_
_
_
_
_
Reportaje:

Alta funcionaria con chaleco antibalas

"La situación no es aún de guerra civil", asegura Ana Gallo, representante de la Unión Europea en Bagdad

Guillermo Altares

No es muy habitual que una alta funcionaria de la Comisión Europea se mueva con un chaleco antibalas en medio de extraordinarias medidas de protección. Pero la seguridad forma parte de la vida cotidiana de Ana Gallo, representante de la UE en Bagdad. Incluso dentro de la Zona Verde, un área del centro de la capital iraquí donde se encuentran los principales edificios oficiales y donde viven gran parte de los extranjeros en una especie de Fort Apache vigilado por las tropas de Estados Unidos, se mueve en coche blindado y con escolta. "La delegación de la Comisión Europea está en la Embajada del Reino Unido: allí se encuentra la oficina y también el lugar donde vivimos. Tenemos una cantina, un gimnasio, un club social", explica esta española de 37 años, que reside en Bagdad desde mayo.

"Los iraquíes, y no sólo los funcionarios y los políticos que son un objetivo de la insurgencia, viven en una tensión constante, en medio de una violencia brutal, no sólo por los atentados sino por la extorsión, los secuestros, la criminalidad común que es enorme, y también con restricciones de agua y luz, pero siguen adelante con sus vidas. No diría que son optimistas, pero sí que muestran una voluntad enorme. Parece increíble pero los niños van al colegio, la gente acude a trabajar. Viven con una enorme dignidad, y eso es algo que nos ayuda mucho a los extranjeros que estamos allí tratando de hacer algo", señala Gallo, funcionaria de la Comisión desde hace 11 años y con una larga experiencia en Oriente Próximo como encargada de las relaciones de la UE con la Autoridad Palestina.

Pero Irak es diferente a todo. Sólo en la última semana decenas de iraquíes han muerto como consecuencia de atentados terroristas indiscriminados, pero con objetivos muy claros: los chiíes, que forman la mayoría de la población aunque fueron perseguidos por Sadam Husein, y los reclutas de las fuerzas de seguridad iraquíes. "No creo que la situación sea todavía de guerra civil; pero es muy delicada porque se trata de una violencia progresiva que en un principio estaba enfocada hacia las fuerzas extranjeras, pero desde hace unos meses la violencia interétnica es cada vez más intensa y está tomando dimensiones preocupantes".

Gallo recibió la misión de establecer la representación de la UE en Bagdad en el verano de 2004. Primero se instaló en Ammán, con viajes frecuentes a Irak, y desde mayo vive en Bagdad. En sus desplazamientos dentro de la Zona Verde va en coche blindado y con escolta proporcionada por una empresa privada, contratada por el Reino Unido. Cuando tiene que salir, cuenta con una caravana de vehículos acorazados. El bungalow en el que duerme también está blindado porque la Zona Verde es objetivo frecuente de ataques de mortero.

La Unión Europea, que cuenta con otras tres personas en Bagdad -un juez, un policía y un experto en prisiones que participan en programas concretos-, ha invertido más de 500 millones de euros en Irak en proyectos a largo plazo centrados en la democratización -los procesos electorales de 2005 han sido financiados en gran parte por la Unión-, la reconstrucción y la integración regional de Irak, además de mantener contactos cada vez más intensos con las autoridades.

Al menos aparentemente, las divisiones que surgieron durante la guerra han sido enterradas. "Todos los Estados miembros están de acuerdo en que la estabilidad de Irak es fundamental para Europa", asegura Gallo. "Cada uno tiene su política, pero las relaciones con Estados Unidos sobre el terreno son excelentes. Nosotros no nos hemos marcado ningún horizonte temporal, porque sabemos que es un proceso muy largo. En estos meses también han tenido lugar acontecimientos positivos", agrega.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

La misión de Gallo termina este verano y para entonces la Comisión tendrá una delegación en Bagdad. El cuándo, el cómo y el dónde se abrirá depende sobre todo de la seguridad, lo único que Irak necesita para comenzar a tener un futuro.

Ana Gallo, durante la entrevista celebrada en Madrid.
Ana Gallo, durante la entrevista celebrada en Madrid.LUIS MAGÁN

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_