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Reportaje:GRANDES REPORTAJES

Mozart enamora

El año que empieza es su año. Una buena oportunidad para iniciar una relación intensa con uno de los músicos más importantes de todos los tiempos. Varias ciudades implicadas, muchos festivales, decenas de obras en escena, algunos libros y una colección de CD con EL PAÍS a partir del próximo 8 de enero permitirán al lego y al experto rendirse ante el genio de Mozart.

El año que empieza es su año. Una buena oportunidad para iniciar una relación intensa con uno de los músicos más importantes de todos los tiempos. Varias ciudades implicadas, muchos festivales, decenas de obras en escena, algunos libros y una colección de CD con EL PAÍS a partir del próximo 8 de enero permitirán al lego y al experto rendirse ante el genio de Mozart.

El próximo 27 de enero se cumplen 250 años del nacimiento en Salzburgo (Austria) de un músico muy especial, Wolfgang Amadeus Mozart, tan especial que el mundo musical, y el no tan musical, se preparan para que 2006 sea un Año Mozart, como lo fue 1991, a los 200 años de su muerte. En ningún otro compositor la cultura de los aniversarios se muestra tan generosa y tan universal. Mozart contagia un suave no sé qué, un hechizo irresistible, tal vez porque su música, o, si se prefiere, sus músicas -cultivó todos los géneros, desde el concierto para piano o la sinfonía hasta el cuarteto de cuerda o la ópera-, generan una particular sensación de cercanía, de vitalidad, incluso de actualidad a pesar del paso del tiempo. "Una figura como Mozart permanecerá siempre como un milagro inexplicable", decía Goethe. Y permanece, ya lo creo que permanece.

La música de Mozart aparece en primer plano si se habla de procesos de relajación médica, de desarrollos educativos o de aumento de productividad en la leche de las vacas. Pero sobre todo está presente cotidianamente como elemento de placer o de aplicación lúdica y sensorial del equilibrio clásico, con su juego de leyes y proporciones teñido por un manto de belleza iluminista. Mozart es hoy una de las referencias básicas de la cultura de la Humanidad, y su música tiene un espacio reservado y hasta prioritario en ese "museo imaginario" al que suele referirse George Steiner, en el que se almacenan las experiencias imprescindibles que nutren de sentido al ser humano a lo largo de una vida.

Otros compositores musicales, incluso españoles, se pueden beneficiar de la atmósfera mozartiana que se nos viene encima, desde el valenciano Vicente Martín y Soler -su ópera Una cosa rara es citada en el libreto de la mozartiana Don Giovanni-, del que en 2006 se cumplen 200 años de su fallecimiento, hasta el bilbaíno Juan Crisóstomo de Arriaga, que nació también un 27 de enero -aunque de 1806- con lo que se celebran los 200 años de su nacimiento. A Arriaga se le ha llamado a veces el "Mozart español", pero tanto o más por su precocidad -vivió 20 años frente a los 35 de Mozart- que por su estilo, más pegado a Rossini, Schubert o Cherubini. Son, en cualquier caso, estos dos compositores españoles dignos compañeros de celebración, pero la gran fiesta, la explosión imparable de la música en 2006 está bajo la estela de aquel niño prodigio tan genial como inquieto nacido en una bella ciudad arzobispal centroeuropea a orillas del río Salzach el 27 de enero de 1756. Las oportunidades para completar el conocimiento o para asomarse por primera vez a la música de Mozart no van a faltar a lo largo de este año.

El compositor salzburgués era un adelantado a su tiempo, tanto en la manera de hacer música -sin entrar en la categoría de revolucionario desde el punto de vista lingüístico y formal, se salía con frecuencia de lo políticamente correcto en su época- como en la aspiración a llegar a ser un artista libre en las relaciones laborales. Lo tenía francamente difícil porque, como ha señalado Norbert Elias (Mozart, sociología de un genio), "el destino individual de Mozart, su destino como ser humano y también como artista único, estaba influido hasta límites insospechados por su situación social, por la dependencia, propia del músico de su tiempo, de la aristocracia cortesana". Mozart tuvo que luchar duro para imponer su música y para poder realizar la vida que quería. En el terreno afectivo buscó también desesperadamente un clima emocional satisfactorio. No siempre lo consiguió.

