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Reportaje:

Minas de agua contra la sequía

La Confederación del Segura ordena usar para regadíos cinco hectómetros cúbicos acumulados en dos explotaciones mineras

La escasez de agua en la cuenca del Segura, con los pantanos al 13% de su capacidad y los regantes pidiendo que se liberen los denominados embalses muertos, ha obligado a la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente y que controla la gestión del agua en la Región de Murcia, en el sur de Alicante y de Albacete y parte de Andalucía, a buscar recursos incluso debajo de las piedras.

El comisario de Aguas de la CHS, Manuel Aldeguer, ordenó a sus técnicos que utilizaran el agua que desde hace varios años inunda dos minas, una de magnetita en Cehegín (Murcia) y otra de azufre en Hellín (Albacete), abandonada, para llevar los alrededor de cinco hectómetros cúbicos a los embalses de la Comunidad de Regantes del Argos y a las explotaciones agrícolas que no tienen dotación del trasvase Tajo-Segura, las más necesitadas según ha reiterado el comisario de Aguas. El contenido de esas minas se ha convertido, en plena sequía, en una auténtica mina de oro en forma de agua, comentan desde la Confederación.

Estos recursos hídricos son de perfecta calidad, según aseguran los técnicos
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Para superar la crisis, además de recurrir a los pozos de sequía de la cuenca que se han abierto estos últimos días, sobre todo en la Vega Baja murciana y alicantina, la Confederación se ha visto impedida a echar mano de reservas que desde hace 15 años están inmovilizadas en dos minas, una de ellas aún en producción a cielo abierto, que podrían albergar unos cinco hectómetros cúbicos de agua, según las mediciones de los técnicos de la Confederación.

Desde la semana pasada cuatro bombas, dos de ellas procedentes de Reino Unido, vierten al río unos 300 litros por segundo. Aldeguer, que tomó la decisión tras hablar con los propietarios de las dos explotaciones mineras, es consciente de la necesidad de la huerta y explica que recurrió a las dos empresas para que "no quede ni un solo litro de agua disponible en la cuenca que no se utilice para los regadíos".

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Francisco José Lorente Pallarés, gerente de la empresa que explota los estériles de la mina La María de Cehegín, está muy ilusionado con la decisión de la Confederación. "Cuando se pusieron en contacto conmigo en la CHS no me lo podía creer, ya que han pasado varias sequías. Lo único que les dije es que no perjudicaran a mi producción, que desde hace varios años no es de magnetita, ya que este mineral de hierro está justo en la parte inundada, por lo que nos tenemos que conformar con los estériles", comenta el gerente.

Un trabajador de la CHS y otro de la empresa pública Tragsa, que instalará el motor y las tuberías para evacuar el agua al río, acudieron a esta mina por segunda vez para concretar los trabajos que realizará la Confederación del Segura, con la finalidad de "utilizar lo antes posible" los recursos que han permanecido en la mina tras la última inundación, en 1989, cuando su propietaria era Altos Hornos de Vizcaya (AHV). "La mina tenía una importante veta de magnetita, que es un mineral de hierro muy importante para las grandes empresas del sector. Tanto era así, que la propia empresa Altos Hornos de Vizcaya, que cerró hace varios años, era la encargada de explotarla, y cuyos trabajadores eran miembros de mi familia", comenta el gerente de la firma, que emplea a siete trabajadores.

Para Lorente, el bombeo del agua no es sólo un acto de altruismo, sino que sin los miles de litros que ahora alberga la mina podrá volver a explotar la magnetita, "si los lodos lo permiten, ya que junto al agua había mucha maquinaria que se quedó en el fondo, lo que dificultaría mucho los trabajos".

La mina ya se inundó el 1987, cuando los trabajadores de AHV tuvieron que sacar el agua, que se coló tras una crecida del río Quípar, que pasa a escasos metros. Pero la inundación de 1989 y que "los precios de la magnetita, sobre todo la de Brasil, eran mucho más bajos, decidieron a los responsables de la empresa pública, ya con muchos millones de pérdidas, a abandonar la producción, que quedó en manos de mi familia, que ya había explotado mi padre 40 años antes", añade.

Tras varias visitas a la mina y analizar la composición del agua, los técnicos de la Confederación aseguran que es perfectamente posible utilizarla en los sedientos regadíos murcianos. El interés de los regantes y el del empresario coinciden. Miel sobre hojuelas.

Ignacio Genovés, geólogo de la CHS, es el encargado de visitar ambas minas y dar el visto bueno técnico a la explotación del agua ideada por el comisario de Aguas. Genovés explica: "Este agua ha permanecido aquí durante varios años, sin filtraciones, aunque tampoco se podría descartar que hubiera intercambios con el río Quípar". La de Hellín, al sur de la provincia de Albacete, pero en la cuenca del Segura, tiene también ciertos problemas para evacuar el agua, destaca Aldeguer, quien mantiene, que "tras los análisis realizados por la CHS, los recursos de esta mina son de perfecta calidad, por lo que podría ser utilizada para regar los campos de forma inmediata".

El único problema, argumentan los técnicos, es que la mina era de azufre, por lo que pese a contar con la evaporación del ácido sulfhídrico, "el agua saldría con un olor pestilente, que podría incomodar a los vecinos, por lo que estamos pensando instalar unas tuberías de mayor longitud para alejarnos de las zonas pobladas", explica Aldeguer. Aunque las conversaciones con los propietarios de la mina no están cerradas, la CHS está decidida a instalar una tubería de tres metros de longitud para evitar los malos olores, y llevar el agua hasta los arrozales que son denominación de origen de Calasparra, estánen las provincias de Albacete y Murcia.

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