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Reportaje:Fútbol | Internacional

Surrealista inicio de la Liga lusa

Tres partidos son suspendidos hasta que se resuelva el descenso del Gil Vicente

El Oporto, vigente campeón de Liga y Copa, ganó 2-1 al Unión de Leiria el viernes en el arranque del campeonato portugués. Ayer, el Sporting de Lisboa se impuso al Boavista por 3-2. Nada muy noticioso, si no fuera porque eso es lo único medianamente normal que ha sucedido en el inicio del torneo luso. Por lo demás, todo el mundo parece haberse vuelto loco de repente. Una hora antes de que empezara el primer choque del año, el todavía presidente de la Liga de clubes, Valentim Loureiro -que será sustituído en breve por Hermínio Loureiro, ya electo, y es uno de los principales acusados en el caso Pito Dorado que investiga una supuesta red de corrupción en la que figuran 80 dirigentes políticos y deportivos y árbitros de todas las categorías- anunciaba con su mejor sonrisa que el partido Benfica-Belenenses de ayer había sido suspendido, igual que el Gil Vicente-Leixoes de Segunda. ¿La razón? El esperpéntico embrollo legal conocido como Caso Mateus.

El caso hace referencia al delantero internacional angoleño que jugó el año pasado en el Gil Vicente, equipo de Barcelos que toma el nombre de un ilustre dramaturgo luso (1456-1536). El Gil Vicente luchó el año pasado por evitar el descenso con el Belenenses. El club del barrio de Restelo (Lisboa) acabó bajando y denunció al Gil Vicente por alineación indebida de Mateus, alegando que había jugado la temporada anterior en el Lixa con ficha de aficionado, lo que le impedía, según las reglas federativas, ser inscrito como profesional.

A pesar de que el Gil Vicente arguyó que la ficha de Mateus había sido emitida por la Liga y la Federación, la Comisión Disciplinaria de la Liga Profesional le condenó el 1 de agosto a bajar a Segunda, decisión que confirmó el pasado día 22 el Consejo de Justicia de la Federación. Agotadas las posibilidades de apelación ante instancias deportivas, el Gil Vicente presentó esta semana una providencia cautelar ante el Tribunal Administrativo y Fiscal de Lisboa en la que exigía sustituir al Belenenses ante el Benfica. El Gil Vicente alegaba que lo que estaba en juego era el derecho al trabajo de Mateus y no un derecho deportivo.

El juez dio la razón al Gil Vicente: el Belenenses volvía a Segunda. Pero entonces apareció la FIFA, que instó a la federación a abrir expediente y descender ipso facto a los de Barcelos por haber acudido a los tribunales ordinarios. La federación obedeció, suspendiendo de paso a todos los filiales del Gil Vicente. Pero cuando Benfica y Belenenses se preparaban ya para jugar y se habían vendido 40.000 entradas, salió en escena un tercero en discordia, el Leixões, un equipo de Segunda que se descolgó exigiendo (y obteniendo) la suspensión oficial de todos los partidos de los clubes implicados porque, a su juicio, si el Gil Vicente bajara a Segunda sería el Leixões -que quedó el año pasado al borde del ascenso- y no el Belenenses quien debía jugar en primera.

Para rematar el esperpento, la Liga mandó tarde el fax que notificaba a los equipos la suspensión de los partidos, con lo que Benfica, Belenenses y Gil Vicente manifestaron hasta el viernes por la noche que se presentarían a la hora indicada en el Estadio da Luz. Finalmente llegó el fax, y Benfica y Belenenses no comparecieron. Vistas las cosas, el Gil Vicente volvió a Barcelos y anunció próximas acciones judiciales.

Valentim Loureiro, presidente de la Liga portuguesa.
Valentim Loureiro, presidente de la Liga portuguesa.EFE

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