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"Hemos vuelto a no saber competir"

Raúl, que cumplía 29 años y su partido 99 como internacional, salió del estadio con la camiseta de Zidane y la ilusión de seguir en la selección

Fue un encuentro tenso. Cuando se toparon en el túnel de vestuarios, Raúl y Zidane no celebraron la coincidencia. Ni fue una sorpresa ni tuvieron mucho que decirse. Cinco años de convivencia en el Madrid no han sido suficientes para que estos dos hombres traben una relación fluida. En otros 20 años tampoco harían un gran progreso, a juzgar por el vocabulario gestual que mostraron al verse cara a cara en el estadio de la Baja Sajonia unos minutos antes del partido. Raúl, con el brazalete de capitán de España, y Zidane, con el emblema de la capitanía de Francia. El madrileño, de 29 años, vislumbrando el último trayecto de su carrera. El francés, de 34, ante los que podían ser sus últimos minutos como profesional. La ocasión era grave. Pero ninguno se mostró emocionado ante la aparición del otro. Eso sí, al final del choque se intercambiaron las camisetas.

Ante la hilera de camisolas francesas, Raúl procuró distraerse y miró a la niña que llevaba cogida de la mano. Era su acompañante particular en la presentación protocolaria de los equipos. La niña estaba a otra cosa y Zidane tampoco le prestó atención. Pasaron un par de minutos. Tocaron los himnos. Eso fue todo. A los 50 minutos, Raúl emprendió el regreso al banquillo con su habitual semblante de madera. El seleccionador, Luis Aragonés, decidió cambiarlo por Luis García. No se conocen los argumentos del técnico. Pero Raúl, que había manifestado estar "mejor que nunca" y reclamado un puesto en el equipo, no dio ni un pase que facilitase la definición a sus compañeros del ataque. Tampoco él remató nunca entre los tres palos. En el mejor de los casos, fue un jugador complementario, obligado a auxiliar a los compañeros del centro del campo.

"Estábamos muy ilusionados, pero otra vez nos ha pasado lo mismo", dijo Raúl al salir del campo con una bolsa en la mano. En su interior llevaba la camiseta de Zidane; "aquí lo único que sirve es ganar. Y, cuando empezaba el Mundial en serio, a la hora de la verdad, hemos vuelto a perder. Ha sido lo mismo de siempre. Hemos vuelto a no saber competir".

"No hemos estado bien", se lamentó el capitán español; "ninguno ha hecho el partido que quería. Hoy nos hemos encontrado ante una selección que ha demostrado ser un gran equipo. Lo ha demostrado cuando valía, en el momento definitivo. Nosotros, no. De nada ha servido jugar bien la fase preliminar. Aquí lo único que cuenta es ganar los partidos decisivos".

Raúl retorcía la bolsa mientras hablaba, ansioso por irse. También tuvo un comentario nervioso sobre su futuro. "Si me siguen convocando, yo quiero seguir jugando en la selección", dijo Raúl; "a mí me gustaría. Espero que el seleccionador me vuelva a llamar". Y puso en el horizonte la próxima Eurocopa, la del 2008.

Si el futuro de Raúl fuese con 29 años tan prometedor como el de Zidane con 34, tal vez habría menos motivos para preocuparse. A diferencia del español, Zidane dejó su sello en la noche. Sobre el minuto 92, el partido quedó completamente resuelto gracias a su intervención. El francés se metió en el área de Casillas y definió con un tiro a media altura. Con categoría. Su historia en la Copa del Mundo merecía una buena despedida. Un adiós con grandeza que él mismo se ha encargado de prorrogar para desgracia de Raúl, que deja su tercer Mundial con un gol en la mochila y sin saber si alcanzará la mágica cifra de 100 partidos con la selección española. El de ayer era el 99.

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