Sus circunstancias vitales se manifiestan, de alguna manera, en la producción musical. Los que escuchan hoy sus composiciones pueden prescindir por completo de su periplo existencial. Una cosa es la biografía y otra bien distinta la herencia artística, pero es curioso que en general Mozart despierte una sensación de simpatía y que no solamente se le admire, sino también se le quiera. Su música emana cercanía. Y a veces predispone a la confidencialidad. Su antorcha, emulando a Elías Canetti, está desplegada al oído. Y ello se percibe de inmediato desde la sensibilidad actual. La música de Mozart proporciona compañía. Tiene la virtud de consolar, de generar, sin pretenderlo, misteriosas complicidades y un sano bienestar. Y es familiar, al margen de que se conozca o no previamente lo que se está escuchando. Tiene memoria y presente.

El mundo va a celebrar ampliamente el cumpleaños de Wolfgang Amadeus Mozart. Un año entero de festejos sin pausa. Salzburgo y Viena se disputan el protagonismo principal, pero los actos dedicados al compositor se multiplican hasta el último rincón del planeta. Y llegan incluso a este periódico, que lanza una colección de 30 libro-discos representativos de todos los aspectos de su creación.

Salzburgo abre el fuego con Marc Minkowski dirigiendo a la Chamber Orchestra of Europe los días 31 de diciembre y 1 de enero con la Serenata del Postillón, K320, y la Sinfonía 41, Júpiter, pero la primera de las grandes tracas del año en su ciudad natal será justamente el día de su nacimiento con dos conciertos de la Filarmónica de Viena, uno matinal dirigido por Nikolaus Harnoncourt con el pianista Pierre-Laurent Aimard, y otro vespertino con Riccardo Muti y un espectacular plantel de solistas: Thomas Hampson, Renée Fleming, Mitsuko Uchida, Gidon Kremer y Yuri Bashmet. El concierto se enmarca en una ampliada Mozartwoche o Semana Mozart -el festival de invierno del Mozarteum, normalmente de menos pretensiones que los de Pascua o verano, y frecuentado casi en exclusiva por los salzburgueses-, que este año dura del 20 de enero al 5 de febrero y aglutina 33 actuaciones, desde óperas como La finta giardiniera, dirigida por Ivor Bolton y, escénicamente, por Doris Dörrie, hasta obras de Mozart de todos los estilos, con artistas como Barenboim, Gergiev, Harding, Norrington, Hogwood, Ove Andsnes, Kasarova, Juan Diego Flórez, Quasthoff, Sabine Meyer, Adam Fischer, Schiff, Kirchschlager o los cuartetos Hagen y Emerson.

La bomba salzburguesa del año es, no obstante, su festival de verano con la escenificación de las 22 óperas de Mozart -sí, no han leído mal-, bien con nuevas producciones: Las bodas de Fígaro con Harnoncourt y, teatralmente, con Claus Guth, o La flauta mágica con Muti y Pierre Audi en la escena; bien con reposiciones de espectáculo del propio Festival: Così fan tutte, de Ursel y Kart-Ernst Herrmann (ver ilustración en estas páginas), o La clemencia de Tito de Martin Kusej; bien con teatros invitados, como el Nacional de Mannheim para Ascanio in Alba o La Fenice de Venecia para Lucio Silla. Han bautizado los organizadores la iniciativa como Mozart 22 y esperan que suponga un punto de inflexión que marque un antes y un después en el "festival de los festivales". Del 24 de julio al 31 de agosto tendrá lugar esta experiencia seguramente irrepetible.

Viena tira asimismo la casa por la ventana en actos mozartianos durante 2006. Su mirada está más centrada en la multidimensionalidad artística que sugiere la figura de Mozart. El 27 de enero, Seiji Ozawa dirigirá una nueva producción de Willy Decker para Idomeneo en el Theater an der Wien, y se abre, después de un proceso de restauración, como edificio cultural y de exposiciones, la Mozarthaus, en Domgasse, 5, lugar donde vivió el propio compositor. La exposición más completa sobre Mozart en 2006 se inaugurará el 17 de marzo en el Museo Albertina y allí permanecerá durante seis meses.

Lo que destaca, en cualquier caso, en las celebraciones de Viena es el encargo de nuevas obras a partir de Mozart en diferentes géneros y la extensión de sus músicas a espacios de todo tipo. Así, además de un número importante de actividades para niños o jóvenes, está programada para noviembre, en el Theater an der Wien, una pieza de teatro musical de título tan inquietante como Odio Mozart, con música de Bernhard Lang y libreto de Michael Sturminger, y también una versión de La flauta mágica 06 a cargo de Thomas Pernes, en el Barrio de los Museos, en marzo.

