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García Márquez conspira por la paz

El premio Nobel apadrina las negociaciones entre el Gobierno colombiano y el ELN

"Llevo conspirando por la paz en Colombia casi desde que nací", bromea Gabriel García Márquez en su casa de La Habana, que tantos secretos guarda. Son las 10 de la noche del viernes, y por aquí sigue desfilando gente: amigos, senadores, secretarios de Estado, embajadores... Gabo escucha, reflexiona en voz alta, aconseja sólo a veces. Hace unas pocas horas, el escritor participó en el acto de inauguración del "diálogo exploratorio" entre el Gobierno de Álvaro Uribe y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), y su presencia en la fría sala de conferencias fue como un bálsamo.

Alrededor de él, risas, complicidades, tertulia... un soplo de optimismo. "Maestro, ya podemos destaparnos", le dice Moritz Akerman, uno de los cinco garantes ciudadanos de la reunión entre la guerrilla y el Gobierno. Escondido detrás de sus gruesas gafas, sonriendo, Gabo responde: "Si, ya era hora, ya está bien de clandestinaje".

"Estuve en todas las conversaciones que fracasaron. O sea, en todas", dice Gabo
Muchos piensan que el respaldo de García Márquez es vital para favorecer la confianza

Otro político colombiano se acerca: "Gracias a usted y a todo lo que hizo calladamente. Por ese trabajo, que nadie sabe, es que ha sido posible llegar hasta aquí y que se dé este proceso de unidad...". De nuevo Gabo, disfrutando como un niño grande, suelta una frase de calibre, digna de una de sus novelas: "Lo único que a mi me queda es la terquedad".

Llegan por fin los protagonistas al hotel Palco de La Habana, el lugar escogido para los discursos inaugurales. Y al primero que todos saludan es a él. "Maestro...", le dice Antonio García, el jefe militar del ELN, que encabeza las conversaciones por la guerrilla. Entra poco después Luis Carlos Restrepo, Alto Comisionado para la Paz, que representa al Gobierno, y se escucha de nuevo en la sala: "Maestro....".

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"Luego nos tenemos que ver", le dice Bernardino León, secretario de Estado de Asuntos Exteriores de España, que junto a Noruega y Suiza integran el grupo de países acompañantes de las conversaciones. El "diálogo exploratorio" que comienza -durará hasta el jueves- no será sencillo; lo sabe Gabo, lo saben los implicados y la comunidad internacional.

Empieza el acto, y con las primeras palabras se pone en evidencia hasta que punto el conflicto colombiano es complejo y lo es aún más su solución. Antonio García pide construir un nuevo "diseño de proceso de paz". "El centro de nuestra propuesta es atacar las causas que originaron y continúan reproduciendo el conflicto: la injusta estructura social que acrecienta la pobreza y acentúa la desigualdad social, el sistema político que bloquea e impide la participación de las mayorías en el Gobierno de sus destinos, y una economía que siempre favorece al gran capital".

Hay caras de circunstancias en la sala. Pero los rostros de Gabo y de otro invitado especial, el ex guerrillero del M-19 Antonio Navarro Wolf, hoy senador, están absolutamente serenos, imperturbables, como en una partida de póquer que ellos ya hubieran jugado.

Restrepo, en su turno, admite: "No quiero desconocer el profundo abismo que nos separa del ELN". Pero deja una puerta abierta. "Queremos adelantar un diálogo respetuoso, sin agravios".

Hace días, al recibir al grupo de garantes de la sociedad civil, García Márquez pidió a los delegados colombianos que le dieran razones para el optimismo. Después de escucharlos les dijo que ninguno le había convencido. "Pero si ustedes están optimistas, pues hagámoslo". Gabo y sus invitados conversan sobre cómo ha cambiado Colombia en los últimos años. Sin abandonar su proverbial escepticismo, puro Caribe, cree que en esta ocasión el Gobierno y la guerrilla no dejarán pasar la oportunidad. "¿En cuántas negociaciones clandestinas de éstas ha estado, maestro?", le preguntan. "En todas las que han fracasado. O sea, en todas", contesta.

Lo ha comentado antes, tras reunirse por separado con representantes de guerrilla y Gobierno, informalmente, alrededor de esta misma mesa: "Estoy pesimista como siempre, pero optimista como cada vez que hemos empezado estos esfuerzos".

Tanto la guerrilla como el Gobierno han advertido de que esta reunión es sólo una primera "toma de contacto" y que no se pueden esperar acuerdos ni anuncios espectaculares. Para los garantes, facilitadores y países acompañantes, si de La Habana sale un compromiso serio de ambas partes de seguir dialogando y se define una agenda sobre qué discutir en posteriores contactos, el encuentro habrá sido un éxito.

Muchos piensan que el respaldo de Gabo a las conversaciones es vital para favorecer ese clima de confianza. Y aunque sólo él sabe hasta qué punto está implicado, para el ELN y el Gobierno su presencia en La Habana es tranquilizadora. Así lo expresó el jefe militar de la guerrilla en su discurso inaugural: "Que la gratificante presencia del Nobel sea el mejor augurio para que podamos trascender estos 100 años de soledades y dolores, y al fin los tiempos puedan parir eternidades de paz y de vida para Colombia".

Mientras en La Habana se iniciaban negociaciones de paz con un grupo guerrillero, en Colombia, siete policías fueron asesinados ayer y otros 33 fueron secuestrados por los milicianos de las FARC, el mayor grupo guerrillero colombiano, en el municipio de Bagado, en el noroeste del país.

Gabriel García Márquez (izquierda) saluda a Luis Carlos Restrepo, el alto comisionado para la Paz colombiano.
Gabriel García Márquez (izquierda) saluda a Luis Carlos Restrepo, el alto comisionado para la Paz colombiano.AP

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