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Reportaje:TENDENCIAS

La revuelta francesa estaba escrita en 'rap'

Patricia Ortega Dolz

Si el ministro Sarkozy hubiera escuchado rap seguramente lo que ha sucedido en Francia no habría pasado. Estaba todo escrito ahí". Es la escueta opinión de Sako, conocido rapero del país vecino, líder del grupo Les Chiens de Paille (Los Perros de Paja).

Dos jóvenes franceses muertos electrocutados al huir de la policía en el barrio de Cliché sous Bois, más de 7.000 coches quemados en los últimos 20 días (y 30.000 en los 10 meses anteriores), colegios y edificios públicos ardiendo, un ejército de policía en el cordón suburbial de París, miles de barrios en llamas... Una violencia que plantea la pregunta más repetida estos días: ¿Qué está pasando en Francia y por qué?

Y casi todas las respuestas están escritas en forma de rap: "¿Cuánto tiempo más va a durar esto? Hace ya muchos años que todo hubiera debido explotar. / La guerra de los mundos la habéis querido, aquí la tenéis. / ¿Qué esperamos para incendiarlo todo? / ¿Dónde están nuestros modelos? De toda una juventud quemasteis las alas / sin sueños, se agota la savia de la esperanza". Fue el rap que escribió el francés Joey Starr en 1995. Y dos años después otro, La Rumeur, cantaba: "Desarraigado, un carné de conducir hacia las fronteras, aquí un DNI francés caducado / mi gran nariz, el pelo crespo y seco anulan su validez. / Un estatuto de paria aquí, de intruso en mi país, / una cultura disuelta y corrupta del todo".

"Si el ministro Sarkozy hubiera escuchado 'rap', lo que ha sucedido en Francia no habría pasado", dice Sako, líder de un grupo francés
"El aficionado tipo del 'rap' español es un adolescente entre 13 y 17 años. Un dato a tener en cuenta", dice Francisco Reyes, profesor de 'hip-hop'
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Los ejemplos se cuentan por cientos. Son las letras que hace años anunciaban el presente. Son los problemas de muchos jóvenes que se sienten olvidados, frustrados, abandonados por un sistema que no da soluciones. Su forma de decirlo: el rap. Importado desde los barrios de Brooklyn y Harlem, Nueva York, en los años ochenta, se convirtió en una forma libre de expresión verbal rimada de los barrios deprimidos. Una manera de hacerse oír. Años y años escribiendo canciones de denuncia en los bancos de parques y en las canchas de baloncesto. Canciones que hoy se han convertido en profecía. Años y años graffiteando muros y trenes para hacerse ver.

Hoy, los aerosoles de colores han sido sustituidos por cócteles molotov que incendian barrios enteros, y el soporte publicitario ya no es un muro, sino la propia televisión estatal. "Es triste, no es el camino, pero la desesperación del ser humano a veces acaba en violencia", comenta Sako.

Pero el hip-hop es un fenómeno global, una muestra de la cultura y las formas de vida urbanas que se ha adoptado en distintos países con características similares. Un tipo de música cargado de mensajes, una estética, una actitud ante la vida que ha calado entre los jóvenes. España no es una excepción desde que, a mediados de los ochenta, películas norteamericanas como Break dance y Beat street llegaron a nuestro país y sedujeron a chavales como Frank-T (32 años), miembro de El Club de los Poetas Violentos (uno de los primeros grupos de hip-hop español) y que actualmente continúa su carrera en solitario: "Yo vivía en Torrejón, donde había una base militar norteamericana que nos puso en contacto con los hijos de los militares y sus músicas. Nos juntábamos jóvenes del barrio y escribíamos rap para decir lo que nos preocupaba. Pero lo que está ocurriendo en Francia es difícil que pase aquí porque la situación de nuestros barrios no es, de momento, tan extrema".

El aficionado español

La mayor parte de los jóvenes españoles entre 14 y 18 años escucha hip-hop. Los discos editados se cuentan por decenas cada año, y sus ventas, por miles. Los conciertos se llenan y los festivales especializados se propagan por toda la Península: Zaragoza, Sevilla, Madrid, Barcelona, Las Palmas... Incluso en la Universidad Complutense de Madrid se imparte un curso de doctorado sobre hip-hop que dirige el profesor Francisco Reyes: "El aficionado tipo del rap español es un adolescente de entre 13 y 17 años. Esto es así nos guste o no, y aunque el espectro es más amplio, el grueso del seguidor del rap se sitúa en esa franja. Es un dato a tener en cuenta".

Sicario (29 años, vividos en parte en el barrio malagueño de Carranque) pertenece al grupo de hip-hop Hablando en Plata. Desde los 14 años ha pintado graffitis hasta en Nueva York y escribe rap desde los 16: "Primero era reivindicativo y ahora más metafórico". En su opinión, el hip-hop "es una cultura que ha arropado siempre a los marginados. Es una forma de decir: 'aquí estamos nosotros', porque el artista graffitero nunca va solo. Esto es una hermandad".

El vandalismo de los jóvenes en los suburbios franceses ha convertido al hip-hop en la banda sonora de la revuelta. Pero raperos y graffiteros disienten de una interpretación culpabilizadora de lo que consideran su cultura: "No es el hip-hop el culpable, sino el abandono de toda una parte de la sociedad por un Estado, denunciado por mí y por otros en forma de rap hace mucho tiempo", dice Sako. Y basta oír las canciones para ver que hay una realidad, en Francia y aquí, cuyo pulso tiene ritmo de rap. Ya lo dice la canción del grupo español 7 Notas 7 Colores: "El rap es esto, la calle en directo".

Componentes del grupo malagueño de <b><i>hip-hop </b>Hablando en Plata. </i>
Componentes del grupo malagueño de hip-hop Hablando en Plata. JULIÁN ROJAS

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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