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Entrevista:MOHAMED EL BARADEI | DIRECTOR GENERAL DEL OIEA Y PREMIO NOBEL DE LA PAZ | ENTREVISTA

"La guerra podría haberse evitado si todos hubiésemos hecho los deberes"

Mohamed el Baradei, director general del OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica), recuerda en esta entrevista, realizada en su despacho de Viena, que fue él el único que había pedido "tres meses para invertir en la paz" y evitar el conflicto armado en Irak. "La guerra podría haberse evitado si todos hubiésemos hecho nuestros deberes. Si cada uno de nosotros hubiera dado un paso adelante y hubiera dicho entonces que los datos de inteligencia eran incorrectos, que la información no era solvente, quizá se habría podido impedir la guerra". Ahora trabaja en pro de una solución negociada en el caso de la energía nuclear en Irán.

Pregunta. ¿En qué va a influir el Nobel sobre su actividad?

"No digo que Irán tenga un programa pacífico de energía nuclear, pero tampoco afirmo que sea un programa para fabricar armas nucleares"
"Estoy muy contento con que Rusia, China e India se comprometan a ayudar en Irán, porque no se trata de un combate de Europa o EE UU contra Irán"
"Soy más optimista que hace un año sobre Corea del Norte, pero no todo lo que desearía. Tampoco veo una solución para el mes próximo"
"No podemos afirmar que sustancias radiactivas hayan pasado a manos terroristas. No quiero decir que no haya ocurrido, pero carecemos de pruebas"
"La gente tiene que comprometerse con lo que pasa en Irak. Quien tenga información sobre lo que ha ocurrido, debe dar un paso adelante y hablar"
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Respuesta. Me parece perfecto el momento en el que se nos ha concedido, tanto para la agencia como para mí, porque tenemos grandes desafíos ante nosotros. Ahora nos ocupa el de Irán, pero no es el único. El premio nos da una plataforma y una credibilidad adicional para avanzar en algunos de estos asuntos.

P. Hace exactamente un año mantuvimos una entrevista en esta misma sala. Todo está aquí como entonces. ¡Pero qué cambio de escenario! Ese día le avisaban a usted por teléfono de que la Administración de Bush le había pinchado los teléfonos porque no se fiaba de su actitud ante Irán y se proponían usar las grabaciones para impedir su reelección para un tercer mandato. ¡Es usted director general por otros cuatro años y le han concedido el Nobel de la Paz!

R. Sí, es cierto... En relación a Irán seguimos ahora con bastante tensión. No hemos visto todavía la luz al final del túnel. Se ha progresado en la dirección correcta, aunque no con la celeridad que querríamos. Tanto los europeos como los iraníes quieren volver a la mesa de negociaciones en las próximas semanas. Aparte de si vamos a vivir una escalada, a través de un informe al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas o no, el problema sólo se resolverá mediante el diálogo. Nunca antes, me parece, habíamos comprendido que el acceso a las armas nucleares por parte de algunos países es un síntoma y que es necesario conocer las causas del mismo para actuar correctamente. Y las causas son la inseguridad, las tensiones y la rivalidad regional.

P. ¿Y en el aspecto personal?

R. Ha sido doloroso. Me han pinchado el teléfono, hubo maniobras par impedirme un tercer mandato que la mayoría abrumadora de los países miembros de la OIEA me habían ofrecido. Y yo me sentía culpable de no continuar cuando te sientes en medio de esta guerra de proliferación nuclear. Y han dicho que somos parciales en Irán y que fallamos en nuestras inspecciones en Irak. Por suerte, todas estas afirmaciones se han esfumado. Nosotros seguimos utilizando nuestras armas: la integridad, la imparcialidad y la independencia.

P. ¿No le recuerda el caso de Irán al de Irak? Ahora, la prueba de cargo es un ordenador portátil robado en Irán donde aparecen detonadores para una bomba atómica.

R. Sí, por supuesto, pero cada caso de proliferación nuclear tiene sus propias características. Irán las tiene, Corea del Norte presenta las suyas, Irak, Libia. Hay también escenarios subyacentes que unen estos casos. Comparten, primero, el miedo a la inseguridad o, si se quiere, la necesidad de proyectar poder. Segundo, la búsqueda del arma nuclear es parte de una imagen más amplia. Una primera lección me parece importante: sabemos que hay información y desinformación. Y que debemos tener mucho cuidado respecto a la manera en que aceptamos los datos de los servicios de inteligencia. Es decir, confirmar que es auténtica, que resulta correcta y que no responde a una manipulación. La segunda lección relevante que no debemos menospreciar es que si estamos logrando progresos, si no vemos pruebas de cargo que confirmen una amenaza inmediata, debemos realizar una verificación seria. El veredicto sobre Irán no está todavía escrito. No digo que tenga un programa pacífico de energía nuclear, pero tampoco afirmo que sea un programa para fabricar armas nucleares.

