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El fenómeno de la inmigración

España negocia desplegar aviones militares de vigilancia en Mauritania y Senegal

Aeronaves del Ejército del Aire guiarán a las patrulleras de la Guardia Civil hacia los cayucos

Miguel González

El Gobierno español está negociando con las autoridades de Mauritania y Senegal el despliegue en su territorio de aviones militares para vigilar la salida de cayucos. Se trata de aviones de patrulla marítima, capaces de controlar cientos de millas náuticas, cuya misión consistirá en avisar a las patrulleras europeas y africanas de la salida de embarcaciones con inmigrantes irregulares rumbo a Canarias. Hasta ahora, las Fuerzas Armadas sólo han actuado desde la costa española.

Al contrario que en Italia, en España sólo el Ejército tiene aviones de patrulla marítima

La labor que realizan en Mauritania o Senegal las patrulleras de la Guardia Civil se queda coja sin el apoyo de medios aéreos. Son estos últimos, según fuentes gubernamentales, los que deben localizar a los cayucos y guiar a las patrulleras para que se sepan adónde dirigirse y no actúen a ciegas. De hecho, agregan las mismas fuentes, la ruta de los traficantes de personas se ha separado de la costa en los últimos meses para esquivar la vigilancia.

En Nuadibú (Mauritania), la Guardia Civil dispone de un helicóptero; y en Dakar (Senegal) hay dos más, uno del instituto armado y otro de la Policía Nacional, pero este tipo de aeronaves tiene mucha menos autonomía que las de ala fija (aviones), por lo que el área que pueden cubrir es notablemente inferior.

En Senegal, sí hay un avión italiano de patrulla marítima (un ATR-42 Surveyor), que apoya al patrullero de la misma nacionalidad, ambos integrados en el dispositivo de la agencia europea de fronteras (Frontex). Aunque el aparato está ahora en Italia, sometido a una revisión rutinaria, se espera que regrese esta semana y permanezca en la zona al menos hasta final de año. En cambio, nada se sabe del avión prometido por Finlandia, país que preside actualmente la UE.

Sin embargo, el Gobierno es consciente de que España es el principal afectado por el problema y de que, más allá de las declaraciones de solidaridad europea, deberá poner el grueso de los medios para combatirlo.

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Por eso, está preparando ya el terreno para desplegar aviones de vigilancia marítima en la costa africana. Si se tratara de aeronaves civiles no habría mayores obstáculos. Senegal admite sin reparos la presencia del avión italiano, que pertenece a la Guardia de Finanzas, como su patrullera.

El problema es que la Guardia Civil no tiene aparatos de ala fija, pues su programa para comprar aviones de CASA-EADS lleva años aparcado. En consecuencia, los únicos aparatos disponibles son los del Ejército del Aire.

Las gestiones con Mauritania y Senegal, que se realizan al amparo de Frontex, van dirigidas a lograr que admitan la intervención de medios militares, como Cabo Verde, donde operó una corbeta portuguesa hasta que se consideró inútil su presencia allí.

En el acuerdo del Consejo de Ministros del pasado día 6, por el que se creó la autoridad de coordinación contra la inmigración irregular en Canarias (en la persona del general de división de la Guardia Civil Cándido Cardiel), ya se adelantaba el propósito de emplear aviones militares. "Es previsible que los medios comprometidos en esta operación", decía el preámbulo del acuerdo, en referencia al dispositivo de Frontex en tres países africanos, "tengan que ser incrementados con aportaciones adicionales de países de la UE y, en su defecto, nacionales, no descartándose la participación del Ministerio de Defensa, en nueva operación en apoyo del Ministerio del Interior, fundamentalmente para incrementar las capacidades de vigilancia y detección con medios aéreos".

El despliegue de aviones militares españoles en Mauritania o Senegal supondrá un salto cualitativo en la implicación de las Fuerzas Armadas en la lucha contra la inmigración irregular aunque siempre, como subraya el acuerdo del Gobierno, "en apoyo del Ministerio del Interior".

Desde el pasado 18 de mayo, cuatro patrulleros de la Armada y tres aviones del Ejército del Aire participan en la Operación Noble Centinela, a unas 50 millas de al sureste de las costas canarias.

Pero su papel no es interceptar los cayucos, sino "evitar su llegada inadvertida"; es decir, avisar de la arrobada de embarcaciones con la máxima antelación para que se prepare en tierra el dispositivo de acogida; y, llegado el caso, auxiliar a los náufragos. No puede ser de otra forma, pues la Ley del Mar obliga a socorrer a quienes estén en riesgo y llevarlos hasta un puerto del país del pabellón del buque. Es decir, España.

Los aviones que se desplegarán en Mauritania o Senegal son los mismos que operan en Canarias (P-3 Orion, Fokker 27 o CASA-212), aunque su función será muy distinta: localizar los cayucos no sólo para socorrerlos, sino para hacerlos regresar a su puerto de origen. Los tres citados son aviones de patrulla marítima, aunque la autonomía del primero (3.000 millas y 14 horas de vuelo) es muy superior, por lo que podría vigilar toda la costa africana desde un único país. El que se elija uno u otro modelo, según las fuentes consultadas, dependerá de las disponibilidades y de la misión concreta a realizar.

La decisión de desplegar aviones militares se ha adoptado tras descartar el empleo de barcos de guerra. El Gobierno debatió a principios de septiembre la participación de la Armada en la interceptación de cayucos y la acabó desechando por la falta de preparación de los marineros y la inadecuación de los buques (lo que podría llegar a provocar el naufragio de los cayucos); y, además, porque las autoridades africanas exigen que las patrulleras de la Guardia Civil lleven tripulaciones mixtas, lo que no es admisible en un buque de guerra.

Estos problemas, según las mismas fuentes, no se plantean con los aviones, que se limitan a recolectar y transmitir información. La paradoja es que aparatos como el P-3 Orion, diseñados para detectar los submarinos soviéticos, acaben cazando cayucos.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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