Dos proyectos tan interesantes como complementarios son los dirigidos por Maurizio Pollini y Peter Sellars. El primero, de siete conciertos distribuidos a lo largo del año en distintas salas, pone en contraste obras capitales de Mozart con otras del siglo XX, y cuenta con la colaboración de los cuartetos Alban Berg y Hagen, el coro Arnold Schönberg o los grupos de música contemporánea Klangforum Wien y Ensemble Wien-Berlin. El segundo proyecto, en los dos últimos meses del año y bajo la denominación New Crowned Hope (nombre tomado de la logia masónica que Mozart ayudó a fundar en la etapa final de su vida), está enfocado a nuevas creaciones de compositores, dramaturgos, arquitectos, cineastas y artistas plásticos, inspiradas en tres obras del año final de la vida de Mozart: La flauta mágica, La clemencia de Tito y el Réquiem, reinterpretadas desde nuestros días, subrayando líneas de continuidad y buscando proyecciones de futuro, o, dicho de otra forma, que la sombra de Mozart continúe y se extienda.

Fuera de Austria, una celebración muy utilizada, especialmente en grandes teatros, es la de recordar a Mozart programando a lo largo de la temporada la trilogía de óperas escritas para Mozart por Da Ponte, es decir, Don Giovanni, Le nozze di Figaro y Così fan tutte. Es el caso de Nápoles, Verona, Génova (ya el pasado noviembre), Múnich, Zúrich, Ópera Cómica de Berlín, Ópera Nacional de París (con una nueva producción de Michael Haeneke para Don Giovanni el 27 de enero) y Semperoper de Dresde. En el São Carlos de Lisboa se estrenará una ópera de Azio Corghi en marzo sobre Don Giovanni -Il dissoluto assolto- a partir de una obra de José Saramago, y se ha recuperado la histórica versión teatral de Giorgio Strehler de El rapto en el serrallo, que también recalará en la próxima Quincena Musical de San Sebastián en agosto.

La Scala de Milán ha inaugurado su temporada de ópera con un título mozartiano: Idomeneo, el mismo con el que conmemoró el segundo centenario de la muerte del compositor en 1990-91. Un punto de originalidad es el aportado por el Festival Mozart de A Coruña, donde este año no hay óperas de Mozart, aunque sí un congreso sobre Don Giovanni dirigido por Jacobo Cortines. Al margen de la ópera, el Ciclo Liceo de Cámara de la Fundación Caja de Madrid dedica a Mozart 18 de sus 24 conciertos, bajo la denominación Mozart, siempre Mozart…, con intérpretes de la talla de los cuartetos Alban Berg, Casals, Artemis, Tokio, Hagen o Leipzig, y solistas como Gerard Caussé, los hermanos Capuçon, Christian Zacharias y Rosa Torres-Pardo. Y ya olvidándose por un momento de Mozart, pero no de los aniversarios, hay que aplaudir el estreno de la Integral de obras para voz y orquesta de Arriaga en la Sociedad Filarmónica de Bilbao, el omnipresente 27 de enero, bajo la dirección de Paul Dombrecht al frente del grupo Il Fondamento.

Esta mirada a vuelo de pájaro de algunos de los actos más significativos relacionados con Mozart para 2006 no es ni mucho menos exhaustiva, pero al menos da una idea de lo que se está cociendo. Para mayor abundancia de información mozartiana, las principales casas discográficas están sacando al mercado lujosas cajas con las últimas novedades grabadas y con los fondos de armario; las editoriales resucitan biografías casi clandestinas del compositor, como la espléndida de Wolfgang Hildesheimer. Y, en fin, es de esperar que, además de las ofertas en DVD, películas míticas como La flauta mágica, de Ingmar Bergman, o Don Giovanni, de Joseph Losey, sean recuperadas por las salas de cine con más inquietudes. La primera se acaba de exhibir en el último certamen de cine de Bilbao con un éxito considerable.

La música grabada permite, además de conocer un número de obras muy superior al repertorio accesible en vivo, comparar distintas versiones de las mismas separadas con holgura en el tiempo. Ello no solamente estimula el juego de las comparaciones, sino que ilustra sobre esa historia paralela de la música que es la basada en criterios interpretativos. De escuchar una obra con instrumentos de época, o reproducciones de los mismos, a hacerlo con instrumentos modernos hay una distancia mucho mayor que la derivada de un determinado color o sonoridad. El estilo, las articulaciones, el fraseo, imponen un mecanismo de la escucha e invitan a una forma de percepción. Luego, el gusto o la sensibilidad personales predispondrán a una elección concreta. O a varias.

