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Reportaje:

El triunfo de las 'lolitas"

Miles de jóvenes entusiastas visitaron ayer el Salón del Manga, que estará abierto hasta el martes en la Farga de L'HospitaletLos aficionados al 'manga' se quejan de la incomprensión social que generan y luchan contra la etiqueta de 'raros'

En la Farga de L'Hospitalet de Llobregat habita durante estos días un mundo paralelo: el universo de los otakus, nombre con el que se conoce a los aficionados a los tebeos japoneses. El recinto acoge hasta el próximo martes la undécima edición del Salón del Manga, cita comiquera que ayer abrió sus puertas con un gran éxito de asistencia. Los organizadores del encuentro reconocieron sentirse desbordados, aunque no perplejos: el entusiasmo de los otakus es ya legendario. "Nos consta que vendrán autocares desde Granada, Valencia y Tarragona. También nos visita gente de Canarias, Melilla y otras ciudades. En Japón, este éxito provoca sorpresa. Es un público muy agradecido", explicó en la presentación del salón su directora, Pilar Gutiérrez. La organización espera superar en esta edición el récord de visitas conseguido el año pasado, cuando acudieron al encuentro 58.000 personas. Si lo logran, se repetirá la experiencia de alargar un día más la cita.

Razones no les faltan. Los 10.000 metros cuadrados de La Farga se quedaron ayer pequeños frente a un aluvión de jóvenes entregados. Las inmensas colas en el exterior -una para comprar la entrada y otra para acceder al jolgorio- causaron estupor entre los paseantes. El asombro de los curiosos se incrementaba por los atuendos que lucían los otakus, adictos a disfrazarse como sus héroes favoritos. La mayoría, tanto chicos como chicas, optaron por vestirse de colegialas niponas: los cómics de lolitas, ya sean candorosas o gótico-siniestras, suscitan furor entre la afición nacional. Una vez dentro, tardaban poco en encaramarse al escenario para interpretar en versión karaoke las canciones de sus series predilectas. Lo hacían en japonés y con unas coreografías estudiadísimas."¡Esto es una pasada!", exclamó un niño al que su madre trataba de calmar sin lograrlo. Su alegría se podría explicar con el texto de una de las pintadas escritas en un mural improvisado: "Creí que era un bicho raro. Hoy he descubierto que soy el más normal de todos los bichos raros". Los otakus se quejan de ser unos incomprendidos. De ahí que vivan el Salón del Manga como una experiencia con toques de liberación. Miren a donde miren, siempre encuentran a alguien que les supera en afición. "Los otakus alicantinos y murcianos también existimos", rezaba otra de las inscripciones, claramente reivindicativa.

Su admiración por los mangas se extiende a otras manifestaciones de la cultura japonesa. Por ejemplo, los encargados de un restaurante nipón alzado en el recinto no daban abasto para atender al público. Todos querían comer fideos con palillos. Aparte de abastecerse de la ingente cantidad de productos que generan los personajes de los tebeos -camisetas, toallas, muñecos y mil cosas más-, los otakus se dedicaron a moldear figuritas, dibujar tiras cómicas, participar en partidas de rol, competir en torneos de videojuegos y hacerse fotos con sus nuevas amistades.

Como ya es habitual, triunfaron las proyecciones de estrenos de anime (animación nipona). También fue muy frecuentada la mangateca, que pone a disposición de los visitantes más de 2.000 volúmenes. Muchos leían directamente los ejemplares originales en japonés. Es una de las consecuencias del fenómeno manga: los jóvenes se apuntan a las escuelas de idiomas para aprender la lengua de sus héroes de papel.

La irrefrenable compulsión por comprar que padecen muchos otakus queda reflejada en la exposición Escaparate de subculturas, retrato de la fiebre consumista de los jóvenes japoneses.

Entre las actividades programadas para hoy destaca el concurso de disfraces (cosplay) y un debate sobre la censura en las películas de animación japonesas, criticadas recurrentemente por la violencia de sus imágenes.

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Un grupo de jóvenes, vestidas de colegialas, ayer en la primera jornada del Salón del Manga en La Farga de L'Hospitalet.
Un grupo de jóvenes, vestidas de colegialas, ayer en la primera jornada del Salón del Manga en La Farga de L'Hospitalet.JOAN SÁNCHEZ

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