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Crónica:MUNDIAL DE F-1 | Gran Premio de Singapur
Crónica
Texto informativo con interpretación

Al rojo vivo

Fernando Alonso realiza una carrera extraordinaria en Singapur, donde nunca perdió el liderato, y a falta de cuatro pruebas se coloca segundo del Mundial de F-1 a 11 puntos de Webber

La sonrisa en los labios, los saltos de alegría, la euforia que lo invadía todo... Fernando Alonso subió a lo más alto del podio por segunda vez consecutiva en la temporada y 25ª en su carrera y dejó el título mundial de fórmula 1 a tiro de piedra. El Gran Premio de Singapur volvió a constatar lo que se había vislumbrado ya en Monza: el F10 es competitivo y en manos del español puede convertirse en un coche imbatible. Las tres décimas de segundo que le concede con su conducción sitúan al monoplaza de Maranello al menos a la misma altura que los Red Bull, a los que todos considera los mejores bólidos de la parrilla. Con su victoria de ayer, Alonso no solo refuerza su moral y la de Ferrari, sino que, con la segunda posición de Sebastian Vettel, la tercera de Mark Webber y el abandono de Lewis Hamilton, rebaja sustancialmente la distancia que le separa de su tercer título mundial. Cuando faltan cuatro carreras, es segundo, a 11 puntos del australiano.

"El Ferrari es ahora competitivo en cualquier situación", asegura el español
En las últimas cinco carreras ha sumado 56 puntos más que Hamilton
Vettel, que casi le supera en la salida, el único que siguió el ritmo de Alonso
Hamilton abandonó por segunda vez consecutiva tras ser 'tocado' por Webber
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Sin embargo, lo que ha generado una corriente de ilusión irrefrenable en el equipo italiano no es eso, sino que desde que ganó el Gran Premio de Alemania, el 25 de julio, Alonso es el piloto que más puntos ha atesorado a pesar del accidente que sufrió en Bélgica. De las últimas cinco carreras, el asturiano ha ganado tres (Hockenheim, Monza y Singapur) y fue segundo en Hungría. Sumó 93 puntos, muchos más que Webber (74), Vettel (60) y Hamilton (37). Y eso es una demostración palpable de que las últimas evoluciones introducidas en el F10 han mejorado notablemente el coche. "Ahora, el Ferrari es competitivo en cualquier circunstancia", dijo Alonso poco después de concluir la carrera.

Otra circunstancia que multiplica las posibilidades de Alonso es la batalla interna que se está viviendo en el seno de Red Bull. Digan lo que digan, Vettel y su compañero Webber apenas se hablan. No están contentos con el trato que reciben y el australiano se siente perjudicado por algunas decisiones de la escudería. Tras la tercera sesión de entrenamientos libres, el sábado por la mañana, Webber se bajó del coche hecho una furia y se dirigió de forma airada a sus ingenieros, expresándoles su extrañeza por el hecho de que su compañero le estuviera sacando casi un segundo por vuelta. Todo eso contribuye a crear dudas en su cabeza y parece empezar a pesarle la presión del momento. Sabe que en las cuatro próximas carreras se jugará la única oportunidad de su vida de ser campeón del mundo.

Y no ha descubierto todavía de lo que es capaz Alonso cuando entra de lleno en una batalla psicológica de este calibre. El ovetense se convierte en un depredador, una persona monolítica e impenetrable capaz de positivar cualquier circunstancia adversa y de destruir la moral de sus rivales. Todos sus compañeros de equipo saben lo duro que es correr a su lado. No porque sea difícil convivir con él, ni mucho menos, sino porque en la pista no hace ninguna concesión, no perdona ningún error, y coloca el listón a un nivel tan alto que es difícil superarlo.

Sus adversarios lo saben también. Pudieron constatarlo Kimi Raikkonen y Michael Schumacher cuando lucharon contra él por el título en 2005 y 2006. Vettel certificó ayer mismo que, incluso teniendo un coche más rápido y atacándole a muerte, como lo hizo en las últimas vueltas, Alonso es inexpugnable.

La carrera de Singapur respondió a las expectativas que había generado. Menos lluvia, hubo de todo. Accidentes (Liuzzi, en la segunda vuelta; Kobayashi y Senna, en la 31ª) que obligaron a la entrada del coche de seguridad. Carreras arruinadas y otras reimpulsadas. Decepciones como la de Hamilton, que, al intentar adelantar a Webber, fue tocado por el australiano -la maniobra fue investigada por los comisarios, pero no sancionada- y tuvo que abandonar a falta de 26 vueltas. Webber fue uno de los grandes beneficiados por el coche de seguridad. Decidió cambiar las ruedas en la tercera vuelta, con la carrera neutralizada, pero luego se topó con Barrichello, al que no consiguió adelantar. Iba octavo y estaba a más de 30 segundos de Alonso cuando la prueba volvió a neutralizarse. Cuando los coches que le precedían comenzaron a entrar en el taller, se encontró tercero, a un segundo del líder.

Sin embargo, hubo algo que nunca cambió: el dominio de Alonso. Desde la salida, en la que se escoró hacia la izquierda para evitar que Vettel le superara, el español siempre mantuvo su liderato. Marcó vueltas rápidas al principio, intentó poner distancias y lo logró con todos menos con Vettel. El alemán fue el único que pudo seguir su ritmo. Como en Monza, los dos sabían que el cambio de neumáticos sería crucial. Ferrari decidió entrar cuando comprobó que Vettel estaba siendo alarmantemente más rápido. Y Red Bull no quiso afrontar el riesgo de que con los duros nuevos Alonso fuera más veloz. Entraron juntos y Alonso salió el primero (30,2s por 31,1s de Vettel). Ahí acabó la carrera porque estaba claro que, en un circuito en el que adelantar es tan difícil, el asturiano no iba a ceder. El Mundial está al rojo vivo... Aunque el líder sigue vistiendo de azul.

Fernando Alonso, en lo alto del podio del Gran Premio de Singapur.
Fernando Alonso, en lo alto del podio del Gran Premio de Singapur.AFP

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