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CLIMATOLOGÍA | Efecto invernadero

Los vuelos nocturnos refuerzan el calentamiento global

Los vuelos nocturnos y en invierno tienen un mayor efecto negativo sobre el calentamiento global que los diurnos y en verano, según una investigación realizada en el Reino Unido. Los científicos han tomado datos directamente en el corredor aéreo del Atlántico Norte y han analizado los datos con sus modelos climáticos para detallar el efecto de las estelas de vapor de los aviones en el calentamiento global.

Las estelas de vapor de los aviones tienen un efecto similar al de las delgadas nubes heladas en el aire, a gran altura: por un lado atrapan radiación emitida por la Tierra y la atmósfera -efecto invernadero-; por otro, reflejan al espacio algo de la radiación solar que llega al planeta. En promedio domina el primer efecto sobre el segundo, por lo que el resultado es una contribución al calentamiento.

Ahora bien, Nicola Stuber (Universidades de Reading) y sus colegas han descubierto que aunque los vuelos nocturnos en el Reino Unido suponen sólo un 25% del total de tráfico aéreo diario, son responsables del 60% al 80% del reforzamiento del efecto invernadero debido a las estelas. En cuanto al invierno, los vuelos de diciembre a febrero suponen el 22% del total, pero aportan el 50% del efecto. "Estos resultados sugieren que la reprogramación de vuelos podría ayudar a minimizar el impacto de la aviación en el clima", sugieren los científicos en Nature.

Los expertos, mediante medidas atmosféricas en la localidad de Herstmonceux (sureste de Inglaterra), han logrado precisar en qué condiciones se crean las estelas de condensación de los aviones, y averiguar que dependen mucho de la humedad del aire, que es mayor normalmente en invierno. Ellos se han centrado en la investigación -utilizando globos meteorológicos- de las llamadas estelas persistentes, es decir, las que duran aproximadamente un par de horas después del paso del avión y que llegan a tener una anchura de dos kilómetros. "Los vuelos entre las 18 horas y las 6 horas tienen un efecto desproporcionado en el forzamiento del efecto invernadero sobre Herstmonceux", señalan los investigadores.

Recuerdan también que en el Reino Unido los vuelos nocturnos están restringidos y sólo uno de cada cuatro es de noche, pero que en regiones como el sureste asiático los dados disponibles indican que el 40% de los vuelos es nocturno, por lo que su contribución al calentamiento es de casi el 73% de la media diaria.

Este grano de arena de calentamiento se añade, por supuesto, al de los gases de efecto invernadero que genera la aviación quemando combustible fósil. En cuanto al tamaño de ese grano aportado, puede parecer insignificante a escala de un avión, pero los expertos recuerdan el volumen nada insignificante del tráfico aéreo mundial y las enormes perspectivas de crecimiento.

Un avión B-52 en pleno vuelo.
Un avión B-52 en pleno vuelo.REUTER

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