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México se promociona con ladrillos

Los autobuses turísticos paran delante de la embajada de México en Alemania. Arquitectos, críticos, urbanistas, políticos e historiadores la ponen como ejemplo positivo cuando describen la nueva Berlín. La embajada de México, la primera representación arquitectónica de este país en todo el mundo que se ha diseñado con tales objetivos, se ha convertido incluso en protagonista de anuncios publicitarios y de películas de cine.

Tras cinco años de existencia, el edificio diseñado por Teodoro González de León y Francisco Serrano para representar a México en la capital alemana se ha convertido en una de sus grandes atracciones. El embajador de México, Jorge Castro-Valle Kuehne, señaló ayer, en la apertura de una noche dedicada a la arquitectura mexicana con motivo del 5° aniversario de la embajada, que este edificio es "un valioso instrumento de promoción de la imagen de México en Alemania."

Las relaciones diplomáticas entre Alemania y México comenzaron en 1853 y en 1941 se interrumpieron a causa de la Segunda Guerra Mundial. Desde 1952 hasta 2000, la embajada se encontraba en Bonn, en el oeste de Alemania. Durante la época de la RDA había otra en Berlín oriental.

El edificio está situado en el barrio diplomático de Tiergarten, a pocos metros del parque central de la ciudad. Allí nacieron iconos de la arquitectura contemporánea y resucitaron edificios que fueron abandonados cuando se dividió Alemania.

La embajada de México ignora a sus vecinos. Los arquitectos crearon un edificio cúbico que resalta a causa del blanco de su fachada y su diseño abstracto. El exterior de la creación de González de León y de Serrano impide distinguir la estructura interior y adivinar desde afuera la claridad de los espacios que la caracterizan. Una mezcla de losas y trozos de mármol sustituye la habitual de arena y piedras. Ello hace que la fachada brille en el sol. Cuarenta pilares verticales que se inclinan hacia adentro se abren hacia la entrada como si fueran una cortina que invita a entrar.

La monumental puerta de entrada de la embajada contrasta, sin embargo, con la apertura del edificio. Es dorada y maciza. Esta ambivalencia es propia de los mexicanos, según dijo uno de los dos arquitectos del edificio, Francisco Serrano, quien acudió a la celebración y dio una conferencia sobre sus actuales proyectos.

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El arquitecto, que recientemente finalizó la embajada de México en Guatemala y la división de arte de la Universidad Iberoamericana en México D. F., afirmó ayer que su edificio berlinés "debe hablar solo, ya que ha hablado solo durante los últimos cinco años."

Los elementos que preocuparon a Serrano en Berlín y que le proporcionaron un reconocimiento nacional e internacional caracterizan asimismo la terminal 2 del aeropuerto de la capital mexicana.

Igual que en Berlín, Serrano y sus socios han cuidado el manejo de la luz, tanto natural como artificial, e intentaron traducir a un lenguaje arquitectónico la identidad mexicana: el apego a la tradición y la visión del futuro.

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