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Maragall recrimina a CiU que use la campaña para postularse como alternativa

El presidente de la Generalitat asegura que él se fía de sus "amigos", en alusión a Zapatero

Miquel Noguer

Las promesas electorales que CiU ha venido lanzando en los últimos días como anticipo de lo que vendrá en otoño no han sentado nada bien a Pasqual Maragall, quien ayer recriminó a los nacionalistas que están utilizando la campaña del Estatuto para ganar posiciones con vistas a los comicios autonómicos. "Hay a quien ya le gustaría estar haciendo otra campaña", dijo ayer el presidente de la Generalitat desde Tortosa (Tarragona) tras conocer la propuesta convergente de resucitar el trasvase de agua del río Ródano a Cataluña si CiU vuelve al poder.

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Maragall recogió la promesa del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de desarrollar el nuevo Estatuto con generosidad. "Nosotros nos fiamos de nuestros amigos", sentenció.

En las últimas semanas, CiU ha repetido que Maragall debería anunciar la fecha de las elecciones autonómicas de otoño para liberar al referéndum del Estatuto de cualquier carga más allá de la ratificación de la carta autonómica y evitar un posible voto de castigo del electorado. Desde que comenzó la campaña, sin embargo, los dirigentes nacionalistas no han dudado en aparcar sus argumentos a favor del al Estatuto para hacer propuestas en clave electoral. Primero, la eliminación del impuesto de sucesiones. Después, la implantación del cheque escolar. Y ayer, colmando ya la paciencia de Maragall, Mas resucitó el viejo proyecto convergente de llevar a Cataluña agua de los Alpes mediante el trasvase del Ródano. El presidente de la Generalitat aseguró ayer que "ahora no es momento de hacer promesas de este estilo" y, después de un inicio de campaña en el que los ataques a los nacionalistas habían sido nulos, recriminó la actitud de Mas en campaña.

Para frenar las aspiraciones del líder de la oposición, Maragall no dudó en recurrir a lo que más daño hace a los nacionalistas: el Plan Hidrológico Nacional, el trasvase del Ebro impulsado por el Gobierno de José María Aznar y el apoyo que éste obtuvo de CiU para tratar de llevar a cabo el proyecto. Y lo hizo ni más ni menos que en Tortosa, cuna del movimiento antitrasvase y donde, en opinión de Maragall, "comenzó el cambio" que le aupó a la presidencia de la Generalitat en diciembre de 2003.

Ante unas 500 personas con las que compartió una gran paella, Maragall trató de resucitar el espíritu del Ebro. Esta vez para arrastrar al resto de Cataluña a dar un masivo al nuevo Estatuto. Y para convencer a su auditorio no dudó en recordar que el origen de este Estatuto se remonta a la reunión que los líderes políticos catalanes mantuvieron en el castillo de Miravet (Ribera d'Ebre) en noviembre de 2004. Además, recordó su denominación de origen. "Este es el Estatuto de Miravet", dijo.

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El presidente de la Generalitat, acostumbrado a hacer de los problemas virtudes, trató de convencer ayer de las ventajas de un Estatuto pactado con un Gobierno amigo. Por esta razón, el presidente catalán también llamó a fiarse de la última promesa de Zapatero y aparcar las viejas actitudes que han dominado la política catalana y que, en su opinión, ahora se reflejan en el no al Estatuto. "No podemos reclamar el no de la desconfianza, que ha sido la psicología dominante en Cataluña; ahora debemos decir porque nos fiamos de los amigos". Y se atrevió a vaticinar: "Nosotros cumpliremos y ellos nos entenderán".

Pasqual Maragall, agasajado por una simpatizante, ayer en Tortosa.
Pasqual Maragall, agasajado por una simpatizante, ayer en Tortosa.JOSEP LLUÍS SELLART

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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