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La huelga arruina Manhattan

La alcaldía de Nueva York cifra en 250 millones las pérdidas diarias por el paro del transporte

Sobrevivir a la huelga indefinida de transporte público. Desde el pasado martes, ésa es la consigna que domina las vidas de los siete millones de neoyorquinos atrapados involuntariamente en la disputa salarial que enfrenta a los 34.000 trabajadores del sindicato Local 100 y a la Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA) de Nueva York. Sin metro ni autobús con los que acudir al trabajo y en plena Navidad, en una de las semanas más importantes del año para el comercio y el ocio, las consecuencias de la primera huelga de transporte público que afecta a la ciudad en 25 años, comenzaron ayer a transformarse en cifras. Mientras funcionarios y comerciantes hacían cuentas, las causas que llevaron al sindicato a la huelga -la petición de subidas salariales del 6% y la exigencia de mantener la contribución de las pensiones en el 2% del sueldo- continuaban ayer estancadas. El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, aseguraba que no se iba a sentar a negociar mientras continuasen los paros. Y los huelguistas, sobre los que recayó una multa de un millón de dólares el martes, esperaban que los tribunales decidieran si también tendrían que pagar 25.000 dólares (unos 21.000 euros) -individualmente- por cada día de huelga por violar la ley que les prohíbe convocarla.

Una multa de 21.000 euros al día amenaza a cada uno de los 34.0000 trabajadores
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Según datos de Bill Thompson, interventor de la alcaldía, cada 24 horas Nueva York perderá 300 millones de dólares (250 millones de euros). El Ayuntamiento ha hecho sus estimaciones en función de la pérdida de productividad laboral -la gente llega tarde al trabajo o no llega- y el impacto en los comercios, en restaurantes y espectáculos.

En ese sentido las cifras oficiosas también hablaban en términos dramáticos. En el barrio de Soho, uno de los más comerciales de Nueva York, el flujo consumista que suele protagonizar estas fechas también parecía estar en huelga. "He vendido un 60% menos que cualquier día de la semana pasada", se quejaba Nancy, gerente de una tienda de regalos. "Es una sensación muy rara, nunca hemos tenido tan poco trabajo en Navidades", se quejaba otro comerciante.

En la célebre Quinta Avenida, aceras y comercios aparecían prácticamente desiertos. Y los restaurantes, que en algunos casos cerraron ante la imposibilidad de sus empleados de acudir al trabajo, también notaron el impacto de la huelga. El Balthazar, concurrido hasta en la hora del desayuno, amanecía ayer con la mitad de sus mesas vacías. "Hemos sufrido cancelaciones y no tenemos la misma actividad que en la típica semana anterior a Navidades. La huelga se nota", aseguró una portavoz del restaurante.

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Según el Departamento de Educación de la ciudad, las escuelas públicas registraron una caída del 25% de asistencia a clase. Sin embargo, Mary Hopes, una enfermera de Brooklyn que trabaja en el sur de Manhattan, corría ayer embutida en varias capas de ropa para resguardarse del frío, con dos horas de retraso sobre el horario de su ambulatorio. "Le he pagado 10 dólares al dueño de una furgoneta que se está forrando trayendo gente a Manhattan desde Brooklyn, pero te deja a los pies del puente y luego... a caminar", explicaba.

Muchos han aprovechado para hacer negocio, incluso avalados por la ley. Entre los más afortunados están los taxistas de Nueva York, a los que el ayuntamiento ha obligado a compartir viajes a cambio de cobrar una tarifa fija de 10 dólares (8,3 euros) por persona y carrera.

Miles de viajeros utilizan la red de ferrocarriles en la estación de Pensilvania de Nueva York para desplazarse durante la huelga de metro y autobús.
Miles de viajeros utilizan la red de ferrocarriles en la estación de Pensilvania de Nueva York para desplazarse durante la huelga de metro y autobús.EFE

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