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Reportaje:

El golf y sus estímulos

Francia reclama al Open Británico que haga controles antidopaje tras comprobar que en sus 'tests' de los últimos cinco años el 13% dio positivo

En Francia han descubierto con cierta sorpresa y mucha indignación que 21 de 157 jugadores de golf -un 13% de todos los examinados- han dado positivo en los controles antidopaje de los últimos cinco años. Escandalizados por las cifras, los franceses piden al circuito profesional, y más concretamente al Open Británico, que comienza mañana en Liverpool, que "tomen cartas en el asunto". Es más que probable que nadie escuche sus peticiones.

En los torneos profesionales no existe esa clase de test. Nunca se han hecho. No se piensan hacer. No hay la menor intención de romper con la tradición. "No hay indicios de que sean necesarios", zanja Tim Fincher, responsable del Tour profesional. "Si da positivo una aspirina para el dolor de espalda, daremos positivo, qué se le va a hacer", ironiza el malagueño Miguel Ángel Jiménez por teléfono. "Si no se puede tomar una cerveza con gaseosa nos pillarán", bromea Sergio Gómez, la mano derecha de José María Olazábal.

"Si no se puede tomar cerveza con gaseosa, nos pillarán", dice el representante de Olazábal
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Ninguno de los dos golfistas españoles, sin embargo, tiene miedo a una auditoría de sus hábitos. Gómez achaca los llamativos resultados en Francia, "el único lugar donde es obligatorio hacer controles por ley", a las aficiones "recreativas" de los jugadores aficionados, cuyas cifras se incluyen en la lista publicada.

Sin embargo, otro profesional español -que prefiere no revelar su nombre- no considera el asunto tan anecdótico. "Hay gente que toma anabolizantes para muscularse y así ganar distancia, betabloqueantes para controlar el pulso en los greenes y antidepresivos para soportar la ansiedad", denuncia este jugador, que achaca la falta de interés por el asunto en el mundo profesional "al dinero que se mueve y a que les da miedo que se vea de repente todo lo que hay detrás". Hace dos años desaparecieron de la lista de participantes cerca de 50 jugadores. Se habían enterado de que habría controles. "Puede ser porque te fastidia que se metan en tu vida privada y no quieres que sepan lo que tomas, aunque no sea para mejorar el rendimiento, pero es un dato sospechoso", sostiene la misma voz.

Miguel Ángel Caderot, portavoz de la Federación Española de Golf, se muestra bastante de acuerdo: "No interesa a los organizadores por si acaso descubren algo que no les gusta". Caderot asegura, y el Consejo Superior de Deportes corrobora sus palabras, que su organización hace cerca de 90 controles anuales. "Avisando y por sorpresa", matiza, aunque algunas fuentes califican los test de "un poco lights". El propio Caderot reconoce que todos estos controles los pasan, casi en exclusiva, los jugadores aficionados. "Los de élite ni siquiera suelen jugar el campeonato de España", concede. Por ejemplo, en el Open de Madrid, torneo organizado por el circuito, no hay ninguna clase de prevención frente al dopaje.

Ayer, ningún jugador había recibido la menor pista de que el Open Británico se plantease cambiar sus hábitos en este asunto. "A nosotros nos da igual, por lo menos uno, Chema Olazábal, daría limpio", dice Gómez, su representante. A Miguel Ángel Jiménez tampoco le quita el sueño y le parece un asunto muy menor: "El golf no es un juego de tomar cosas. Aquí no se gana por eso". En Francia, al menos, no están tan seguros.

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