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ELECCIONES EN VENEZUELA

Chávez despliega un Ejército paralelo

Los militares apoyan el plan del presidente de formar cuerpos con miles de reservistas y voluntarios

El Gobierno del presidente venezolano, Hugo Chávez, encara una nueva política militar que inquieta a los enemigos de dentro y fuera de sus fronteras. La creación de un contingente de reservistas y guardias territoriales como complemento de las Fuerzas Armadas para la defensa de la nación, la compra de material militar a varios países, entre otros España, y la voz de alarma de las autoridades ante supuestos planes agresivos de Estados Unidos posibilitan una influencia creciente del aparato armado en las estructuras de poder. La oposición acusa a Chávez de militarizar la política.

La nueva Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional, promulgada en septiembre pasado, condensa el ideario militar predominante, con algunos cambios especialmente significativos. Dos nuevos cuerpos especiales, la Reserva Nacional y la Guardia Territorial, velarán por la defensa nacional junto a los otros cuatro componentes clásicos de la Fuerza Armada, es decir, Ejército, Marina, Aviación y Guardia Nacional.

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Los reservistas -veteranos que prestaron el servicio militar- y los guardias territoriales -voluntarios para hacer frente a cualquier agresión interna o invasión de fuerzas extranjeras- dependen directamente del presidente de la República, al margen de la cadena de mando de las Fuerzas Armadas. El detalle no es menor, en opinión de los partidos opositores, que acusan a Chávez de crear una guardia pretoriana al servicio del presidente.

El artículo 41 de la nueva ley señala que "el presidente de la República tiene el grado militar de comandante en jefe y es la máxima autoridad jerárquica de la Fuerza Armada Nacional". Prevé, asimismo, la reincorporación del personal militar retirado por necesidad de servicio. La ley anterior establecía, sin más, que el presidente es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. "Al recuperar el grado militar, Chávez es de nuevo militar en activo

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[había sido dado de baja como teniente coronel después del intento de golpe de febrero de 1992]", observa Teodoro Petkoff, director del diario de oposición Tal Cual. "Es una muestra de la militarización de este régimen autocrático, que todo lo concentra en manos del presidente", añade.

La Comandancia General de la Reserva Nacional y de la Movilización Nacional tendrá su sede en el antiguo Museo de Historia Militar, en el barrio 23 de Enero, situado en un lugar estratégico cerca del palacio presidencial de Miraflores. En la puerta de acceso, un cartel convoca a los venezolanos entre 18 y 50 años a inscribirse en la Reserva Nacional, "garantía de seguridad y defensa nacional".

Todos los jefes de unidades de reservistas son militares en activo, como el general Mario Arveláez, segundo comandante de la Reserva Nacional, que mantiene su despacho en Fuerte Tiuna, una de las mayores guarniciones de Venezuela. "No podemos permanecer de brazos cruzados ante quienes se oponen a nuestro proyecto político, que trata de alcanzar una revolución, un cambio de las estructuras del Estado", dice el general. "Tenemos un ideólogo, Simón Bolívar, y un líder, Hugo Chávez". Mario Arveláez, de 50 años (29 de servicio), es abogado y especialista en Derecho Penal y Militar. Se trata de un general que reivindica el papel de "vanguardia revolucionaria" para las Fuerzas Armadas, "en los programas de educación, salud, nutrición, seguridad..." y que entiende el Ejército como la expresión del pueblo en armas.

Desde el golpe del 11 de abril de 2002, que a punto estuvo de derrocarle, Chávez ha llevado a cabo una purga en las filas militares para colocar en los puestos clave a jefes y oficiales de confianza probada. El teniente coronel Pablo Antonio Cabarga, de 45 años, con 20 de servicio, explica que los guardias territoriales y reservistas suman 120.000 hombres. Desde septiembre pasado se han alistado 50.000 voluntarios, y el objetivo, precisa Cabarga, es incorporar 50.000 nuevos reservistas cada seis meses. "Las amenazas pueden venir del exterior por ser Venezuela un país petrolero y rico en recursos. Tememos acciones hostiles. Hoy vivimos una guerra de baja intensidad a través de los medios de comunicación. Luego vendrá la guerra psicológica", pronostica el jefe militar.

