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Brasil, dividido ante el 'referéndum del desarme'

Los brasileños votan el domingo, en un inusual plebiscito, si desean prohibir o no la venta de armas a quienes no tienen autorización legal para usarlas

Los brasileños tienen el próximo domingo una cita con más de 400.000 urnas electrónicas para decidir, con voto obligatorio y en un inusual plebiscito popular, si prohibir o no la venta de armas a quienes no estén autorizados por la ley para usarlas. Es lo que se ha llamado el referéndum del desarme.

Si en un principio los sondeos daban al sí a la prohibición de la compra de armas un 80% de los votos, a dos días de la consulta y con las luces de la publicidad ya apagadas, las encuestas dan una victoria al no, lo que supondría una derrota para el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, que ha apoyado la prohibición.

Según una encuesta publicada ayer, el no ganaría con un 53% y el sí, con un 34%. Los demás eran aún votos nulos o de indecisos. Los motivos del vuelco en la tendencia de voto y de la posible derrota de los pacifistas, que prefieren una sociedad sin armas, son varias y complejas, según analistas y sociólogos.

En primer lugar, en la campaña publicitaria ha desempeñado un importante papel la agresividad de los defensores del no, mayor que la de los del sí. Con lemas impactantes —"el Gobierno quiere desarmar a las víctimas de la violencia", "el sí alegrará a narcos y asaltantes ante una sociedad desarmada"...—, el miedo ha ido adueñándose paulatinamente de los electores.

A esto hay que añadir otro argumento de peso, que el intelectual Paulo Guedes glosó con fuerza en el diario O Globo: el sí supondría aceptar un recorte de las libertades fundamentales del ciudadano, como el derecho a la legítima defensa. Guedes recuerda que el Gobierno de Lula ya había intentado, aunque sin éxito, recortar la libertad de los medios de comunicación con la propuesta de la llamada ley mordaza. También propueso la creación de una agencia para controlar los recursos en el sector de las artes. Por eso, según el último sondeo, quienes más apoyan el sí son los que también aprueban la actuación del Gobierno. Y, por el contrario, los más descontentos con Lula aseguran que votarán no.

Según sociólogos y psicólogos, el referéndum del desarme, además de coincidir con las críticas al Gobierno por el aumento de la criminalidad a mano armada, sobre todo en las grandes ciudades, ha estado mal planificado. Como ironizó el más importante novelista del país, João Ubaldo Ribeiro, hay que votar sí para que se prohíba el comercio de armas y hay que votar no para que sea lícito seguir comprando armas. En las urnas, además, la primera opción de voto que aparece es el no —es decir, un sí a las armas— y la segunda, el sí —no al armamento—. No será de extrañar, pues, que mucha gente, especialmente entre las capas menos alfabetizadas, se confunda a la hora de votar.

Hubo una iniciativa que pretendía llevar juntos a la televisión a Lula y a su rival político, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, para apoyar el sí. Sin embargo, la crisis política causada por los escándalos de corrupción, que ha agudizado la agresividad entre Gobierno y oposición, hizo inviable la idea. Intelectuales y políticos se dividieron ante el dilema y la opinión pública fue sintiéndose cada vez más perpleja.

Las cifras de la violencia y de las muertes por arma de fuego en Brasil son elocuentes: 40.000 personas, en su mayoría jóvenes, son asesinadas anualmente. Brasil es un país que, con el 2,8% de la población del planeta (180 millones), cuenta con el 11% de los asesinatos por bala del mundo.

¿Podría disminuir ese dato escalofriante con la prohibición del comercio de armas? Según quienes el domingo votarán sí, no existe duda de ello. Por el contrario, los que votarán no están convencidos de que quienes deseen poseer un arma seguirán consiguiéndola en el mercado ilegal, lo mismo que sucede con la droga. Los que votan sí alegan que desean para el futuro de sus hijos, al menos como una utopía, una sociedad y un mundo con menos armas y con una mayor apuesta por la paz y el diálogo, y no un mundo blindado de pistolas y fusiles por miedo a la violencia que, según ellos, acaba engendrando nueva violencia.

El domingo se sabrá a quiénes han dado la razón las urnas.

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