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Reportaje:

Alemania tiene un plan para rescatar la Constitución

Merkel busca el apoyo de Francia para sacar a la UE del estancamiento y salvar una parte sustancial de la Carta Magna

Andreu Missé

Alemania está calentando motores para dejar huella durante su presidencia de la UE en el primer semestre de 2007. Berlín prevé iniciar contactos con otros Estados para desatascar el asunto más espinoso que tiene paralizado el proyecto europeo: la Constitución. La coalición que preside Angela Merkel confía en que al final de su semestre habrá logrado el consenso para presentar una propuesta.

El sentido práctico es el que impulsa a Alemania a encontrar alternativas a los problemas que resolvía la Constitución. Entre estas dificultades hay que señalar la regla de nombrar un comisario por país, 27 a partir de 2007, con la entrada de Bulgaria y Rumania, lo que hace muy difícil el manejo de la Comisión Europea. También son serios inconvenientes para un gobierno eficiente la rotación de la presidencia cada seis meses y la división de responsabilidades en la representación exterior entre el Alto Representante, Javier Solana, de mayor proyección internacional, y las competencias conferidas a la comisaria Benita Ferrero-Waldner. Pero sobre todo resulta urgente acordar un sistema que permita la toma de decisiones mediante la mayoría cualificada en muchas materias que exigen la unanimidad.

Ante el parón actual, cualquier iniciativa es preferible al 'rigor mortis' de la inanición
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El tiempo transcurrido desde el parón impuesto tras los noes de Francia y Holanda a la Constitución en 2005 ha ido templando las posiciones, y actualmente hasta los más entusiastas de la Constitución admiten que habrá que introducir reformas en el texto firmado por los jefes de Estado y de Gobierno en octubre de 2004 en Roma.

A pesar del rechazo de franceses y holandeses, otros cinco Estados han ratificado después la Carta Magna europea. Y en los próximos meses lo hará Finlandia, con lo que serán 16 los Estados miembros que habrán dado su respaldo.

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Los problemas vienen ahora. De los siete Estados restantes que no la han ratificado (Reino Unido, Irlanda, Polonia, República Checa, Dinamarca, Suecia y Portugal), sólo en los dos últimos casos hay ciertas esperanzas de que ratifiquen el texto. Portugal, porque se encontrará con una coyuntura favorable al asumir la presidencia de la UE, después del impulso alemán en el segundo semestre del próximo año. Y en Suecia, el nuevo Ejecutivo conservador no se encontrará con la resistencia de los verdes y de la izquierda que impedían presentar la propuesta al anterior Gobierno socialdemócrata.

Y más difícil aún es cómo plantear de nuevo la cuestión a los franceses y holandeses, que ya se han pronunciado en contra. Sea cual sea el resultado de las próximas elecciones en Francia, a ningún Gobierno se le pasa por la cabeza presentar el mismo texto a consulta. Tampoco es imaginable seguir adelante en el proyecto europeo sin el compromiso de París. Por esta razón, Alemania piensa diseñar con Francia una alternativa al tratado actual. Y en este sentido la reciente propuesta del ministro del Interior francés y aspirante a la presidencia de la República, Nicolas Sarkozy, de proponer un mini tratado, ha cosechado más acogidas que rechazos. Ante el parón actual, cualquier iniciativa es preferible al rigor mortis de la inanición. Fuentes próximas a la Administración francesa advierten de que ésta no era la posición del primer ministro, Dominique de Villepin, o del titular de Exteriores, Philippe Douste-Blazy.

Para Alemania, su Hoja de Ruta pasa por "mantener el contenido sustancial del texto de la Constitución, considerar que el nombre no es un tema fundamental, recabar la opinión de todos los países que tengan propuestas y no tomar ninguna decisión hasta después de las elecciones francesas", según una fuente de la Administración alemana. En cualquier caso, Berlín es muy consciente de que sus objetivos sólo pueden prosperar si son realistas y moderados. El calendario más probable es que la segunda vuelta de las elecciones francesas sea a partir del 6 de mayo. En junio se celebrarán las elecciones al Parlamento, y es casi seguro que al Consejo de junio de la UE ya asistirá el nuevo presidente, según fuentes diplomáticas francesas.

Alemania sabe que su margen de maniobra estará limitado sobre todo a junio. Los alemanes saben que la posición de Francia es determinante, porque además de afrontar el problema de proponer un nuevo texto a sus ciudadanos ocupará la presidencia de la UE durante el segundo semestre de 2008. El plan que logre diseñar Alemania, con el consenso de otros países, lo deberá rematar Francia a finales de 2008. El siguiente paso se sitúa en 2009, con las elecciones al Parlamento Europeo, que podría aprovecharse para someter avotación un texto alternativo.

Con el propósito de estimular el debate constitucional, el día 29 se reunirá en Roma un grupo de sabios que presentará un informe a la presidencia alemana en enero de 2007. El equipo está impulsado por el ministro del Interior italiano, Giuliano Amato. En el grupo formado por una docena de políticos y expertos figuran otros tres ex jefes de Gobierno como el belga, Jean-Luc Dehaene; el socialista holandés, Wim Kok, y el socialdemócrata finlandés, Paavo Lipponen; el ministro del Interior alemán, Wolfgang Schauble, y el eurodiputado español por el PP, Íñigo Méndez de Vigo, entre otros. Méndez de Vigo señala que "el objetivo es aportar ideas para impulsar el proyecto constitucional".

El interés por despejar las cuestiones institucionales expresado por muchos políticos contrasta con la estrategia del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, que ha preferido impulsar la llamada Europa de los Proyectos (energía, inmigración, mercado interior). El aparcamiento de la Constitución ha merecido las críticas de Jo Leinen, presidente del Comité de Asuntos Constitucionales del Parlamento Europeo. Leinen subraya los Costes de la No Constitución para los ciudadanos y pone ejemplos concretos como "la incapacidad de reaccionar con rapidez ante algunas crisis como los incendios en España, los problemas de los inmigrantes clandestinos, el terrorismo o la guerra de Líbano".

El presidente de Francia, Jacques Chirac, besa la mano de la canciller alemana, Angela Merkel, el sábado en París.
El presidente de Francia, Jacques Chirac, besa la mano de la canciller alemana, Angela Merkel, el sábado en París.AP

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