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El mundo universitario recuerda la dignidad del exilio español en México

En un emotivo acto, la viuda de Lázaro Cárdenas recibe la medalla de honor de la Complutense

"Todo lo que soy se lo debo a México y, como español, tengo una deuda impagable con su pueblo y, particularmente, con el presidente Lázaro Cárdenas, que tuvo con todos los exiliados una gesta inolvidable y entrañable". Las palabras del catedrático y filósofo Adolfo Sánchez Vázquez resumieron el recuerdo y la dignidad de miles de españoles que tuvieron que exiliarse a México tras la Guerra Civil y que ayer recibieron un emotivo homenaje por parte de la Universidad Complutense de Madrid. Amalia Solórzano, la viuda de Lázaro Cárdenas, recogió en nombre de todos ellos la medalla de honor de la Universidad, y su nieto aseguró que en sus corazones "vive y vivirá siempre la bandera tricolor de España".

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En el Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid se vivió ayer la sensación de que una deuda pendiente empezaba a reconocerse. Han pasado más de 60 años y la memoria y recuerdo de la dignidad de los casi 25.000 españoles exiliados a México recibió ayer el homenaje del mundo universitario. En un emotivo acto, presidido por la ministra de Cultura, Carmen Calvo, y el rector de la Complutense, Carlos Berzosa, la viuda del presidente mexicano Lázaro Cárdenas, Amalia Solórzano, recogió la medalla de honor de la universidad y recibió el agradecimiento de los exiliados y sus familias, que estuvieron acompañados de una nutrida representación de la España de corazón republicano.

Los intelectuales españoles que tuvieron que abandonar las aulas y los laboratorios universitarios fueron acogidos con entusiasmo en numerosas instituciones académicas que en aquellos momentos se fundaban en México bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas (1934-1940). Tres de ellas, la Universidad Nacional Autónoma de México, el Colegio de México y el Instituto Politécnico Nacional de México, recibieron ayer sendas medallas de honor de la Complutense. En la universidad madrileña de la República -"una joya de la política cultural"- empezó sus estudios Adolfo Sánchez Vázquez, discípulo de ilustres cátedros como Ortega y Gasset y José Gaos, entre otros. Pero sólo pudo estar un año. "Me fui a hacer la guerra y dejé mis estudios", recordó ayer Sánchez Vázquez, que, a sus 90 años, improvisó un sentido discurso. La solidaridad de México le permitió concluir su carrera y hoy es profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México. "Mi ejemplo representa el exilio, la oportunidad que tuvimos de rehacer nuestras vidas y continuar con la obra docente y de investigación en libertad de pensamiento".

Sánchez Vázquez insistió en una idea recordada también por otros participantes: "Si bien es cierto que México se benefició de la aportación del exilio, hay que desechar por completo la idea de que el presidente Cárdenas recibió a los españoles por esa razón. No hubo ninguna selección. No se tuvo en cuenta ni el carácter, ni la ideología".

En nombre del Colegio de México, la historiadora Alicia Hernández quiso agradecer a Lázaro Cárdenas "su inversión en solidaridad" por encima de otras grandes obras: "Hubo en México una vía alternativa para reconstruir un mundo más solidario".

En el mismo sentido se pronunció el rector Berzosa: "Si la universidad no transmite paz, libertad, justicia y solidaridad no estará cumpliendo su misión", dijo, y lamentó que en tantos años de democracia "la universidad no se haya acordado de sus exiliados". "La sangría de científicos y literatos que sufrieron las aulas españolas con el golpe de Estado franquista (algunos de ellos fusilados) dejó la universidad a oscuras. México supo acoger aquel potencial y darles la oportunidad de seguir construyendo la memoria española más allá del océano", añadió Berzosa. A ello también se refirió Jesús Ávila, en representación del Instituto Politécnico de México, quien recordó la "ayuda extraordinaria" que prestaron los 53 técnicos que llegaron a esa institución, cuyos nombres recuerda para siempre una placa en el patio del centro.

La ministra de Cultura, Carmen Calvo, agradeció a México la posibilidad que facilitó a "los artesanos, obreros, panaderos, agricultores e intelectuales, de encontrar una nueva patria". "Recién llegada, María Zambrano dio clases en Morelia, donde explicó el sentido de la libertad mientras las tropas franquistas bombardeaban España", dijo.

Conmovido, el poeta José Manuel Caballero Bonald, agradeció "como escritor y republicano", a la familia Cárdenas el apoyo prestado. Al homenaje también asistieron Santiago Carrillo, Gaspar Llamazares, el socialista madrileño Rafael Simancas o la concejala de IU en Madrid Inés Sabanés. Y artistas e intelectuales como Ana Belén, Víctor Manuel, Joaquín Sabina, Rosa León o José Luis Sampedro.

Amalia Solórzano, en el centro, junto a su hijo Cuauhtémoc, a la derecha; la ministra de Cultura y Carlos Berzosa, a la izquierda, en la Complutense.
Amalia Solórzano, en el centro, junto a su hijo Cuauhtémoc, a la derecha; la ministra de Cultura y Carlos Berzosa, a la izquierda, en la Complutense.

Agricultores e intelectuales

Fueron tantos los intelectuales españoles de renombre depurados en la universidad y expulsados por la Guerra Civil, y tanta la actividad que desarrollaron en México, que la idea que se tiene del exilio español es que era fundamentalmente académico. Las cifras demuestran que eso está lejos de la realidad. Las costas mexicanas, a las que llegaron cerca de 25.000 españoles huyendo de la miseria y de las balas franquistas, recibieron, según los datos que ayer aportó la ministra de Cultura, Carmen Calvo, un 60% de agricultores, un 30% de técnicos y obreros cualificados y un 10% de intelectuales.

Los primeros en acudir a aquella dolorosa cita con el exilio fueron los niños. En 1937 Lázaro Cárdenas abrió las puertas de su país para que los más pequeños, 460 niños, muchos de ellos huérfanos, pudieran refugiarse de la guerra española. Después llegaron muchos más. No se hicieron distingos, según se recordó ayer en la Universidad Complutense. El presidente mexicano ordenó a su gabinete que se articularan medidas "para acoger a todo español que lo requiriera", dijo ayer la historiadora Alicia Hernández. México salía entonces de una profunda crisis, "pero no olvidó el fundamental respeto por el derecho constitucional".

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