En el patio de armas del antiguo Museo del Hospital Militar 200 reservistas recogen los uniformes antes de su incorporación al Plan República, diseñado para garantizar la seguridad de las elecciones de hoy. Son veteranos que superan en su mayoría la cincuentena, y que acuden cada fin de semana a entrenarse. "Igualito como si estuviera haciendo el servicio militar. Hacemos orden cerrado, prácticas de tiro, maniobras", dice Diego Ramírez, de 49 años. Los jefes les han dicho que les cambiarán sus armas, los viejos FAL del Ejército, cuando lleguen a Venezuela los 100.000 fusiles AK-47 que el Gobierno ha comprado a Rusia. "Estas armas reemplazarán a los fusiles que tienen nuestras Fuerzas Armadas desde hace 40 años", dice el general Arveláez.

"No es hora de gastos militares", replica José Machillanda, director de la cátedra Simón Bolívar de la Universidad del mismo nombre y experto en sociología militar. "El instrumental puede ser viejo, pero lo que cuenta es su operatividad y mantenimiento". Machillanda es muy crítico con la política militar de Hugo Chávez, especialmente en lo que se refiere a la Reserva Nacional. "Se quiere crear una fuerza inconstitucional, que no se justifica porque no hay ninguna situación de emergencia. Los reservistas proceden de los círculos bolivarianos, cercanos al chavismo, sin conocimiento militar, que acuden al cuartel para recibir dinero y comida. Es una fuerza paralela para administrar la violencia cuando le convenga al Gobierno".

Desde una posición contraria, el general Francisco Arias Cárdenas defiende un cambio en el modelo de defensa. "Con un Ejército convencional ya se ve lo que pasó en Irak. No es lo mismo que un pueblo armado".

Infantes de Marina venezolanos participan en un simulacro de invasión en la localidad de San Juan de las Galdonas.
Infantes de Marina venezolanos participan en un simulacro de invasión en la localidad de San Juan de las Galdonas.PASQUAL GORRIZ

Simulacro de invasión

La localidad de San Juan de las Galdonas (en el Estado venezolano de Sucre), a 500 kilómetros al este de Caracas, vivió recientemente un simulacro de invasión de una potencia extranjera. La operación, la última organizada por las Fuerzas Armadas antes de las elecciones, movilizó a un buque de desembarco, fragatas, helicópteros y a un millar de hombres, y contó con la participación de los pobladores de la península de Paria.

De buena mañana, unos 40 infantes de marina armados con fusiles automáticos livianos (FAL), el arma reglamentaria del Ejército desembarcaron de dos lanchas en la playa Barlovento de San Juan de las Galdonas. La población local los recibió con gritos de "fuera invasores", mientras los soldados, impávidos, avanzaban entre la multitud. Algunos recibieron empujones de jóvenes y hombres que intentaron en vano impedir su avance, otros fueron rodeados por mujeres y niños que gritaban "¡libertad!" y "¡fuera gringos!".

Tres fragatas dispararon desde lejos salvas inaudibles como fuego de apoyo. Después de varios intentos el buque de transporte se acercó a la orilla para desembarcar camiones, jeeps, una cisterna y un vehículo de comunicaciones que enfilaron hacia el pueblo con ayuda de los soldados que nivelaran la arena con palas excavadoras.

El simulacro de una invasión de una potencia extranjera fue el punto culminante de la operación Armada Bolivariana, que se inició el pasado 12 de octubre. El Ejército venezolano ha realizado en los últimos tiempos varias acciones de resistencia en caso de invasión o ataque, que incluyeron maniobras y ejercicios de simulación de desembarcos del enemigo.

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