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Italia rechaza la reforma constitucional federalista impulsada por Berlusconi

El resultado del referéndum supone la primera victoria política de Prodi en el Gobierno

Enric González

Italia rechazó ayer de forma tajante la nueva Constitución federalista propuesta por el centro-derecha. Los resultados del referéndum fueron esta vez muy claros: el no venció con el 61,7% de las papeletas, frente al 38,3% de síes. El ex primer ministro Silvio Berlusconi y sus aliados de la Liga Norte sufrieron una derrota sin paliativos. Y la reforma constitucional volvió al punto de partida. El triunfador de la jornada, el jefe del Ejecutivo, Romano Prodi, anunció que tras el verano comenzaría un nuevo debate para reiniciar el proceso, esta vez sobre la base del consenso.

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La reforma constitucional es, desde hace casi tres décadas, la piedra de Sísifo de la política italiana. Sólo funcionan los retoques modestos, como el realizado por el centro-izquierda en 2001. Las modernizaciones ambiciosas, y la intentada por el centro-derecha en la pasada legislatura lo era, acaban fracasando. El gran error de Berlusconi y los suyos consistió en introducir el federalismo y en reforzar los poderes del Gobierno a golpes de mayoría parlamentaria: el proceso suscitó muchos rencores en el centro-izquierda y mucha desconfianza en las regiones del centro y del sur.

La participación durante la primera jornada, la del domingo, fue baja. Tan sólo el 35,6% de los 47 millones de italianos llamados a las urnas acudieron a votar. Sin embargo, si se tienen en cuenta las dos jornadas de votación, la participación total fue relativamente alta, del 53,6%. Las regiones del norte votaron más que las del sur, y en dos de ellas, Lombardía y Véneto, las más ricas de Italia, venció el sí.

Umberto Bossi, que antes del cierre de las urnas había comentado que se exiliaría en Suiza si fracasaba la reforma, se mostró luego casi resignado: "En las zonas más avanzadas del país se ha impuesto el sí", dijo, "mientras ha votado no la parte que sigue creyendo en el asistencialismo. Pero habrá que seguir adelante. También los escoceses, los galeses y los catalanes necesitaron varios intentos. Volveremos a intentarlo, quizá la gente debe madurar".

En el futuro próximo se vislumbraba, en efecto, el enésimo intento de actualizar la Constitución de 1948, envuelta con el aura romántica e idealista del antifascismo pero culpable de la fragilidad crónica de los gobiernos italianos y de un sistema centralista poco eficaz. Bossi insinuó su disponibilidad para sumarse a las negociaciones propuestas por el primer ministro Romano Prodi para otoño próximo, lo cual no sólo parecía garantizar unos cuantos años más de arduas discusiones constitucionales, también acercaba los escaños de la Liga Norte a la mayoría del centro-izquierda y ofrecía a la coalición prodiana un cierto respiro.

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El fracaso del provocó algunas reacciones destempladas entre quienes habían luchado por la reforma. "Los italianos dan asco e Italia da asco, han ganado los que quieren vivir a cuenta de otros", declaró Francesco Speroni, eurodiputado de la Liga Norte. Sandro Bondi, coordinador nacional de Forza Italia, repitió los argumentos de las pasadas elecciones y atribuyó el resultado a supuestos fraudes: "Ya se han detectado las primeras irregularidades gravísimas en las operaciones preliminares al recuento en el colegio de Castelnuovo di Porto, dedicado a los votos de los italianos en el extranjero", aseguró.

El vicecoordinador de Forza Italia, Fabrizio Cicchitto, se declaró alarmado: "De estos resultados emerge una ruptura entre el norte y el centro-sur que plantea problemas muy serios". Las dos regiones cuya población deseaba con más intensidad el federalismo, Lombardía y Véneto, vieron frustradas sus expectativas, pero la victoria del no en otras zonas del norte, como Piamonte, Friuli y Liguria, y la absoluta tranquilidad con que se desarrollaron las dos jornadas de votación no sugerían ni rupturas ni grandes tensiones inmediatas.

Castigo para la oposición

El centro-izquierda insistió una y otra vez en su disponibilidad para negociar. "Nos hemos quitado de encima un texto discutible y peligroso, ahora es el momento de abrir un diálogo serio sobre el futuro del sistema político e institucional del país", comentó Massimo d'Alema, vicepresidente del Gobierno, ministro de Asuntos Exteriores y presidente de los Demócratas de Izquierda. D'Alema ironizó también sobre el fracaso de quienes, como Berlusconi, esperaban que una victoria del dejara al nuevo Gobierno al borde del desplome: "La estrategia del empujón no les ha funcionado", afirmó.

"Se ha llevado un castigo quien ha querido hacer reformas imponiendo su mayoría parlamentaria; de hoy en adelante, las reformas las haremos todos juntos", declaró a su vez el otro vicepresidente del Gobierno, Francesco Rutelli, de la formación centrista La Margarita.

Una mujer muestra en Roma una papeleta con el <i>no</i> marcado.
Una mujer muestra en Roma una papeleta con el no marcado.AP

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