P. Cuando en febrero de 2003 le enviaron los presuntos documentos que pretendían que Irak buscaba comprar uranio enriquecido en Níger, usted los verificó y denunció que eran falsos. ¿Ha visto usted el ordenador portátil robado en Irán?

R. [Risas]. No puedo entrar demasiado en cuestiones de inteligencia. Hemos obtenido mucha información que estamos comprobando para asegurarnos de que es solvente y poder compartir estos datos con los iraníes con el objeto de conocer su punto de vista y las explicaciones que puedan aportarnos.

P. ¿Cuáles son los siguientes pasos de la inspección en Irán?

R. Si miro lo que hemos hecho en los últimos dos años, diría que es mucho. Sabemos que, sin duda, quieren completar el ciclo del combustible nuclear

[procesamiento de uranio para su uso en la generación de electricidad], lo que, al tiempo, ofrece a un país la capacidad para fabricar armas atómicas. Porque si se tiene el material nuclear, se está sólo a algunos meses de distancia. Y esto es motivo de preocupación global. Tenemos que reconstruir la historia de 18 años de ocultación. Debemos trabajar sobre la red del mercado negro de tecnología nuclear que se ha extendido a treinta países. Se trata de tener en cuenta amenazas diversas y dar algo de sentido a lo que se ha hecho. Diferentes proveedores, países distintos, un programa oculto, gente que ha estado a cargo del programa y que ha abandonado el país. Espero que en algunos meses Irán se comporte de manera más activa, más cooperadora, y lo haga con mayor celeridad. Todavía tenemos pendiente la visita al centro de Lavizan. Si bien ya no se desarrolla allí el programa nuclear que, al parecer, se empezó, queremos tener acceso a la instalación, usar los equipos, tomar muestras del terreno y entrevistar a la gente.

P. Le están echando una mano Rusia y China.

R. Estoy muy contento de que Rusia se comprometa a ayudar en Irán, lo mismo que China e India. Porque es importante ver que no se trata de Europa o EE UU contra Irán. Los rusos proponen un acuerdo de transición que permita a Irán usar energía nuclear con fines pacíficos. Irán podría, pues, realizar alguna actividad de conversión, que le permitiría acceder al ciclo del combustible nuclear, pero este material se enriquecerá en Rusia en la modalidad de una joint venture (empresa conjunta) para ser transportado de vuelta a Irán. Esta iniciativa que está sobre la mesa es buena. Asegura a Irán que podrá obtener lo que necesita y encaja en el programa que pretendemos poner en práctica de ayuda multinacional en el ciclo del combustible nuclear para fines pacíficos. Y toma en cuenta la preocupación internacional de que Irán no realice actividades de enriquecimiento en su territorio.

P. Otro de los países que veía usted como un asunto grave hace ahora un año era Corea del Norte. ¿Qué progresos advierte en este caso?

R. Soy más optimista que hace un año sobre Corea del Norte, pero no todo lo que desearía. Tampoco veo una solución para el mes próximo. Hay muchos detalles pendientes. Los coreanos dicen estar preparados para volver al régimen de no proliferación nuclear y aceptar las reglas del OIEA. Éstas son buenas noticias. Las cosas que he oído de los coreanos son más esperanzadoras que las que proceden de los iraníes. Los chinos han sido muy activos en encontrar una solución al problema coreano. Es un vecino importante de China y aprecio mucho lo que está haciendo para ayudar.

P. ¿Está ahora definitivamente clara la incógnita sobre el mercado negro de tecnología nuclear que planteó el científico paquistaní Abdul Qader Jan?

R. Hemos tenido más datos. No tengo el 100% de la información, pero estamos al 90%. Entendemos mejor la red que él montó. La cooperación con Pakistán ha mejorado. Aún no hemos tenido acceso directo al señor Jan... Hoy día se le ve en Pakistán como un héroe nacional. Hemos enviado a las autoridades las preguntas que nos interesaban y éstas fueron formuladas a Jan. Conocemos sus respuestas. En cierto momento, obviamente, nos interesa mantener una entrevista con él. Si bien él era el consejero delegado de la red, también había otros directivos a los que nos gustaría interrogar, pero están inmersos en un procedimiento judicial.

P. ¿Hay datos precisos sobre la posibilidad teórica de que grupos terroristas puedan tener acceso a material radiactivo?

R. No hemos visto nada. No podemos afirmar qué sustancias o material radiactivo hayan pasado a manos de los terroristas. No quiere decir que no haya ocurrido. Pero carecemos de pruebas. Esperamos que esos grupos no tengan bajo control este tipo de material, pero sigue siendo nuestra principal preocupación. Es improbable, pero no imposible, que esto ocurra.

