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Unos 10.000 manifestantes se congregan frente al Parlamento húngaro por tercera noche consecutiva

Cientos de manifestantes se enfrentaron ayer a la policía cerca de la sede del Partido Socialista

Unos 10.000 húngaros han vuelto a congregarse esta noche, por tercera jornada consecutiva, frente al Parlamento de Budapest para pedir la dimisión del primer ministro, Ferenc Gyurcsany. Las noches precedentes, las protestas terminaron en violencia. Ayer, unos 300 incontrolados se separaron de la mayoría, lanzaron botellas contra la sede del Partido Socialista, destrozaron escaparates y prendieron fuego a varios automóviles en el centro de la ciudad.

La primera noche se saldó con 150 heridos y con un ataque a la televisión pública, que fue ocupada durante al menos dos horas por un grupo de manifestantes, en lo que ha dado en llamarse "la noche negra".

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Desgaste político

El origen de las protestas está en la filtración a la prensa de una grabación sonora en la que el jefe del Ejecutivo admite haber mentido a los electores sobre la situación económica del país para ganar los comicios legislativas del pasado abril.

Tras conocerse la noticia, varios de los manifestantes llegaron incluso a pedir la restauración de la monarquía en el país. Otros han enfatizado el carácter pacífico de la manifestación y han pedido a los presentes actuar con responsabilidad. "Son los herederos de los comunistas de los años 50", describía con indignación Erzsebet Simon al actual Gobierno socialdemócrata al pedir que abandone el poder. "¡Ayúdanos, Europa!", era uno de los carteles que podían verse desde el puesto donde se asoman a la plaza los periodistas internacionales.

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La presencia de los intelectuales

Al acto de ayer también han acudieron destacados escritores, periodistas e intelectuales de la derecha húngara, que tampoco perdieron ocasión para hablar a los congregados y exigir la dimisión del Gobierno y la convocatoria de elecciones anticipadas. También se dejó sentir el aumento de las medidas de seguridad, con centenares de agentes en los alrededores del Parlamento para disuadir cualquier acción violenta.

Una encuesta publicada ayer sitúa el apoyo a Gyurcsany en el 34%, mientras que un 43% opina que el primer ministro debería renunciar después de haber mentido a la población. La magnitud del desgaste político se podrá ver de forma oficial en las elecciones municipales del próximo 1 de octubre.

Dos hipótesis sobre el origen de la filtración

Todos los analistas políticos coinciden en que la filtración de la conversación privada en la que Gyurcsany reconoce haber mentido para ganar las elecciones procede de las propias filas del MSZP (Partido Socialdemócrata), aunque las dos principales hipótesis divergen sobre si fue realizada por un rival para minar el prestigio del primer ministro o si el propio Gyurcsany, de 45 años, consintió que sus palabras se hicieran públicas.

En el primer caso, un contendiente político del primer ministro, receloso de su éxito personal en las elecciones del pasado abril -donde el MSZP logró el 48% de los escaños del Legislativo- habría pretendido acabar con la credibilidad personal de Gyurcsany para forzar su dimisión. Incluso el propio primer ministro aseguró ayer que "no descarta" que la filtración haya salido del propio partido con el fin de destruir su carrera. Los analistas húngaros cimentan esta idea por el anuncio del primer ministro de que se presentará como candidato a la presidencia del MSZP, con la argumentación de que esa unificación de los poderes facilitaría el trabajo gubernamental.

La segunda hipótesis señala que Gyurcsany, el único primer ministro reelegido en las urnas desde el fin del comunismo, facilitó la filtración para demostrar que está decidido a llevar a cabo las reformas económicas y terminar con las mentiras sobre la situación real de la economía húngara.

La grabación filtrada a la radio muestra que Gyurcsany admite que mintió sobre la situación económica, pero insiste que no quiere seguir engañando a la población y para ello exige imponer unas duras reformas económicas. "Sólo puedo decir que no jugaré ningún tipo de juego: haremos lo que tenemos que hacer. Seguiremos adelante [con las reformas] hasta donde podamos", dice Gyurcsany en la grabación.

"Si soy sincero os diré que estoy lleno de dudas. Sé muy bien que lo que estamos haciendo no será perfecto", afirma el primer ministro sobre las medidas de ahorro presupuestario para sanear las cuentas públicas que han levantado el malestar en la opinión pública. Pero a pesar del desgaste político que supone recortar la asistencia sanitaria e imponer tasa universitarias, entre otras medidas, ha asegurado que el MSZP debe "aprender a no quejarnos en cada instante y seguir adelante".

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