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Las prostitutas trabajan por la tarde para sortear los controles de la colonia Marconi

Las colas de vecinos que solicitan el permiso municipal de acceso al barrio han desaparecido

Las prostitutas que ejercen en la colonia Marconi, en el distrito de Villaverde, han adelantado el horario en el que trabajan para evitar los controles nocturnos que lleva a cabo la Policía Municipal desde el pasado 2 de agosto. "Ahora llegan a las cinco de la tarde y se marchan a las diez de la noche", afirma Beatriz Sagrado, presidenta de la Asociación Médicos del Mundo. Casi tres semanas después de que fueran impuestas las restricciones de acceso, ya no hay colas para solicitar los permisos de tránsito que expide el Ayuntamiento ante la caseta ubicada en el barrio.

Un coche apaga las luces antes de acercarse a la colonia Marconi, en el polígono industrial de Villaverde. Son las tres de la madrugada. El conductor reduce la velocidad y escruta una de las calles en las que suelen apostarse las prostitutas. Ve menos mujeres que hace dos semanas, si bien encuentra a una joven subsahariana. La chica se le acerca. "¿Quieres follar?", le pregunta la mujer con acento extranjero. Cuando el hombre se dispone a responder, es sorprendido por las luces de una de las tres patrullas de la policía municipal, que desde el pasado 2 de agosto restringen el ingreso de coches a la zona. Al verse descubiertos, la chica se aleja y el conductor busca nervioso sus papeles. Los agentes le exigen la documentación.

Esta escena se ha vuelto cotidiana por las noches en la colonia Marconi desde hace casi tres semanas, cuando el Ayuntamiento de Madrid comenzó a exigir a los coches un permiso especial de tránsito para poder acceder a la zona entre las once de la noche y las seis de la mañana. El concejal de Seguridad y Servicios a la Comunidad, Pedro Calvo, afirmó entonces que quería eliminar la prostitución en la zona, de la que venían quejándose los vecinos de las 1.200 viviendas de la colonia.

Control policial

Pero las meretrices siguen ejerciendo, algunos coches logran zafarse del control policial y, amparados en la oscuridad, obtienen el servicio -20 euros los 15 minutos- a sólo una manzana de la zona residencial, donde aparca cada noche una patrulla.

Los taxis pasan sin restricciones, también los camiones que demuestran trabajar en el polígono. "Antes, las calles de San Eustaquio y de San Dalmacio estaban llenas. Ahora, [las prostitutas] se han desplazado a la avenida Real de Pinto, que comunica Villaverde con Getafe", señala José Manuel Gil, un vecino que llega de trabajar de madrugada. Desde el 2 de agosto, Manuel explica que puede conciliar el sueño. "Mi dormitorio da a la calle de la Resina. Antes se armaba un escándalo de coches y camiones. Ahora, el ruido ha bajado mucho", asegura este empleado de Metro, para quien la disminución de coches demuestra "que los camiones no iban al polígono a trabajar", sino por la prostitución.

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La presidenta de Médicos del Mundo, que brinda atención a las meretrices desde hace cuatro años en Villaverde, afirma que quienes mantienen la actividad por la noche son sobre todo transexuales con su documentación en regla.

Como advirtieron los vecinos desde el principio, el problema continúa de día. "La prostitución sigue a tope", afirma Gil. El portero de la empresa PT, SA, matiza que las meretrices "vuelven todos los días a las seis de la mañana". Todavía no ha habido vecinos que no hayan podido entrar al barrio durante la restricción. La policía es flexible mientras se tramitan todas las tarjetas de acceso.

A algunos la medida les pilló por sorpresa, sobre todo al principio porque estaban de vacaciones. Así que si los agentes encuentran a alguien sin permiso, sólo le sugieren solicitarlo. También a algunos trabajadores, como los de Panrico, les dejaron circular la primera semana sin tarjeta si explicaban que iban a trabajar allí, recuerda Juan José Castillo, jefe de producción. La empresa tuvo que tramitar 500 autorizaciones. En la caseta habilitada para expedir los permisos del Ayuntamiento, ha bajado el número de solicitantes que guardaban fila de los 50 de la primera semana de agosto, a dos o tres, esta semana.

Marina Contador, vecina del barrio, es consciente de que la restricción no se puede extender a todo el día "porque es zona industrial". Pero cree que se debería buscar "otra solución". Cada vez le resulta más difícil responder a su hijo de dos años "por qué esas mamás están sin ropa".

Una prostituta habla con un cliente a través de la ventana del vehículo de éste en la colonia Marconi.
Una prostituta habla con un cliente a través de la ventana del vehículo de éste en la colonia Marconi.C. M.

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