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Reportaje:Elecciones en Italia

Berlusconi, en plan fiera

El primer ministro italiano aumenta la agresividad de su campaña para acallar las críticas

Enric González

Grita, acusa, desafía. Niega sin pestañear cualquier evidencia que le perjudique. Parece dispuesto a pegarse con todo el mundo. Silvio Berlusconi se ha convertido en una fiera desencadenada, en un torbellino de tensión y violencia apenas contenida.

El candidato del centro-derecha quiere crispar la campaña electoral y está lográndolo. Mientras el centro-izquierda habla en voz baja e intenta transmitir moderación, Il Cavaliere afirma que la democracia italiana vive "una situación de emergencia". La estrategia berlusconiana se ha perfilado episodio a episodio. Su primer "puñetazo sobre la mesa" (la frase es suya) consistió en abandonar la grabación de una entrevista en la RAI, alegando que el "izquierdismo" de las preguntas formuladas por la periodista Lucia Annunziata le impedía expresar su "mensaje" a los televidentes.

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Una semana después, el domingo pasado, irrumpió como una hidra en la asamblea de la patronal Confindustria para acusar a sus dirigentes de "filoizquierdismo". Berlusconi se enfrentó a gritos con el empresario Diego della Valle, miembro de la directiva, y creó una situación bochornosa.

Para algunos analistas, Il Cavaliere renunció en ese momento a todas sus opciones de victoria. Las imágenes, repetidas por la televisión, reflejaban todo lo contrario a la moderación. Y, sin embargo, el presidente del Gobierno en funciones tenía en mente dos objetivos precisos, ambos plenamente alcanzados.

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El primero, quebrar el espinazo de la patronal Confindustria, que bajo la presidencia de Luca Cordero di Montezemolo había lamentado con insistencia el estancamiento económico y la pérdida de competitividad de las empresas italianas.

El segundo, mostrarse ante su público como un valiente, capaz de acallar con unos cuantos gritos a toda la oligarquía del país. Hasta cierto punto, Berlusconi coronó la cumbre de las paradojas: el hombre más rico de Italia se erigió en líder de los "descamisados".

Montezemolo envió el martes una circular a todos los dirigentes de Confindustria, invitándoles a mantener silencio durante la campaña electoral. El presidente de Fiat y de Confindustria no quería que la organización empresarial fuera manipulada, por lo que se vio obligado a declarar algo parecido a una neutralidad forzosa.

Ése fue un punto a favor de Berlusconi, que necesitaba a toda costa el silencio empresarial. ¿Por qué? Para que las únicas denuncias sobre la situación económica procedieran del centro-izquierda.

El remate de la jugada llegó ayer: el crecimiento cero de la economía italiana en 2005 era sólo "una historieta de la izquierda", "una falsedad". La presunta "falsedad" procedía de cuadros macroeconómicos del Banco de Italia, de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional, pero esas organizaciones no participan en la campaña.

El martes por la noche, en Génova, un grupo de manifestantes protagonizó incidentes en el exterior del teatro donde Berlusconi celebraba un mitin. Al término del acto, un muchacho se acercó a Berlusconi y gritó "¡Viva Vittorio Mangano!", en referencia al mafioso siciliano que durante años se ocupó de las caballerizas de la residencia de Il Cavaliere a las afueras de Milán. Berlusconi se revolvió y, rodeado de guardaespaldas, se acercó al chico apuntándole con el dedo: "Tú no puedes permitirte decir esas cosas, yo soy una buena persona y tú eres un coglione".

Esos hechos le permitieron denunciar ayer la "violencia" de la izquierda, que sacaba sus "escuadrones" a la calle para amenazar a las personas "moderadas" como él. La izquierda, proclamó, insistía en mentir sobre la economía y en difundir el pesimismo.

"En la asamblea de Confindustria quise solamente transmitir un mensaje optimista, sin ánimo de polemizar", añadió con una sonrisa.

El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ayer en Roma.
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ayer en Roma.REUTERS

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