El año Mozart puede ser, y esto es lo más importante, la gran oportunidad para una ceremonia de iniciación en un autor inacabable. No hay que dejarse llevar por las prisas. Cada obra tiene su momento. La seducción irreversible puede llegar con El quinteto de cuerda en re mayor, como le sucedió al cineasta Eric Rohmer, o con la Sinfonía número 40, defendida a capa y espada por Manuel Vicent, o quizá el encuentro más universal y natural esté reservado a La flauta mágica.

Vivir un año con Mozart va a suponer seguramente la imposibilidad de vivir uno más sin él. Es lo que tienen los aniversarios. Uno puede salir musicalmente transformado o saturarse. Pero si ocurre lo primero, al menos en este terreno el año habrá valido la pena.

Y en España… 1.003

Los mozartianos españoles son muchos más que esas 1.003 amantes que se atribuían al seductor Don Giovanni en un país que su autor nunca visitó. Algunos de ellos cuentan las razones de su amor por Mozart. Por Agustí Fancelli.

Mozart nunca viajó a España. Tampoco citó nunca a nuestro país en su abundante correspondencia. Aparece una referencia muy de soslayo en una carta de su padre, Leopold, del 28 de diciembre de 1774. Desde Múnich, adonde él y su hijo han viajado para el estreno de La finta giardiniera, Leopold escribe a su mujer, que se ha quedado en Salzburgo: "En una caja de latón tengo tabaco español. Nannerl [hermana de Wolfgang] puede llenar una pequeña tabaquera y traerla aquí [a Múnich, donde Nannerl había de viajar en los días siguientes], porque encuentro a faltar mi tabaco español".

Mozart se movió principalmente en el eje París-Alemania del norte y del sur-Viena-Praga, con tres únicas incursiones al sur, a Italia lógicamente, entre 1769 y 1772. España era para él un mero decorado sevillano para las correrías de Don Juan y las trifulcas del Conde de Almaviva. Al contrario que en Las bodas de Fígaro, donde aparece profusamente citada, en Don Giovanni la ciudad de Sevilla, lugar en que transcurre la acción, no se menciona nunca (sí aparece Burgos, en boca de Doña Elvira). La gran referencia hispánica de la obra se halla, por supuesto en 1.003, la cifra mítica de amantes españolas cosechadas por el seductor, frente a las 640 italianas, las 231 alemanas, las 100 francesas y las 91 turcas, según la precisa contabilidad del criado Leporello.Mozart no viajó a España, pero sí muchos españoles viajan a diario a su música inalcanzable. Son más de 1.003, de eso no cabe duda. Aquí se presentan algunos perfiles de mozartianos españoles. A cada uno se les preguntó por un recuerdo mozartiano de iniciación (01), un motivo por el que aprecian la música de Mozart (02) y una versión de alguna obra que les haya hecho felices y quieran recomendar a los lectores (03).

Ramón Andrés (Pamplona, 1955). Investigador musical, poeta y ensayista. Es autor del monumental 'Diccionario de instrumentos musicales' (Península), de J. S. Bach; 'Los días, las ideas y los libros' (El Acantilado), y 'Mozart' (Robinbook). Su músico de cabecera es Bach. Por detrás, Mozart.

01. Su música me ha sido familiar desde la infancia. Sonaba a menudo en casa, en las tardes de domingo. Mi padre trataba de convencerme de que Wagner era el más grande. Pero yo encontraba otra cosa, un acuerdo conmigo mismo, en Mozart, y, especialmente, en Bach. Pasados los años pude escuchar muchos Mozarts. En mi adolescencia mis intérpretes de cabecera fueron Arrau, Brendel, Gilels…, aunque me agradaba sobremanera Geza Anda.

02. La ausencia de dogmatismo, y en especial la generosidad con el oyente. A veces pienso que Mozart es el Purcell del clasicismo: saber lamentarse con una sonrisa y tener un singular aprecio por un mundo escrito con minúsculas. No me extraña que Cioran dijera que la de Mozart era "la música oficial del Paraíso". Wilde criticaba a Chopin porque le hacía sentir culpable de los pecados que no había cometido… Eso jamás sucede con Mozart.

