Novelas y literatura política
La producción literaria mexicana de 2005 no ha dado lo que podría considerarse el libro del año, según editores y libreros. A diferencia de años anteriores, nadie acierta a mencionar un título indiscutible que merezca el lugar de honor, tanto por calidad como por éxito de ventas. En el último trimestre, El tren pasa primero, de Elena Poniatowska, periodista y escritora con un claro compromiso político. La autora se sumerge en el mundo de los trabajadores ferroviarios de los años cincuenta en la primera novela que publica desde que ganara el Premio Alfaguara del año 2000. Dos títulos en la literatura política han acaparado la atención de la crítica: La invasión, de Ignacio Solares, sobre uno de los episodios más dolorosos para los mexicanos, la guerra de 1847, en la que Estados Unidos se apoderó de la mitad del territorio de México, y La conspiración de la fortuna, de Héctor Aguilar Camín, un retrato de la clase dirigente mexicana y la trastienda del poder. Es poco común que un libro gane tres premios el mismo año. David Toscana lo ha conseguido con El último lector, que ha sido galardonado con el Premio Colima, el Fuentes Mares y el internacional Antonin Artaud.
