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CATÁSTROFE EN EE UU

La OTAN aprueba una operación naval y aérea para ayudar a EE UU en el desastre del Katrina

La mala gestión del desastre sacude al Gobierno de Bush, cuya popularidad cae un 40%.- El jefe de Emergencias, relevado del trabajo sobre el terreno aunque sigue al frente del organismo

El Consejo Atlántico, máximo órgano político de la OTAN, ha acordado esta tarde movilizar los medios logísticos y de transporte naval y aéreo necesarios para hacer llegar a Estados Unidos la ayuda destinada a los damnificados por el Katrina. Mientras las autoridades aseguran que no hay tantos cadaveres como esperaban en Nueva Orleans, la popularidad del presidente George W. Bush ha caído un 40%, el mayor envés desde que asumió su cargo. La primera víctima política es Michael Brown, director de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA), que ha sido relevado de su trabajo sobre el terreno pero que, paradójicamente, seguirá al frente del organismo.

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"Los aliados han aprobado una operación naval, con elementos aéreos, para llevar suministros de emergencia desde Europa a EE UU con el fin de ayudar a este país a recuperarse del Katrina", ha anunciado el secretario general de la organización, Jaap de Hoop Scheffer. Se trata, por un lado, de "dos o tres barcos" de transporte de vehículos pertenecientes al componente naval de la Fuerza de Respuesta de la OTAN, con una capacidad de carga para 600 grandes camiones con remolque. La Alianza también ha ofrecido varios aviones, aunque De Hoop no ha precisado su número. Fuentes aliadas señalan que se trata de aparatos Boeing 707 que forman parte de la flota de AWACS.

"Esta operación aumentará fuertemente los recursos para llevar ayuda a EE UU", ha añadido De Hoop Scheffer, quien ha subrayado que la decisión fue rápida y fácil de tomar. El secretario general ha recordado que la ayuda de la OTAN responde a una petición por parte de EE UU, pero ha puntualizado que su motivo es "el inmenso sufrimiento en las regiones devastadas por el huracán". Mientras tanto, las autoridades han subrayado esta tarde que, por el momento, no se han encontrado en Nueva Orleans tantos cadáveres como se esperaba. Terry Ebbert, el jefe del Departamento de Seguridad Nacional de Luisiana, ha indicado que, las primeras batidas llevadas a cabo en la ciudad en busca de cadáveres, indican que la cifra de muertos por la catástrofe "no será tan alta como se había previsto".

Un vicealmirante al frente del rescate

El alcalde de Nueva Orleans, Ray Nagin, había estimado que el número de muertos en podría alcanzar los 10.000. Los equipos de rescate de la ciudad se encuentran ahora inmersos en una doble tarea: por un lado de persuadir a todo el mundo para que se vaya de la ciudad y evitar así enfermedades, y por otro recoger los cadáveres. Pero Katrina ya se ha cobrado su primera víctima política, el hasta hoy director de la FEMA, Michael Brown, relevado de sus funciones como coordinador de las labores de ayuda y rescate sobre el terreno devastado por Katrina. Michel Chertoff, el secretario de Seguridad Nacional, ha anunciado a última hora de la tarde que Brown, blanco de todo tipo de críticas por su desacertada gestión para responder al desastre, será sustituido por el vicealmirante y jefe de Personal de la Guardia Costera, Thad Allen.

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En el fuego cruzado de acusaciones desatado tras el ciclón ha quedado patente que los principales responsables de asistir a los afectados tenían poca experiencia en ese campo, especialmente Brown, tal y como publica hoy la prensa, pese a que el propio Bush respaldó hace una semana y calificó su trabajo como "inmenso". La respuesta al desastre ha dejado insatisfechos a la mayoría de los estadounidenses, que según las encuestas consideran que Bush debería haber hecho más, y buena parte del Congreso, incluidos muchos republicanos, reclama cabezas.A las críticas se ha sumado hoy el ex secretario de Estado Colin Powell, quien ha afirmado a la televisión que "ha habido muchos fallos a muchos niveles, local, estatal y federal". Powell piensa además que la raza ha sido un factor fundamental en la lentitud de las ayudas a las víctimas.

Las críticas han hecho mella en la popularidad de Bush. Dos sondeos realizados en EE UU esta semana sitúan su nivel de popularidad en las cotas más bajas desde que asumió su mandato. Según el Centro de Investigaciones Pew, sólo un 40% de los estadounidenses apoya la gestión de su presidente, mientras que un 52 por ciento la desaprueba. Además, el 67% opina que Bush podría haber acelerado la respuesta federal a la catástrofe. Otra encuesta, elaborada por la empresa Zogby America, señala que el apoyo ciudadano a su líder ha caído hasta el 41%, el nivel más bajo de su historia presidencial.

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