03. Es un tópico recurrir a Don Giovanni para referirnos a una obra maestra, pero no queda otro remedio. Otro tópico: el Quinteto para clarinete y, sobre todo, el Concierto para este instrumento. Escuché una interpretación sobresaliente de Eric Hoeprick que me transmitió la densidad de un hombre próximo a la muerte que no muestra desesperación ni rencor.

Albert Balcells (Barcelona, 1957). Profesor de piano y análisis musical, autor de 'Autorretrato de Mozart a través de su correpondencia' (El Acantilado; antes en catalán, La Campana). Conoce la biografía de Mozart día a día. Prepara monografías sobre 'Don Giovanni', 'Las bodas de Fígaro', 'Così fan tutte' y 'La flauta mágica' (La Campana).

01. No hay primer recuerdo en forma de obra concreta, sino en forma de sensación. Y ésta tiene que ver más con la vista y el tacto que con el oído, porque fue azul y fresca. Un aire ligero, diáfano y amable. Un amigo espontáneo. Un regalo gratuito para el espíritu. Recuerdos intensos hay tantos como recuerdos a secas. Por ejemplo, la primera vez que escuché el Andante del divertimento Lodron. O el Concierto para piano número 27. Luego vino Losey, y nos dejó la imagen de la vena hinchada en la frente de Ruggero Raimondi.

02. Lo que atrae en su música es el hecho de ser atractiva sin necesidad de exhibir ningún motivo especial para serlo. En ella, las notas se hallan, respecto de su función expresiva, en una relación infalible de pertinencia, determinada por una ley de máxima esencialidad.

03. Afortunadamente disponemos de toda la obra de Mozart en versión discográfica. Y aún nos hace más afortunados la existencia de puntos álgidos inalcanzables: el Don Giovanni de Giulini, con Schwarzkopf, Sutherland, Taddei… Schwarzkopf es especialista en hacernos felices: su Fiordiligi (Così fan tutte) vibra en el éter, el éter de Soave sia il vento. O Géza Anda en el tema inicial del rondó con el que concluye el último Concierto para piano número 27.

María Bayo (Fitero, Navarra, 1959). Cantante. Ha interpretado en Salzburgo los principales papeles mozartianos: Cherubino, Despina, Susanna, Fiordiligi, Doña Anna y el Ilia de Idomeneo.

01. Mis recuerdos se remontan a los años de conservatorio, cuando preparaba con Edurne Aguerri el trío Soave sia il vento, y luego el dúo de Las bodas de Fígaro que canté con Iñaki Fresán. Luego vino Salzburgo, que me proporcionó momentos muy intensos. Pero si he de quedarme con uno, escojo la Susana que hice en la Bastilla de París.

02. La gran dificultad de su música está en entender su simplicidad. No sobra ni falta una sola nota, ni siquiera en los recitativos.

03. El Réquiem de Solti. Otro que admiro en Mozart es Colin Davis.

Jacobo Cortines (Lebrija, 1946). Autor, entre otros, de los poemarios 'La primera entrega', 'Pasión y paisaje' y 'Carta de junio y otros poemas'. Traductor de Petrarca y especialista en Cernuda, ha publicado 'Don Juan' (Ediciones Cátedra).

01. Mi deslumbramiento fue en la adolescencia con la Sinfonía Júpiter. Otro, cuando pude comprarme Las bodas de Fígaro, versión de Karl Böhm. Lamentaba entonces no poder ver sus óperas en Sevilla y tener que contentarme con discos o grabaciones en cinta procedentes de Salzburgo. Con los años las cosas han cambiado y he visto todas sus óperas por los escenarios europeos.

02. Lo que más aprecio es su pureza musical y, al tiempo, su riqueza vital. En sus óperas está todo: la pasión y la frivolidad, el llanto y la risa, el patetismo y la comicidad, la tragedia y la comedia; pero no por separado, sino junto, como se da en la vida. Mozart, ¡qué se puede decir! Es la modernidad.

03. El espectáculo que más me ha entusiasmado: el Così fan tutte de Giorgio Strehler que vi en el Piccolo de Milán en 1998; más incluso que su versión del Don Giovanni que también pude ver en La Scala. Aquel Così era de una exactitud extrema, pura geometría, y a su vez juego y pasión interior. Fue la íntima y gran despedida de Strehler.

Maria Àngels Estapé (Barcelona, 1932). Alma de la asociación Amigos de Mozart. Jubilada, antes administrativa.

