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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Albóndigas, croquetas y filete empanado

LAS TORTILLAS DE GABINO, platos de siempre en un nuevo local en Madrid

José Carlos Capel

Ninguna razón incita a pensar que en un local de diseño trabaje un cocinero especializado en tortillas inesperadas. O que en un lugar tan moderno se sirvan platos familiares que rememoran sabores de la infancia y prestan atención a las albóndigas, las croquetas y los filetes empanados. Sus artífices, los hermanos Redruello, Nino y Santiago, que descienden de los propietarios de La Ancha (acreditada casa de comidas madrileña), saben cuál es su modelo hostelero y a quién tienen que emular en el aspecto culinario. Después de revisar el currículo de Nino Redruello, que incluye estudios en San Sebastián en la escuela de cocina de Luis Irizar y prácticas en Arzak, Zuberoa y El Bulli, no resulta extraño que en sus platos se aprecien tantos detalles de refinamiento.

LAS TORTILLAS DE GABINO

Rafael Calvo, 20. Madrid. Teléfono 913 19 75 05. Cierra sábados al mediodía y domingos. Precio medio: entre 30 y 35 euros. Menú, 27 euros. Tortilla tradicional de patatas, 8 euros. Croquetas de jamón ibérico, 6,50 euros. Carrillera de ternera, 10,50 euros. Pastel caliente de zanahoria con helado, 4 euros.

Pan ... 5

Café ... 4

Bodega ... 6

Aseos ... 7

Ambiente ... 6

Servicio ... 6

Entrantes para compartir

Aunque las tortillas de patatas son su buque insignia, no todas merecen las mismas alabanzas. Es magnífica la tradicional; corriente la de patatas chips con salmorejo; gustosa la que incorpora pulpo a la gallega, y muy discreta la cubierta con callos, a la que perjudica el insidioso tufillo de las tripas, necesitadas de mayor limpieza. Quienes se apasionan por las croquetas de jamón, de sabor suave y con una besamel que se convierte en crema líquida, deben anotar esta dirección en la agenda. Como las raciones son abundantes, la mejor recomendación es compartir varios entrantes. Además de las tortillas, quizá unas delicadas sardinas marinadas al limón, bombones de foie-gras o unas cazuelitas de albóndigas aceptables.

Entre los platos fuertes, varios éxitos sonados. Delicioso el taco de atún a la plancha con ensalada; extraordinariamente melosa la carrillera de ternera glaseada; desmesurado el escalope empanado, que se acompaña de puré de patatas, y suculentas las tiras de secreto de cerdo ibérico a la plancha. Junto a los aciertos, como es inevitable, algunos desencantos: los filetes de rape a la romana llegan a la mesa algo secos, y los chipirones a la plancha, peor que mediocres, resultan insípidos y con una textura coriácea.

Nada cambia con los postres, de perfil refinado aunque con toques caseros. Valen la pena el pastel caliente de zanahoria, así como el helado de yogur con higos. Es aceptable el postre goloso de chocolate y carece de interés la versión que Nino Redruello hace del tiramisú italiano. Una cocina así no se merece concluir con un café tan malo.

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Comedor del restaurante Las Tortillas de Gabino, nuevo local madrileño de los hermanos Nino y Santiago Redruello.
Comedor del restaurante Las Tortillas de Gabino, nuevo local madrileño de los hermanos Nino y Santiago Redruello.

PLATOS DE MERCADO

A LAS POCAS semanas de su inauguración, Las Tortillas de Gabino registra llenos cotidianos. Su secreto no es otro que la conjunción de contrarios, es decir, haber acertado con un tipo de comida casera que añora gran parte de la clientela urbana, y que se sirve en un ambiente de modernidad, de estilo contemporáneo. Y, por supuesto, a precios bastante razonables, con facturas que rondan los 30 euros. Es una pena que su interiorismo haya obviado un aspecto tan trascendental como el aislamiento acústico y resulte imposible mantener conversaciones sosegadas.Al margen de la carta, a diario se ofrecen varios platos que cambian según la oferta del mercado y se centran en los pescados. Tampoco se debe pasar por alto el menú de la casa (27 euros), que puede incluir una ensalada o un plato de cuchara; tortilla o carne guisada, además de café y postre. Lo que no se entiende es que un lugar a la última, y sólo por aquello del tipismo, conceda espacio a las trasnochadas cazuelitas de barro, de peligrosos vitrificados, en lugar de emplear recipientes de porcelana refractaria.En la selección de vinos se mantiene la preocupación de la casa por no elevar los niveles de precios. El listado contiene pocas botellas, pero bien seleccionadas. Marcas de 15 denominaciones de origen españolas que se gravan con márgenes razonables. Además, algunas medias botellas, dos vinos recomendados por la casa y vinos italianos y franceses. Lamentablemente, se omite la fecha de cosecha de crianzas y reservas. El pan es vulgar, y el servicio, algo descentrado, comete errores de bulto a pesar de sus buenos modales.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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