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GIRA DE BUSH POR ASIA

Bush exige a China reformas políticas en vísperas de su llegada a Pekín

El presidente de EE UU pone a Taiwan como ejemplo de democracia al iniciar una gira por Asia

George Bush eligió ayer el peor escenario posible para criticar a China: Japón, vecino con el que Pekín mantiene unas tensas relaciones. El presidente de Estados Unidos exigió al Gobierno de la República Popular que amplíe la libertad política y religiosa, y que emule la evolución de Taiwan -que China considera una provincia rebelde- "de la represión a la democracia". La reacción de Pekín no se hizo esperar. El ministro de Exteriores, Li Zhaoxing, declaró que China "no tolera injerencias en sus asuntos internos", ya que "Taiwan es una parte inseparable de China".

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El ministro hizo estas declaraciones en la ciudad surcoreana de Busan, pero al margen del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) en el que participa. Precisamente, la cumbre de la APEC es la que ha dado origen a la gira asiática del presidente Bush, que, además de Japón y Corea del Sur, le llevará a China y Mongolia.

Aunque reconoció que Pekín, adonde llegará el sábado, ha adoptado medidas que impulsan su apertura, Bush aseveró que "todavía no ha completado el viaje", mientras que Taiwan, donde se refugiaron en 1949 los nacionalistas al perder la guerra civil contra los comunistas, es un modelo para Asia por ser una sociedad democrática y libre.

"El moderno Taiwan es libre, democrático y próspero. Al aceptar la libertad a todos los niveles, Taiwan ha dado libertad a su pueblo y creado una sociedad china libre y democrática", señaló en un discurso pronunciado en Kioto, la antigua capital imperial japonesa, en el que destacó, igualmente como ejemplos de democracia, los casos de Corea del Sur y Japón.

Washington reconoce una sola China, es decir, con Taiwan en ella, y rechaza la independencia formal de la isla, de la que es el mayor suministrador de armas y a la que se ha comprometido a ayudar a defenderse si es atacada.

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Bush afirmó que el empeño de China por reforzar su economía no debe dejar de lado la concesión de mayores libertades para sus 1.300 millones de habitantes. Para el presidente estadounidense es evidente que "el pueblo chino quiere mayor libertad de expresión para practicar una religión y para imprimir la Biblia y otros textos sagrados sin ser controlada por el Estado y sin temor al castigo", tema en el que incidirá en su prevista visita en Pekín a una iglesia cristiana oficialmente reconocida.

"Según reforma su economía, sus líderes perciben que cuando se abre la puerta de la libertad, aunque sea un poco, ya no la pueden cerrar, pues a medida que aumenta la prosperidad del pueblo chino, su exigencia de libertades también será superior".

En una conferencia de prensa conjunta con el primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, Bush subrayó que su mensaje era "universal". "Se lo digo a los chinos, al igual que a otros. Una sociedad democrática es en vuestro interés", dijo el presidente estadounidense.

Las relaciones entre Japón y China están llenas de tensiones por motivos históricos, como la invasión japonesa de China de la primera mitad del siglo XX. También hay problemas actuales, como los derivados de la rivalidad de ambos países por hacerse con los recursos energéticos necesarios para alimentar sus imparables economías y por las visitas de Koizumi al santuario sintoísta de Yasukuni en Tokio, donde se venera a los caídos en combate, incluidos los mayores criminales de guerra, lo que tanto China como Corea del Sur consideran un símbolo del amargo pasado militarista nipón.

Bush criticó también a Myanmar (la antigua Birmania) y a Corea del Norte al decir que, a diferencia de China, "no han dado ni siquiera los primeros pasos hacia la libertad".

En Kioto, unos 400 manifestantes, la mayoría no japoneses, protestaron de forma pacífica contra la visita de Bush, quien celebró en esa ciudad con Koizumi, uno de sus mayores aliados en el mundo y el principal en Asia, una cumbre.

De izquierda a derecha, Laura y George Bush con Junichiro Koizumi, ayer en el Pabellón Dorado de Kioto.
De izquierda a derecha, Laura y George Bush con Junichiro Koizumi, ayer en el Pabellón Dorado de Kioto.REUTERS

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