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Moscú propone a Teherán la construcción de una planta de enriquecimiento de uranio en Rusia

Rusia ofrece una alternativa para rebajar la tensión nuclear que preside las relaciones con Irán

Rusia ha propuesto a Irán la construcción en territorio ruso de una planta de enriquecimiento de uranio cuya gestión correría a cargo de ambos países. Esta alternativa es, a juicio de Moscú, la mejor salida para poner fin a las sospechas que levanta en la comunidad internacional el programa nuclear iraní, cuyas autoridades sostienen que sólo tienes fines pacíficos.

Esta propuesta, hecha hoy oficial, ya fue vetada hace mes y medio por el Gobierno iraní, que rechaza cualquier solución para resolver el conflicto nuclear que no permita que el proceso de enriquecimiento de uranio, clave para obtener armas atómicas, se lleve a cabo en su territorio. "Para Irán es importante tener el enriquecimiento de uranio en su propio suelo", dijo Alí Larijani, jefe del equipo negociador iraní en el contencioso nuclear.

"Esta propuesta constituye un aporte de Rusia a la búsqueda de soluciones recíprocamente aceptables para el arreglo del problema del programa nuclear iraní por medios políticos y diplomáticos", reza un comunicado entregado a las autoridades iraníes por la embajada de Rusia en Teherán.

Rusia vuelve a insistir, esta vez de modo oficial, en la propuesta que había hecho a Teherán en vísperas de la última ronda de negociaciones entre Irán y la tríada europea compuesta por Francia, Reino Unido y Alemania. El único resultado de aquella reunión, que concluyó el pasado día 21 sin acercamiento alguno pese a las constatación de las partes de que transcurrió en un ambiente "muy constructivo, amigable y bueno", fue el acuerdo para volver a reunirse en enero próximo.

En aquella ocasión, Husein Intizami, portavoz del Consejo Supremo de la Seguridad Nacional iraní, opinó que la propuesta de Teherán de enriquecer uranio en su territorio bajo la supervisión internacional era "mejor" que la presentada por Rusia. Ante la reunión de enero nada ha cambiado y las partes siguen aferradas a sus posiciones, diametralmente opuestas. Las tres potencias europeas volvieron a insistir en que Irán abandone su programa de enriquecimiento de uranio, mientras Teherán no retrocedió de sus posiciones, considerando que acceder a esas tecnologías es su derecho legítimo bajo el Tratado de No Proliferación (TNP) de armas nucleares.

Tensión con Israel

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Tampoco contribuyen a aliviar las tensiones y sospechas las explosivas declaraciones del presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, sobre el Holocausto e Israel. En respuesta, el jefe del Estado Mayor israelí, Dan Halutz, instó ayer a que la comunidad internacional continúe presionando a Irán para que no desarrolle su programa nuclear. El ex primer ministro israelí y principal aspirante a la presidencia del partido derechista Likud, Benjamín Netanyahu, no descartó por su parte bombardear las plantas nucleares de Irán, si vence en las elecciones del 28 de marzo y es elegido jefe del gobierno de Israel.

Por si fuera poco, a principios de mes Teherán anunció el propósito de construir un nuevo reactor nuclear en el suroeste del país. Moscú es quizás el único país que respalda al régimen iraní en su "derecho a contar con un programa nuclear pacífico para uso civil, como cualquier otro país signatario o no del TNP".

De su veto podría depender además que el controvertido programa nuclear iraní sea elevado al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, lo cual, a juicio de Rusia, agudizaría el "aislamiento" del régimen iraní como ocurrió con Corea del Norte. Por su parte, el canciller iraní, Munacher Mottaki aseguró que "en la doctrina militar iraní las armas nucleares no tienen hueco" y agregó que "el desarrollo del sector de la energía atómica es la voluntad del pueblo".

Advirtió de que, en caso de que el asunto llegue al Consejo de Seguridad de la ONU, Teherán podría "desvincularse del protocolo adicional del Tratado de No Proliferación". Este protocolo es el que rige las inspecciones del OIEA en los territorios de los países firmantes del tratado.

Tras la posición de Rusia existe un interés económico concreto: asesoramiento técnico, suministro de equipos y material fusible para la central iraní de Busher, que se construye a orillas del Golfo Pérsico y que, según los planes, comenzaría a operar y a producir energía ya el año entrante.

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