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Columna
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Amartya Sen, Auden, Sartori y Txapote

El premio Nobel en Economía Amartya Sen ha publicado un libro llamado Identity and Violence: The Illusion of Destiny (W. W. Norton. Nueva York). Estudia y lamenta lo que cree la peor depravación cultural y mayor amenaza para las libertades individuales y las sociedades abiertas, esa que tantas veces triunfó frente a los totalitarismos, la última vez con la victoria en la Guerra Fría y que, sin embargo, muchos consideran hoy más amenazada que nunca. Es la hegemonía de lo que Amartya Sen llama el proceso de "miniaturización" de los individuos y colectivos que supone su reducción cultural a una única dimensión y su voluntad, acción y vocación a partir de esa identidad unidimensional.

Esta deriva que debiera ser exclusiva de los fanáticos, según Sen, la agravan aquellos que, desde las sociedades occidentales bienaventuradas y bienpensantes, apoyan con su defensa del multiculturalismo y el relativismo total de valores entre sistemas y culturas, una supuesta homogeneidad y capacidad de representación de los individuos por parte de dichas "civilizaciones" o, peor, sus autoproclamados representantes. Está el laureado bengalí de acuerdo con el premio Príncipe de Asturias Giovanni Sartori en que el multiculturalismo es una bomba de relojería para la democracia y los derechos. Pone por ejemplo al Reino Unido donde el "monoculturalismo plural" condena de por vida. Los habrá en todas las urbes del globo, en los que eres musulmán, ñeta, hindú o chino. Todos esos conflictos, de tribu en tribu, de banda en banda y de secta en secta, nos servirán como necesarios cuando no históricos y en todos se buscará un mínimo denominador común que nunca podrá estar a la ya inalcanzable altura de la ley y la justicia sino en las sentinas del acuerdo de conveniencias.

Sen describe ese reduccionismo identitario como el siniestro nicho del alma que lleva a los individuos a odiar, matar y morir. Las causas de esta trágica deriva son muchas. Yo creo intuirlas pero es imposible describirlas con mayor belleza que la desplegada por estas palabras del gran poeta anglo-americano W. H. Auden, un brigadista que por cristiano quizás se menciona poco en los recuerdos de esta Guerra Civil tan de moda. Alguien ha querido compensar los ruidos y los gestos de Txapote -el hombre en tregua- y ha difundido esta joya que yo desconocía de mi poeta inglés muerto en Viena. La encontré en el blog de otro díscolo de las identidades sectarias, Arcadi Espada. Pronostica el poeta:

"La Razón se verá suplantada por la Revelación. El saber degenerará en un caos de visiones subjetivas (...). Se crearán cosmogonías enteras a partir de cualquier olvidado resentimiento personal, se escribirán dramas épicos en lenguajes de ámbito doméstico y los esbozos de los párvulos se impondrán a las grandes obras de arte.

El Idealismo cederá al Materialismo... Alejada de su habitual salida en torno al patriotismo o al orgullo cívico y familiar, la necesidad de masas de un ídolo accesible en el que confiar las llevará a elegir caminos irreconciliables en los que la educación no tendrá nada que hacer. Depresiones superficiales del terreno, animales domésticos, molinos destrozados o tumores malignos serán tratados con rango de divinidades.

La Justicia será reemplazada por la Piedad como virtud humana cardinal, y el miedo al castigo desaparecerá. Cualquier mozalbete se felicitará a sí mismo: "Soy tan pecador, que Dios en persona ha venido a salvarme". Cualquier mangante argumentará: "Me gusta cometer crímenes. A Dios le gusta perdonarlos. Realmente, el mundo está perfectamente organizado. La Nueva Aristocracia se nutrirá exclusivamente de ermitaños, vagabundos e inválidos permanentes. El Diamante en Bruto, la Puta Escrofulosa, el bandido al que su madre adora y la chica epiléptica que se lleva bien con los animales serán los héroes de la Nueva Tragedia, mientras el general, el estadista, y el filósofo se habrán convertido en el objeto de la rechifla de toda farsa y toda sátira". (For the Time Being: A Christmas Oratorio W. H. Auden.)

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