alcanzó una mayor velocidad punta (319,2 kilómetros por hora) mientras que el suyo fue el 13º (311,5). Eso significa que el campeón de 2008 decidió sacrificar algo de velocidad punta para ganar agarre, algo decisivo en el tercer sector del circuito (fue el más rápido en él).

Aunque les haya llevado un mes de sangre, sudor y lágrimas, los tiempos de ayer confirman que el alerón trasero de McLaren al fin funciona.

Del operario que tuvo que chuparse un viaje de 12 horas hasta Suzuka para ver cómo la lluvia impedía que Hamilton saliera a la pista nadie sabe nada.

Lewis Hamilton, ayer en el circuito de Abu Dabi.
Lewis Hamilton, ayer en el circuito de Abu Dabi.AFP

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