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Reportaje:

Llega la 'telecoca'

Numerosos traficantes de droga de Cádiz y la Costa del Sol sirven su mercancía por pedido telefónico

Luis Gómez

No es ninguna novedad que las redes criminales actualicen sus modelos de organización según las tendencias que se imponen en la economía de mercado. Los grupos delictivos, como sucede en el sector empresarial, son sensibles a la descentralización, a la globalización o a la sustitución de las viejas estructuras verticales por un organigrama horizontal. Por eso no es de extrañar que, en lo que al tráfico de drogas se refiere, haya organizaciones que distribuyan la droga mediante pedido telefónico, como quien trae una pizza a casa. El fenómeno ha aparecido con fuerza en la costa gaditana y ya se le conoce como telecoca. Su clientela es muy amplia: jóvenes, adolescentes y profesionales. La cocaína está de moda: la demanda crece y el precio baja. Ha dejado de ser un producto exclusivo.

"El método es mucho más difícil de controlar", reconoce un inspector jefe

La alarma que ha causado este fenómeno entre asociaciones vecinales y organizaciones de lucha contra la droga de Cádiz data de este verano. Primero lo advirtieron en el Campo de Gibraltar, a la vista de la desaparición de los puntos fijos de venta de cocaína, que permitían a la policía tener un cierto control sobre el tráfico de dicha droga. A través de los testimonios de algunos padres y del personal que trabaja con drogodependientes, se comenzó a saber de la existencia de un nuevo método de distribución que estaba empezando a tener éxito: la cocaína llega al cliente directamente a través de una llamada telefónica. "El fenómeno ha salido a la luz este verano a lo largo de las movidas, las ferias y la profusión de fiestas en lugares de ocio", dice Francisco Mena, presidente de las asociaciones Alternativas y Nexos. "Los consumidores encuentran grandes facilidades para acceder al consumo en el momento en el que más les interesa. No tienen más que juntar un dinero, llamar a un número de teléfono y hacer el encargo. Al cabo del rato, alguien acude al lugar y sirve el pedido".

La práctica se detectó inicialmente en Algeciras y en localidades próximas como Tarifa, donde la población se multiplica por cinco en verano. También está relacionado con el incremento de actos de violencia en ferias y lugares de ocio, un rastro que suele dejar el consumo de cocaína y su mezcla con el alcohol. Uno de esos sucesos tuvo una explicación sorprendente: en un barrio de Algeciras, durante una feria, desaparecieron muchos retrovisores de los coches. En un principio, se pensó que se trataba de un acto vandálico. Luego se supo que los jóvenes arrancaban el cristal para hacer las dosis de cocaína.

"Detectamos ese problema como un asunto muy localizado, hasta que nos fueron llamando de otras localidades como Chiclana, Conil, Jimena de la Frontera, La Línea o San Roque. Este método de distribución se estaba extendiendo por toda la costa", sentencia Mena.

Los testimonios han permitido describir el modus operandi de la telecoca: se reúnen unos chavales en una fiesta y juntan el dinero. Uno de ellos llama a un teléfono y hace el pedido. El distribuidor llega al punto acordado en una moto. Lleva encima una cantidad de droga muy pequeña y así evita que, caso de ser atrapado por la policía, pueda ser acusado de tráfico. Generalmente, el motorista esconde la droga en algún lugar próximo a la entrega (a veces debajo de una piedra o un objeto que hay en la calle). Una vez recibido el dinero, le comunica al cliente dónde ha dejado la mercancía.

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Fuentes de la policía y de la Guardia Civil de Cádiz reconocen la existencia de este fenómeno, impulsado en el verano por la profusión de fiestas y la llegada de veraneantes que son también consumidores. Sospechan que este tipo de distribución se ha podido estar originando también en lugares de la Costa del Sol. "El método es mucho menos arriesgado que el del punto de venta fijo y mucho más difícil de controlar para la policía", reconoce un inspector jefe. "Para investigarlo, requiere pinchar el teléfono y hacer vigilancias. Se trata de seguir a alguien que va en moto, se puede mover con mucha facilidad y lleva encima una cantidad muy pequeña de droga. Hace falta para ello destinar a varios agentes para un resultado muy modesto", reconoce el policía. Hace unas semanas, la policía logró atrapar a uno de esos distribuidores. Iba en moto. Le pararon, le registraron y no parecieron encontrar nada, hasta que alguien se percató de un detalle y obligó al detenido a abrir la boca. Llevaba el pedido debajo de la lengua.

A primeros de septiembre, la Guardia Civil detuvo a un hombre en Jimena de la Frontera, localidad gaditana muy próxima a Algeciras. Se trataba de un distribuidor a domicilio que hacía las entregas en coche. "En este caso", explica un agente de la Guardia Civil, "sus clientes eran profesionales, gente de entre 30 o 40 años, a quienes llevaba el pedido a su casa. Pudimos determinar que hacía 60 pedidos en uno o dos días. Algunos de estos clientes residían en la Costa del Sol". Los investigadores sospechan que algunos de los distribuidores camuflan su actividad: "Creemos que hay gente que hace repartos de otras mercancías y aprovechan su trabajo para llevar la droga a determinados clientes", explica el guardia civil. Fuentes de la Subdelegación de Gobierno explican que la telecoca "puede tener vigencia en poblaciones pequeñas donde los recorridos sean cortos". Otras fuentes, sin embargo, creen que este fenómeno se puede haber trasladado a los barrios o distritos de grandes ciudades.

El aparente éxito de este nuevo método de distribución está relacionado con la generalización del consumo de cocaína entre los jóvenes. La cocaína ha dejado de ser una droga de uso exclusivo para adultos con cierto nivel de ingresos. Desde hace unos años su consumo se ha popularizado y en esa tendencia tiene mucho que ver el acceso de la población juvenil y adolescente. La cocaína está de moda, su consumo se relaciona con el ocio y la diversión de forma directa (por encima del hachís y de las pastillas de síntesis que empiezan a estar desprestigiadas por su alto riesgo). Pero el factor determinante, según los expertos, es el coste. El precio de la cocaína sigue bajando en España y no hay síntomas de escasez en el mercado. "El precio de una micra con este método de la telecoca está en los 15 euros. Con esa dosis (aproximadamente un décimo de gramo), un adolescente que no sea un consumidor habitual puede pasarse una noche de juerga. ¿Qué chaval no dispone de 15 euros en un fin de semana?", explica Francisco Mena. El gramo de cocaína ronda actualmente, en los lugares de la costa de Cádiz, los 50 euros. Y un gramo da para varias dosis.

La semana pasada se celebró una reunión entre representantes de asociaciones vecinales y la Subdelegación de Gobierno en Cádiz. Las partes coinciden en el diagnóstico, pero el tratamiento es complicado: el esfuerzo y los medios necesarios para detener a uno de estos distribuidores pueden ser los mismos que para capturar una gran partida de droga.

Un callejón de La Línea utilizado para cargar droga en vehículos tras ser desembarcada por la noche en la playa.
Un callejón de La Línea utilizado para cargar droga en vehículos tras ser desembarcada por la noche en la playa.RICARDO GUTIÉRREZ

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