P. El 7 de marzo de 2003, usted denunció ante el Consejo de Seguridad que los documentos según los cuales Irak pretendía comprar uranio enriquecido en Níger para fabricar bombas atómicas eran falsos. Tres meses después de iniciada la guerra, el embajador Joe Wilson denunció el montaje. La Administración de Bush, a modo de represalia, filtró a la prensa que Valerie Plame, la esposa de Wilson, era agente de la CIA, y se inició una investigación por presuntas ilegalidades. ¿Siguió usted el caso?

R. No mucho, alguna vez...

P. Es difícil de creer...

R. [Risas]. Francamente... Y por dos razones. Una, sé que nuestra posición en la OIEA ha sido reivindicada cuando dijimos, antes de la guerra de Irak, que no había pruebas de que en este país hubiera un programa de fabricación de armas nucleares, ya que los documentos que los servicios de inteligencia nos entregaron eran, como señalamos, o falsificaciones o no revelaban la existencia de esos programas. No vemos la necesidad de decir "nosotros estábamos en lo correcto y ustedes estaban equivocados". Eso es un hecho y es satisfactorio para el OIEA. Me alegro mucho de que en un asunto tan importante como las armas de destrucción masiva en Irak hiciéramos el análisis correcto. Fuimos independientes. Y ahora tenemos entre manos otros asuntos como es el de Irán...

P. El 28 de octubre de 2002, usted y su colega Hans Blix, jefe de los inspectores de la ONU, entraban en la Casa Blanca para conocer al presidente Bush. Antes les recibió el vicepresidente Cheney, quien les advirtió de que si la inspección no daba sus frutos, estaba dispuesto a desacreditar las inspecciones en favor de la intervención militar. No me dirá que lo ha olvidado.

R. Por supuesto que no.

P. Es también un gran cambio, respecto a hace un año, el que Irving Lewis Libby, jefe de Gabinete de Cheney, haya sido procesado como resultado del caso Plame, ¿no?

R. Estados Unidos analiza qué es lo que ocurrió en el tema de Irak. Y esto es bueno, esto fortalece la democracia, la ayuda a corregirse a sí misma. Lo bueno de Estados Unidos, y lo sé porque he vivido allí muchos años, es que el sistema es hasta tal punto transparente que no puedes evitar que los temas sigan rebotando años después de los hechos. Hay tantas cosas para debatir sobre la guerra. ¿Qué pasó con la inteligencia? ¿Quién hizo tal cosa y quién filtró tal otra? Es un proceso muy saludable. Es bueno porque EE UU ostenta una posición de superpotencia en el mundo. Necesitan atravesar este proceso para evitar que algunos de estos errores se repitan. Pero créame, en el escaso tiempo libre que me deja un asunto como el de Irán me apetece irme con mi mujer a escuchar un concierto de música clásica.

P. Le puedo decir que el embajador Wilson, en una entrevista con EL PAÍS, declaró que estaba muy contento de que le hubieran dado a usted el Premio Nobel.

R. Ah, ¿sí, eh? Si él ha sido calumniado, si le han maltratado, tiene todo el derecho a defenderse y a restituir su buen nombre.

P. Quizá si él hubiera revelado antes de la guerra, después de que usted informara sobre la falsedad de la operación Níger, de que también él estaba al corriente del montaje, ya que había cumplido una misión oficial allí, las cosas hubieran sido diferentes. ¿Le preguntó usted por qué no lo hizo en aquel momento?

