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El conflicto energético europeo

Polonia boicotea el pacto de la UE con Rusia

Varsovia pone trabas ante el acuerdo más ambicioso realizado nunca en la Unión Europea

Andreu Missé

Polonia mantiene en vilo al resto de miembros de la Unión Europea, al impedir la elaboración de un mandato de negociación común con Rusia. La ansiada unidad de los países europeos, reiteradamente reclamada por el presidente de la Comisión José Manuel Durão Barroso, sobre todo para afrontar la seguridad energética, ha sufrido un nuevo traspié tras la "reserva" presentada por el embajador de Varsovia en el Comité de Representantes Permanentes esta semana. Las autoridades de Polonia no están dispuestas a olvidar fácilmente el aislamiento de su país en el último acuerdo sobre suministro de gas entre Rusia y Alemania. La cuestión deberá afrontarse formalmente en el Consejo de Asuntos Generales y Relaciones Exteriores, que se celebrará en Bruselas mañana. Si Varsovia no cambia de posición en el Consejo, la cumbre del próximo 24 entre la UE y Rusia podría irse al traste.

Si Polonia no cambia de postura, la cumbre UE-Rusia del día 24 puede irse al traste
La Unión busca acceso a los hidrocarburos y transparencia en el mercado de la energía
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Los ministros de Exteriores de la Unión efectuarán un primer análisis de la propuesta sobre ampliación de la UE, pero la parte nuclear de la reunión se concentrará en la preparación de la cumbre UE-Rusia, que se celebrará en Helsinki el 24 de noviembre. La cumbre debe dar el pistoletazo de salida para el inicio de las negociaciones para un acuerdo entre ambas partes que reemplace el existente, que se extingue en 2007. Una renovación que prevé un contenido más ambicioso, conocido como Tratado de Libre Comercio Plus.

Pero antes de formalizar las deliberaciones es preciso que los Veinticinco se pongan de acuerdo sobre el mandato negociador. Un acuerdo que precisa el visto bueno de los hermanos gemelos Lech y Jaroslaw Kaczynski, presidente y primer ministro de Polonia, respectivamente, que no están dispuestos a conceder fácilmente. "Aquí ha habido una cierta sorpresa", señala una fuente comunitaria. "Ahora puede ocurrir lo que no pasó en la reunión de Lahti [20 de octubre] en la que todos los países se mantuvieron unidos".

Polonia exige que antes de iniciarse las negociaciones con Rusia, las autoridades de Moscú deben ratificar la Carta de la Energía, firmada en 1994 por más de 50 países, en la que se regula el derecho a la inversión en los respectivos países y se establecen garantías para asegurar el cumplimiento de los contratos de suministro. Para la Unión Europea es fundamental lograr que Rusia autorice el acceso a sus mercados de las empresas europeas y garantías para sus inversiones. En otras palabras, lo que la Unión quiere es acceso a los campos de hidrocarburos, garantía de las inversiones y transparencia en el mercado de la energía.

Rusia, por su parte, exige un trato recíproco en materia de inversiones. La realidad es que en el sector de la producción y transporte en la mayoría de países de la UE existe una situación de práctico monopolio, que impide el funcionamiento de un mercado liberalizado, como no cesa de advertir la comisaria de Competencia Neelie Kroes.

Para ratificar la Carta, Rusia exige además que el documento incluya la regulación del material nuclear (adquisición, transporte y residuos), un tema tabú en la UE, donde cada Estado decide por su cuenta. En la pasada cumbre de Lahti, varios líderes, como los primeros ministros Matti Vanhanen (Finlandia) y Guy Verhofstadt, (Bélgica), así como el Alto Representante, Javier Solana, plantearon la conveniencia de abordar el impacto que suponía para Europa por cuestiones de "seguridad y de proliferación" la construcción de más de 200 centrales nucleares en todo el mundo.

Hasta ahora, la UE mantenía como criterio exigir la Carta de la Energía como una de las condiciones de acuerdo. Pero, visto el firme rechazo de Putin en Lahti a firmar la Carta en la redacción actual, la UE optó por cambiar de estrategia. Los principios de la Carta se incluirían en el nuevo Tratado. El propio Putin había sugerido el nuevo camino: "No estamos en contra de los principios de la Carta de la Energía, pero pensamos que ciertas medidas deben estar más especificadas en diferentes documentos que tengan en cuenta los intereses de todas las partes". La nueva estrategia posibilista ha quedado, sin embargo, desbaratada por la postura inflexible de Polonia.

Las negociaciones con Rusia "son las más complejas y difíciles que ha abordado hasta ahora la Unión Europea", advierte la misma fuente al señalar la amplitud y diversidad de temas previstos para que formen parte del acuerdo. Se incluirá un capítulo sobre libre comercio, cuya negociación formal se iniciará tan pronto como Moscú culmine el proceso de adhesión a la Organización Mundial de Comercio (OMC).

En la agenda de la cumbre del 24 de noviembre, las relaciones entre Rusia y la UE se formalizan a través de "cuatro espacios comunes", que se refieren a la economía (con especial atención a la energía); libertad, seguridad y justicia; seguridad exterior, y formación e investigación.

En el capítulo específico de la energía, la idea de la dependencia mutua expresada por el presidente Vladímir Putin en la reunión de Lahti va sustituyendo cada vez más la perspectiva unilateral europea, que sólo pone el acento en que la UE está en manos de Rusia para asegurar los suministros. En este sentido, Putin recordó que, mientras en términos de gas, la Unión Europea cubre el 44% de su demanda a través de los suministradores rusos, en la estructura de exportaciones, el 67% se dirigen a Rusia. Es decir, "esto demuestra", añadió, "que Rusia es más dependiente de la UE que de ningún otro país".

En el espacio de seguridad exterior se buscarán áreas concretas de cooperación para promover la democracia en Bielorrusia o resolver los conflictos en Moldavia y Georgia.

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