01. En los cincuenta iba con mi hermano al Palau, a escuchar a la Orquesta Municipal de Barcelona, dirigida por Eduard Toldrà. Mozart se tocaba poco. Alguna vez la Júpiter o algún concierto para violín. Me emocionaba.

02. La suya es música música, sentimientos que te llegan a las entrañas.

03. Recuerdo un concierto en que Maria Àngels Sarroca y Maria Àngels Miró interpretaron el dúo de Servilia y Annio de La clemenza di Tito. Nadie como Mozart ha tratado la voz.

Gabriel Jackson (Nueva York, 1921). Historiador. Vive en Barcelona. Especialista en la Guerra Civil. De estudiante fue flauta solista de la orquesta de la Putney School de Vermont. Autor de 'Mozart' (Península).

01. La flauta mágica, de Ingmar Bergman, fue para mi reveladora, una experiencia singular, por la imaginación y la fuerza de esta producción.

02. La combinación de alegría y emoción en el sentido más serio.

03. Su música masónica es lo que más me interesa. No soy másón, pero aprecio esta filosofía en Mozart, alejada de todo dogmatismo. [Una versión que ha señalado como predilecta en alguna ocasión: el Quinteto de cuerda, K614, a cargo del Cuarteto de Cuerdas Danés].

Joan Enric Lluna (Valencia, 1962). Clarinetista. Ha grabado el 'Concierto para clarinete y orquesta K622' con la Orquesta de Cadaqués, dirigida por Neville Marriner.

01. De adolescente yo escuchaba a Beethoven, Strawinski y Debussy. La revelación me llegó de mayor, con una Flauta mágica que escuché en 1985.

02. Es una música cercana que puede gustar a cualquiera. Combina la inmediatez con lo sublime.

03. Las versiones de Solti son desde hace tiempo mis preferidas. Pero ahora estoy descubriendo a Karl Böhm con la Filarmónica de Berlín. Imponente.

Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943). Escritor, dramaturgo y melómano. Alguien que escribe 'Una comedia ligera' o 'La aventura del tocador de señoras', no puede ser ajeno al sentido del humor de Mozart.

01. Mi padre era aficionado a la música y Mozart sonaba con regularidad en casa. Mi primer recuerdo consciente de inmersión mozartiana es una representación de Don Giovanni en el Liceo, siendo yo un niño o poco más.

02. No sé qué me atrae de él. ¿Pecaré de vaguedad si digo que "la música"? ¿Que la mezcla de facilidad y rigor?

03. Tres momentos de felicidad mozartiana: una representación de Las bodas de Fígaro; el Concierto número 5 de violín, K219, ejecutado por David Oistrak, y la Sinfonía número 39, K543, dirigida por Nikolaus Harnoncourt.

Antoni Negre (Barcelona, 1931). Empresario. Ex presidente de Banca Catalana, Cámara de Comercio de Barcelona y Eurocámaras europeas. De 1986 a 1991 presidió la asociación Mozartiana, impulsora de actividades en torno a su figura.

01. Mi primer recuerdo: una Marcha turca que interpreté en público a los 14 años en la escuela de Gibert Camins. Conservo en la memoria un Don Giovanni en Sevilla, con motivo de la visita de la Cámara Federal de Austria.

02. Se puede escuchar en cualquier estado de ánimo. Nunca molesta.

03. Una de las versiones que me ha hecho más feliz es unas Bodas de Fígaro en el Liceo, con dirección escénica de Peter Sellars. Su visión moderna creó un gran revuelo, pero a mí me encantó.

Paco Todó (Tortosa, 1922). Pintor. El 10 de enero inaugura una exposición en la Sala Parés de Barcelona, y el 19, en la Sala Vinçon, donde debutó hace 60 años. Mientras trabaja, escucha música. Schubert es su favorito; a continuación, Mozart.

01. En la década de los treinta, en casa escuchábamos mucha música. Ópera italiana, principalmente. Mi primer recuerdo mozartiano es Eine kleine Nachtmusik. Debía ser hacia 1931, antes de que la familia marchara a Barcelona.

02. De su música destaco la simplicidad aparente y la profundidad real.

03. La flauta mágica en versión de Karl Böhm es mi preferida, por el sentido del humor que no rebaja la emoción. Las sonatas para piano en versión de Gulda. Y, claro, La flauta de Bergman y el Don Giovanni de Losey.

Más información sobre las actividades del año Mozart, en: www.mozart2006.net.

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