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Royal se impone a sus rivales en el tercer debate de los candidatos socialistas franceses

El Gobierno convoca las elecciones presidenciales para el 22 de abril y el 6 de mayo de 2007

Ségolène Royal eclipsó ayer a Laurent Fabius y Dominique Strauss-Kahn, sus dos rivales por la candidatura socialista a la presidencia francesa, en el tercero de los seis debates -el segundo televisado- previos a la votación de los militantes del próximo 16 de noviembre. Los tres aspirantes del Partido Socialista Francés (PSF) a la presidencia polemizaron con intensidad sobre la representatividad de las instituciones democráticas, los valores republicanos, la educación y la emigración, y Royal, que en estos temas se encuentra muy a gusto, consiguió que el debate se centrara en torno a su persona.

Por la mañana, tras el Consejo de Ministros, el titular de Interior, Nicolas Sarkozy, anunció las fechas de los comicios. La primera vuelta de las elecciones presidenciales será el 22 de abril de 2007 y la segunda el 6 de mayo. Las legislativas se celebrarán el 10 y el 17 de junio.

A diferencia del primer encuentro frente a las cámaras, los tres candidatos rompieron ayer el corsé que ellos mismos se habían impuesto e hicieron un debate vivo, denso y con momentos de sorprendente intensidad, sobre sus proyectos de renovación del modelo político de Francia y sobre los temas que más preocupan a la sociedad: educación, inmigración, seguridad ciudadana, y laicidad.

La confrontación venía servida de antemano en tanto que Royal ya se había encargado de marcar el tono proponiendo, el pasado domingo en la Universidad de La Sorbona, la instauración de 'jurados populares' formados por ciudadanos elegidos por sorteo para supervisar el cumplimiento de los programas de los cargos electos. Esta idea, lanzada por el constitucionalista y profesor del Colegio de Francia, Pierre Rosanvallonen, en su libro La contrademocracia, que la candidata socialista ha hecho suya; ha levantado en armas a la clase política, no sólo de la derecha, sino también de su propio campo.

El 'jurado popular', que como muchos otros temas de los que Royal pone sobre la mesa, rompe los tabúes tradicionales de la izquierda, representa el elemento definitorio de su candidatura, de su pensamiento político: la apuesta por la democracia participativa frente a la tradicional democracia representativa. El tema fue el que abrió el debate y Fabius entró al trapo calificando la propuesta de "populista" y "demagógica". Su respuesta se situó en la ortodoxia. La creación de estos jurados supondría una "falta de confianza en los políticos" que deben dar cuenta de su gestión tras cada mandato. "Cuando se dice que hay que ponerlos bajo vigilancia se establece una desconfianza que no es buena porque derivaría hacia un populismo que encantaría a la extrema derecha".

Royal, cada vez más crecida, exigiendo más tiempo del que le tocaba, insistiendo en una postura pedagógica, llena de ejemplos prácticos, pegada a la realidad, y mostrando también algunos destellos que podían ser vistos como parte de un talante autoritario, explicó su teoría de la democracia basada en tres pilares. La democracia, dijo, se ejerce de varias maneras: "hay la representativa de los cargos electos, los alcaldes, los diputados, para los que propongo la creación de un estatuto del cargo electo que todavía no existe". El segundo pilar sería la democracia social, y a este nivel Royal reclama la creación de "un sindicalismo de masas", también una revolución respecto al actual modelo sindical.

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El tercer pilar, finalmente, el que lleva su marca de fábrica, "es la democracia directa, la democracia participativa, en la que el ciudadano no tiene que esperar a que acaben los mandatos para pronunciarse sobre los asuntos públicos", dijo. Según la candidata socialista, no se trata de una novedad, pues ya existen numerosas colectividades que la practican, como la federación socialista de París que la respalda en su candidatura.

Strauss-Khan, el hombre que intenta ocupar el centro pragmático, el que se muestra como el más preparado, intentó encontrar un hueco pero no pudo con el empuje de Royal.

En cuanto al "jurado popular", reconoció la necesidad de una participación ciudadana en la toma de decisiones, pero insistió, como Fabius, en que la idea es demagógica. "No se puede construir la sociedad sobre la sospecha. Francia se deshará". En su opinión, la palabra jurado "está mal escogida". Royal, no se privó de ironizar, acto seguido, sobre el "miedo al pueblo" que dejaban entrever estas críticas, el terror "a lo que vayan a pensar unos simples ciudadanos escogidos por sorteo".

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