R. Sí, lo hice.

P. ¿Qué le contestó?

R. Explicó que aun cuando hubiese revelado su misión en Níger antes de la guerra, las cosas no hubiesen variado, porque era una decisión ya adoptada con mucha antelación. Pero quizá le pasara a Wilson algo muy comprensible, sobre todo después de saber que la Administración norteamericana pretendió castigarle, revelando que su esposa era una agente de la CIA, es decir, para que tuviera miedo de dar el paso adelante en aquel momento, a 12 días de la invasión de Irak. Creo..., y esto no es sólo respecto a Irak, creo sinceramente en lo que decía Jean-Paul Sartre sobre la responsabilidad individual. Cada uno de nosotros tenemos a escala individual una responsabilidad. Cada uno de nosotros debe hacer su trabajo sin pensar qué podrían hacer los demás. Y si se hace esto, podemos cambiar mucho el curso de la acción. La guerra podría haberse evitado si todos hubiésemos hecho nuestros deberes. Si todos hubieran dicho antes de la guerra de Irak... Yo fui el único que pidió más tiempo antes de la guerra. Claramente. Recuerdo que dije: "Este tiempo adicional para seguir las inspecciones será una inversión en la paz". Dije que necesitaba tres meses. Y si cada uno hubiese dicho algo parecido, si todos aquellos que estaban en condiciones de hacerlo hubiesen dado un paso adelante para decir "estos datos son incorrectos, esta información carece de fundamento, vemos que nos estamos moviendo en la dirección correcta...". Bueno, si esto hubiese pasado, quizá las cosas no hubiesen tenido lugar como finalmente ocurrieron. Necesitamos que la gente entienda que, a menos que todos hagamos aquello que podemos hacer, lo que está a nuestro alcance, las cosas saldrán como estaba previsto... Porque eso es una actitud fatalista: "La guerra ya está decidida...". "¿Qué puedo hacer yo?". O "nada de lo que yo diga cambiará el curso de los acontecimientos". No. Podemos hacer mucho como individuos, como sociedad civil. Estas decisiones sobre guerra y paz afectan nuestra forma de vida. Necesitamos adoptar un papel activo, dentro del Gobierno y fuera de él y en cada dirección. Y pienso, nuevamente, en relación a la guerra de Irak, que la gente necesita comprometerse. Cualquiera que tenga información sobre lo que ha pasado y ocurre, debe dar un paso adelante y hablar. Mucha gente, particularmente en Estados Unidos, se asustó y rehuyó participar en el debate que precedió a la guerra de Irak, porque pensó que en aquel momento de tensión no había que anticiparse. Cada uno tiene que aportar sus cinco céntimos, porque sí tienen importancia. Tenemos que estar seguros cuando tomamos una decisión como la de ir a la guerra, es decir, que estemos en condiciones de asegurar que es la mejor decisión. Yo no apoyo ir a la guerra, a menos que sea la única y la mejor decisión posible.

P. En España, en febrero y marzo de 2003, el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, habló del uranio enriquecido antes de que usted denunciara el montaje... y también hizo una referencia después...

R. Por cierto, ¿qué pasó con el señor Aznar?

P. Suele dar conferencias y preside una fundación vinculada al Partido Popular.

R. ¿Sigue aún defendiendo su posición ante la guerra?

P. Sí.

R. Y la ex ministra Ana Palacio, ¿sigue también estando en la política activa?

P. Es diputada del Partido Popular.

R. ¿Y también defendiendo la misma política?

P. Sí.

R. ¿Pero cómo un punto de vista tan extremo consiguió tanto apoyo electoral en España? Porque Aznar fue muy activo en la guerra de Irak [risas].

P. Él y su Gobierno atribuyeron a Naciones Unidas toda la información sobre las armas de destrucción masiva que ofrecían al Parlamento.

R. Bueno, la ONU fue utilizada como chivo expiatorio [risas].

Mohamed el Baradei, director general del OIEA, en su despacho, durante la entrevista.
Mohamed el Baradei, director general del OIEA, en su despacho, durante la entrevista.DEAN CALMA

El porqué de un premio

MOHAMED EL BARADEI, quien junto con la OIEA, organismo del que es director general, obtuvo el 7 de octubre de 2005 el Premio Nobel de la Paz. El fantasma de la guerra de Irak, por tanto, estuvo presente en la decisión de otorgar el galardón a El Baradei.

Si Harold Pinter, el dramaturgo británico que obtuvo el Premio Nobel de Literatura, consagró su discurso a denunciar al presidente norteamericano, George Bush, y al primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, El Baradei no mencionó la guerra de Irak.

Sin embargo, advirtió en su discurso: "Quince años atrás, cuando la guerra fría terminó, muchos de nosotros teníamos la esperanza de que emergería un nuevo orden enraizado en la solidaridad humana, un orden mundial equitativo, inclusivo y efectivo. Pero hoy día estamos en cualquier parte menos cerca del objetivo".

Y añadió: "Más de quince años después del fin de la guerra fría, es incomprensible para muchos que los países con armas nucleares operan con sus arsenales en hair trigger alert, es decir, que en caso de un probable ataque nuclear, sus líderes puedan tener sólo treinta minutos para decidir si ordenan una represalia con el arma nuclear, lo que supone un riesgo de devastación de naciones enteras en cuestión de minutos. ¿Cómo nos organizamos para que las armas nucleares -como la esclavitud o el genocidio- se consideren como un tabú o una anomalía histórica?".

El profesor Ole Danbolt Mjos, presidente del Comité Noruego del Premio Nobel de la Paz, que se concede en Oslo, señaló el pasado 10 de diciembre al presentar a El Baradei: "En el periodo previo a la invasión de Irak en 2003, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la Comisión de Verificación e Inspección de Naciones Unidas (UNMOVIC) se encontraron bajo una fuerte presión, a pesar de la cual los inspectores llevaron adelante su trabajo en Irak de manera independiente, minuciosa y correcta. Como el mundo ha podido ver después de la guerra de Irak, las armas no halladas allí han sido la prueba de que no existían".

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