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Reportaje:Los embalses tocan fondo

Agujeros contra la sequía

Ganaderos y empresarios de la comarca pacense de Tentudía buscan a la desesperada agua en el subsuelo ante la escasez del pantano

Álvaro Corcuera

Casi sin agua ni con perspectivas de conseguirla a corto plazo. Así viven los cerca de 25.000 habitantes de la comarca de Tentudía, al sur de la provincia de Badajoz, muy cerca de las provincias de Huelva y Sevilla y a 70 kilómetros de la frontera con Portugal. El embalse del que se abastece la zona apenas tiene un hectómetro cúbico de agua de los siete que puede albergar. Los antiguos postes de madera del tendido eléctrico asoman entre las aguas, así como varios árboles que quedaron sumergidos a principios de los años 80, cuando fue construido el pantano.

La opinión generalizada en Calera de León, el pueblo más cercano a la presa, es que la comarca necesita un nuevo embalse. "En el río Ardiel", dicen, allí donde el ministerio hizo estudios para construir uno de 100 hectómetros. Sin embargo, en Tentudía de momento sólo hay planes y pocos hechos.

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A principios de 2006, el alcalde de Calera de León y presidente de la Mancomunidad, José Antonio Méndez, sabía que faltaría agua en verano. Pidió ayuda al Gobierno, al que explicó que, según los estudios de una empresa de aguas, había que buscar en el subsuelo. En febrero, Medio Ambiente aprobó una partida de 2,1 millones de euros para agujerear la comarca. Cuatro meses después, las obras no habían empezado, así que la Mancomunidad -que agrupa a una decena de pueblos- decidió restringir el suministro para parques, jardines, pequeños huertos y piscinas, y controlar a los agricultores y ganaderos para que utilicen la menos posible.

El 4 de julio, por fin, se empezó a buscar agua subterránea. En Tentudía todos se preguntan por qué se apuró tanto. "Quizá confiaron en que llovería y que el problema se resolvería solo", afirma Méndez. Hasta el momento se han realizado 18 prospecciones, la mitad con éxito. El agua encontrada servirá para paliar parcialmente la sequía. El problema es que las obras para hacerla llegar hasta las casas y los negocios no se han acometido y el ritmo de los trabajos es lento. "La empresa no tiene conciencia de que esto es una obra de emergencia; debieran trabajar también de viernes al mediodía a lunes por la mañana", se queja Méndez.

La comarca de Tentudía, en el camino de la Ruta de la Plata que atraviesa la Península desde Gijón hasta Sevilla, vive sobre todo de la ganadería. Hay cerca de 140.000 cerdos (se sacrifican 22.000 anuales) y 20.000 cabras. La industria del jamón, pero también otras como la del ladrillo, depende del agua. "Si no hubiese sido por el embalse, los jóvenes hubieran emigrado hace tiempo", comentan varios jubilados de Calera de León.

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Antonio Zapata es un ganadero de la zona. En su terreno, de "25 fanegas [unas 17 hectáreas]", cría a 1.500 cochinos que consumen entre 7.000 y 8.000 litros de agua al día. Para intentar ahorrar, Zapata da de beber a sus cerdos con un sistema de cazoleta. Los gorrinos empujan con el morro y entonces cae el líquido. Más medidas: revisar que no haya fugas y limpiar con menos frecuencia de la necesaria. "En la sala de partos ya no se pasa una manguera a presión, se friega con cepillo", explica. Este ganadero se ha gastado 12.000 euros en seis pozos. Ni una gota como recompensa, ni un euro de ayuda de las Administraciones.

Ángel Pérez, otro ganadero que ha invertido su dinero en un pozo, se queja de ello. "La Junta de Extremadura no nos subvenciona nada", sostiene. Pérez, propietario de 200 cerdos, considera ilógico que "los empresarios de la industria más publicitada por el Gobierno extremeño no obtengamos ayudas para encontrar agua".

En la ladrillera San Marcos de Calera de León se palpa la preocupación por la falta de agua. "Estamos al 50% de la producción", dice José Torrado, empleado de la empresa. Un ladrillo se fabrica mezclando dos kilos de arcilla y 200 gramos de agua. Desde que hay sequía utilizan menos agua en la receta. Hay que ahorrar.

Las fiestas patronales comenzarán a mediados de agosto y a Tentudía llegarán las familias que emigraron, en su mayoría, a Cataluña. En Calera se ven muchos coches matriculados en Barcelona y Tarragona. El alcalde teme que este año vengan menos, porque "saben que no podrán usar sus piscinas particulares". Antonio Barbecho llegó hace unos días desde Vilanova i la Geltrú, a más de 1.000 kilómetros. Sabe de paisanos que este verano no viajarán a Extremadura.

En la piscina municipal de Calera no hay chapuzones ni juegos. El entretenimiento de los chavales del pueblo se ha trasladado a los talleres de informática, las clases particulares y la academia de baile. "Ya había actividades antes, pero este año las hemos tenido que intensificar", dice Méndez. Aunque hay niños que se buscan la vida. "Nos bañamos en El Moro", dice Carlos, un adolescente. Se refiere a unas albercas en las que está prohibido bañarse, preparadas para que los helicópteros forestales cojan agua en caso de incendio. Consciente de haber revelado un gran secreto justo delante de su padre, se echa atrás: "Bueno... van mis amigos y yo les acompaño, pero no me meto nunca". El padre se parte de risa: "Qué van a hacer, tienen que entretenerse".

Méndez considera que "los pozos son un parche a falta de una solución definitiva". Dice que les ha perjudicado la paralización del Plan Hidrológico Nacional (PHN), cancelado por el Gobierno de Rodríguez Zapatero al poco de llegar a La Moncloa. "Estaba previsto un trasvase desde el embalse de Los Molinos hasta Tentudía", asegura. Con el PHN aparcado, todos apuntan a la construcción de un nuevo pantano en el río Ardila como la solución definitiva. "Si no lo hacen, nos tendremos que bañar en gaseosa y no quedará nadie que nos lleve al cementerio", ironiza Ramón Cubero, jubilado y vecino de Calera. Su alcalde, del PP, remata: "Todos bebemos y necesitamos el agua, los del PP, los del PSOE y los de Izquierda Unida". Los niños, que no entienden de eso, sólo saben que este verano se han quedado sin piscina.

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Sobre la firma

Álvaro Corcuera
En EL PAÍS desde 2004. Hoy, jefe de sección de Deportes. Anteriormente en Última Hora, El País Semanal, Madrid y Cataluña. Licenciado en Periodismo por la Universitat Ramon Llull y Máster de Periodismo de la Escuela UAM / EL PAÍS, donde es profesor desde 2020. Dirigió 'The Resurrection Club', corto nominado al Premio Goya en 2017.

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