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Reportaje:Ofensiva contra la gran lacra del deporte

El deporte de alto nivel, un mal ejemplo

Alessandro Donati, experto de CONI y de la lucha antimafia analiza para EL PAÍS el tráfico de productos dopantes

Hace 13 años, en diciembre de 1993, la Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos (DEA, siglas en inglés) ya había entendido que: 1) el dopaje se había difundido desde los atletas de alto nivel hasta los deportistas amateur; 2) el comercio internacional de fármacos dopantes crecía constantemente; 3) buena parte de este comercio ilegal lo gestionaba el crimen organizado; y 4) en la mayoría de los casos, las rutas que se utilizaban para el comercio de sustancias dopantes eran los mismos que se utilizaban para las drogas. Por este motivo, la DEA celebró una conferencia internacional en Praga adonde invitó a los organismos policiales y a las autoridades políticas de todo el mundo. Participaron 19 países. Entre los muchos ausentes estaba también España, y eso que según la DEA era uno de los países que más exportaba ilegalmente hormonas anabolizantes.

El volumen anual de tráfico de sustancias dopantes es de 20.000 millones de dosis
"El Gobierno de Zapatero ha asumido sus responsabilidades", dice Donati
Algunas multinacionales farmacéuticas hacen pasar fármacos dopantes por terapéuticos
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La conferencia no sirvió de nada. Ni la policía internacional -que hubiera tenido que crear una comisión de investigación para el dopaje-, ni la Organización Mundial de la Salud (OMS) -que hubiera tenido que controlar que la producción farmacéutica no generara superávit alguno para abastecer el mercado negro en el deporte- ni los 19 países que participaron -que hubieran tenido que adoptar una ley penal específica- hicieron algo. Así que, desde 1993 hasta hoy en día, los traficantes han seguido expandiendo su mercado, sin correr el riesgo de que alguien los descubriera.

Actualmente, en el mundo, el volumen anual de tráfico de fármacos y sustancias dopantes alcanza los 20.000 millones de dosis, que equivalen a alrededor de 20-25 millones de consumidores habituales. Para entender las dimensiones de este fenómeno espantoso, hay algunos ejemplos significativos:

- El año pasado la policía surafricana se incautó, en una sola operación, de 12 toneladas de esteroides anabolizantes, el equivalente a cientos de millones de dosis.

- En el mismo periodo las autoridades rusas descubrieron y cerraron cerca de Moscú una fábrica clandestina capaz de producir 200.000 dosis de hormonas anabolizantes cada dos horas.

- No menos importante era la capacidad de producción de las fábricas clandestinas descubiertas y cerradas en España entre 2004 y 2005.

- Ucrania produce y vende al exterior máquinas para empaquetar las hormonas anabolizantes.

- Las policías de Jordania y Emiratos Árabes Unidos han interceptado varios millones de dosis de esteroides anabolizantes de Europa del Este destinadas a los países árabes del Golfo Pérsico.

- En un almacén farmacéutico en Nicosia (Chipre) fueron robadas, en una sola noche, 4.650.000 ampollas de eritropoyetina (por un valor de alrededor de 300 millones de dólares) destinadas al mercado negro de Europa Occidental.

- La policía de Bélgica consiguió decomisar sólo un envío, de una decena efectuados, de hormonas anabolizantes que llegaban de Inglaterra. Eran 550 kilos de fármacos muy caros, por un valor superior a los 200 millones de euros. Por lo tanto, el total anual de esa ruta de tráfico era de 2.000 millones de euros.

La fuente principal de este enorme comercio ilegal son las fábricas clandestinas distribuidas por todo el mundo, mas hay dudas de que, en realidad, detrás de ellas se escondan algunas multinacionales farmacéuticas responsables de la sobreproducción mundial (con respecto a las necesidades reales de los enfermos) de la hormona del crecimiento y de la eritropoyetina.

