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50ª SEMANA INTERNACIONAL DE CINE DE VALLADOLID

Julia Solomonoff narra una sólida historia sobre el desgarro de la dictadura argentina

Se proyecta el filme 'Soy Cuba', realizado entre 1962 y 1964 por Mijaíl Kalatozov

Una película hispano-argentina, Hermanas, de Julia Solomonoff, protagonizada por Ingrid Rubio y Valeria Bertuccelli, sensible acercamiento a las disensiones y al amor entre dos hermanas separadas por la tragedia de la dictadura argentina, ayudó ayer a mantener el nivel alto en que se suele mover la selección oficial. Fuera de competición se proyectó Iberia, de Carlos Saura. Y en Tiempo de Historia, un rescate del pasado, Soy Cuba, del soviético Mijaíl Kalatozov, documento sobre la revolución cubana que en su día, 1964, no gustó ni a soviéticos ni a cubanos.

Hermanas cuenta, con un tono en presente sólidamente realista y evocaciones en pasado con la pátina de la tragedia, el reencuentro, en Estados Unidos, en 1984, de dos hermanas separadas por el golpe de estado de Videla y sus conmilitones. Ocho años después de la desaparición del novio de una de ellas (Rubio), y mediando entre ambas un secreto que la película terminará desvelando, el filme muestra de qué manera un hecho externo, el golpe y la represión, se han hecho carne en la cotidianidad de dos hijas de la burguesía ilustrada y judía, el sector que más sufrió la represión militar. Todo ello bajo la atenta mirada del hijo de la hermana mayor (Bertuccelli), un avispado niño a quien le han contado muchas cosas, pero que deberá aprender por sí mismo otras muy distintas.

Con mirada serena, Solomonoff, ayudante de dirección de, entre otros, Carlos Sorín, Walter Salles e Isabel Coixet, cuenta esta historia sin caer ni en maniqueísmos ni, es esencial para entender los logros del filme, en sensiblerías de ningún tipo.

El resultado es una película equilibrada y concisa, que probablemente fuera mucho más importante si se hubiera rodado en la época en que transcurre, pero que, de todas formas, deja abiertas muchas preguntas y ayuda a entender cómo gravitan aún sobre la sociedad argentina las heridas y las culpas de una guerra civil encubierta y una represión sencillamente monstruosa.

Soy Cuba, rodada y montada entre 1962 y 1964, sin ninguna premura comercial -se esperaba de ella que fuera algo así como el canto eisensteiniano a la revolución cubana-, por uno de los grandes directores soviéticos, Mijaíl Kalatozov, e increíblemente fotografiada por Serguéi Urusevski, es una belleza de película. Soy Cuba es un indescriptible documento histórico, una pieza de orfebrería que durmió en el silencio de las filmotecas tras casi cuatro décadas de incomprensión: los soviéticos se sintieron incómodos con su estética de cine mudo y grandilocuencia retórica y los cubanos no se encontraron representados en ella.

Pero hace pocos años, Martin Scorsese y Francis Coppola vieron el filme y se enamoraron de él, momento en que fue exhumado y proyectado, el pasado año, en Cannes. Es un producto del pasado, sí, pero es tan impactante que merece, sin duda alguna, los honores de un estreno.

La directora Julia Solomonoff (a la derecha) y la actriz Ingrid Rubio, ayer en Valladolid.
La directora Julia Solomonoff (a la derecha) y la actriz Ingrid Rubio, ayer en Valladolid.EFE
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