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Al menos 42 muertos al caer un autobús a un barranco en Guatemala

Los supervivientes del accidente dicen que el conductor estaba ebrio

Al menos 42 personas murieron en la madrugada (hora local) de ayer en Guatemala, cuando el conductor del autobús que cubre la ruta entre la ciudad de Huehuetenango (capital de la provincia del mismo nombre en el noroeste del país, frontera con México) y la población de Santa Cruz Barillas perdió el control del vehículo y se precipitó a un barranco de 150 metros de profundidad. Algunos supervivientes denunciaron que el conductor, fallecido en el accidente, estaba ebrio.

Los datos eran ayer confusos. De acuerdo a las declaraciones de Leticia Méndez, juez de paz del municipio de Chiantla, en cuya jurisdicción ocurrió el percance, el número de personas fallecidas ascendía a 34; cuatro de ellos eran niños. Sin embargo, Mario Cruz, portavoz de los bomberos voluntarios que participan en las labores de rescate, elevaba al cifra de muertos a 42, "tras localizar algunos cuerpos entre los matorrales". Cuatro personas sobrevivieron al accidente y fueron llevadas al hospital de la región, donde permanecen internadas. No hay informes oficiales sobre la gravedad de sus lesiones.

Según el testimonio de algunos supervivientes, el conductor del autobús conducía en estado de ebriedad, hasta el punto de que un kilómetro antes de caer al barranco chocó con un camión que circulaba en sentido contrario. Tras el incidente, el conductor del autobús al parecer aceleró, lo que resultó determinante para caer al precipicio.

La juex Méndez dijo a la emisora local Radio Sonora que este punto se comprobará con los resultados de la autopsia. Una segunda hipótesis es que el chófer pudo haberse dormido, dado que había iniciado el recorrido a medianoche.

Entre los pasajeros del transporte colectivo iban varios maestros, quienes, tras su descanso del fin de semana, se dirigían a diversos municipios donde impartían clases en escuelas del Estado.

La policía ha establecido un cordón de seguridad en el lugar del accidente para evitar la rapiña, tras detectar que algunos vecinos robaban las pertenencias de los fallecidos.

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Huehuetenango, San Marcos y Quiché —todas en la zona noroccidental del país y fronterizas con México— son tres de las provincias más deprimidas de Guatemala y escenario, a lo largo de la sangrienta guerra civil que se vivió en el país entre 1960 y 1996, de las peores masacres perpetradas durante la contienda y que aún permanecen impunes. Ello ha provocado crispación en la población y propiciado casos de rapiña o, en el otro extremo, de linchamientos de supuestos delincuentes; a lo largo de 2006, esta práctica delictiva ha costado la vida a por lo menos 11 personas.

La precariedad del servicio colectivo de pasajeros hace que accidentes como el ocurrido ayer sean frecuentes en este país centroamericano. El pasado 14 de agosto, un autobús que conducía a fieles de una iglesia evangélica hacia la costa sur sufrió un accidente en el que murieron 23 personas. En ese caso, el chófer conducía sin carnet de conducir y el propietario del autobús no había pagado el seguro obligatorio de viajeros.

Bomberos y voluntarios retiran los cadáveres entre los restos del vehículo siniestrado.
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