El principal canal de tráfico es la venta por Internet. El segundo son las importaciones ilegales de fármacos dopantes que luego se venden en los gimnasios. Además, el dopaje se difunde a través de recetas falsas y a través de aquellas farmacias (alrededor del 3-4% del total) que no piden siquiera recetas médicas. Son extremadamente relevantes (y especialmente odiosas) también las ventas de fármacos dopantes que las multinacionales farmacéuticas consiguen hacer pasar por fármacos terapéuticos a través de una propaganda engañosa. Es significativo el ejemplo del consorcio suizo Serono que, hace pocos meses, ha sido condenado por un tribunal estadounidense a pagar 704 millones de dólares por haber comercializado con engaño el Serostim (un fármaco carísimo a base de hormona del crecimiento) presentándolo como coadyuvante para el SIDA. En realidad, una cantidad enorme de Serostim acabó en el mercado negro del deporte y en los gimnasios y, aún más grave, provocó más interés dentro del crimen organizado, que activó un mercado paralelo de Serostim falsificado. El principio activo necesario para su producción fue comprado en China y Europa del Este.

No hay dudas de que esta difusión enorme ha sido provocada por el mal ejemplo en el deporte de alto nivel. Además, debido al retraso con el que las instituciones deportivas internacionales (in primis el COI presidido por Juan Antonio Samaranch pero también el COI de ahora) han desarrollado nuevos métodos para detectar el dopaje en los controles de orina, su uso se volvió más fácil. El COI ha hecho cosas peores, como en 1993, cuando encargó y financió al profesor italiano Francesco Conconi (que estaba implicado en las prácticas dopantes de centenares de atletas ganadores de medallas olímpicas, mundiales y europeas) para poner a punto un método de detección de la eritropoyetina en la orina. El profesor Conconi hizo creer durante cuatro años que estaba cerca de concluir su investigación, hasta que, en 1997 admitió que había fracasado. Sobre el papel de este médico y de su relación con el COI y con las empresas farmacéuticas se podrían citar muchas más anécdotas que empeorarían aun más el papel de las instituciones deportivas internacionales.

En Italia, tras las denuncias que yo mismo he hecho, la Fiscalía ha empezado algunas investigaciones sobre las actividades del profesor Conconi y sobre las irregularidades del laboratorio anti-dopaje de Roma (que durante años no ha buscado las hormonas anabolizantes en la orina de los futbolistas profesionales). A finales de 2000 el Parlamento italiano aprobó una ley penal contra el dopaje que está dando óptimos resultados: casi cada semana los carabinieri y las demás fuerzas del orden descubren nuevos casos de tráfico de productos dopantes en los que está involucrada la mafia, sobretodo la camorra napolitana. Por este motivo la Dirección Nacional Antimafia (con la que llevo colaborando tres años) ha creado una sección a parte para el dopaje.

Trece años después de la Conferencia de Praga hay que preguntarnos si todavía queda tiempo para luchar contra el dopaje o si es demasiado tarde para hacerlo. En mi opinión, todavía es posible declarar la guerra al dopaje, para parar el desarrollo de este fenómeno y para reducirlo dentro de cuatro-cinco años. Para conseguirlo, los Gobiernos tienen que asumir sus responsabilidades, tal como lo ha hecho José Luis Rodríguez Zapatero. La difusión del dopaje es un atentado contra la salud pública. Hay que acabar con él como con las sustancias estupefacientes, pero también hay que obstaculizar su camino a través de proyectos preventivos y educativos, dirigidos sobretodo a los jóvenes.

Está claro que los primeros que utilizan los nuevos fármacos dopantes son los profesionales y luego, a través de una red de médicos deportivos deshonestos, éstos llegan a los deportistas amateur. Esta cadena de malos ejemplos no se romperá hasta que los Gobiernos no abandonen sus nacionalismos y dejen de proteger a sus falsos campeones. No solamente las dictaduras han protegido sus joyas deportivas, también lo han hecho los gobiernos democráticos por intereses políticos. Hay que superar, de una vez por todas, la idea de que encabezar un medallero olímpico signifique honor y prestigio para un país. El honor y el prestigio de un país se miden a través de las oportunidades lúdicas ofrecidas a los niños y los adolescentes.

Alessandro Donati es experto en la lucha antidopaje y miembro de la Comisión Olímpica Nacional Italiana y de la Dirección Nacional Antimafia.

El médico Eufemiano Fuentes al salir de la cárcel.
El médico Eufemiano Fuentes al salir de la cárcel.EFE
El ciclista Francesco Moser, atendido por Conconi tras el récord de la hora en 1984.
El ciclista Francesco Moser, atendido por Conconi tras el récord de la hora en 1984.
Los productos confiscados por la Guardia Civil en la Operación Puerto.
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