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Reportaje:

Turquía da un paso atrás

El conflicto con Chipre y recortes a la libertad de expresión amenazan el acuerdo con la UE

Juan Carlos Sanz

Protegido por la policía, el patriarca de la Iglesia ortodoxa armenia, Karekin II, tuvo que salir el pasado martes por una puerta trasera del aeropuerto de Estambul para evitar el acoso de decenas de ultranacionalistas turcos que negaban a gritos el genocidio armenio. El presidente de la Unión de Juristas, Kemal Kerinçsiz, le esperó también con sus vociferantes acólitos ante el seminario ortodoxo de Halki, clausurado hace 35 años, para exigir su salida del país. Kerinçsiz, promotor de un sinfín de querellas por "insulto a la identidad nacional turca" contra escritores, periodistas e intelectuales, dirigió también la turbamulta que zarandeó hasta el terror al novelista Orhan Pamuk el pasado diciembre.

El último informe de la UE sobre los progresos de Turquía en sus negociaciones de adhesión es sombrío. La falta de protección de la libertad religiosa de las minorías griega (unas 100.000 personas) y armenia (60.000) y los crecientes recortes de la libertad de expresión son, además de las tensiones con Chipre -único Estado de los 25 de la Unión no reconocido por Ankara-, las principales causas de preocupación de Bruselas.

El comisario europeo para la Ampliación, Olli Rehn, lleva tiempo alertando de que el rechazo de Turquía a aceptar barcos y aviones chipriotas en sus puertos y aeropuertos acabará tarde o temprano en un "choque de trenes". El Gobierno de Nicosia no deja de amenazar con ejercer -a punto ha estado de hacerlo hace dos semanas- su derecho de veto. La Comisión Europea constata que, desde el inicio de las negociaciones con Ankara, el pasado octubre, las reformas legales se han paralizado en Turquía y el número de casos judiciales por "expresión no violenta de opinión" se han disparado, en un claro retroceso de valores básicos en la Unión.

Ahmet Acet, secretario de Estado adjunto para la Unión Europea, forma parte del equipo que dirige las negociaciones con Bruselas. "La posición de Chipre es rígida y obstruccionista y la UE no ha hecho nada a favor de los turcochipriotas. Esto sólo ha servido para generar mucha frustración en Turquía", advierte de entrada. "Los chipriotas han contaminado las negociaciones de Turquía con la UE", argumenta Acet. "Pueden causar problemas y se ven capaces de paralizar todo el proceso. Poco antes de la última cumbre, ya intentaron bloquear la aprobación del primer capítulo de las negociaciones". El mensaje lanzado en la cumbre por líderes como el primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, es muy claro: "Si Turquía no da un paso hacia delante, hay un gran riesgo de que se presenten serios problemas en otoño". La Comisión debe revisar el estado de las negociaciones al cumplirse el año de las conversaciones de adhesión.

Nevin Sungur, periodista de la televisión turca NTV, no vacila en predecir una ruptura de las negociaciones: "El Gobierno turco no va a hacer nada respecto a Chipre o la UE. La agenda política está marcada ahora por cuestiones domésticas: las elecciones presidenciales y legislativas del año que viene".

Encabezados por el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, los islamistas moderados del Partido de la Justicia y el Desarrollo impulsaron una formidable reforma legal en Turquía desde su llegada al poder en 2002, gracias a su control de dos terceras partes de los escaños del Parlamento. El peculiar sistema electoral turco, que impone un listón del 10% de los votos nacionales para acceder a la Cámara, favoreció a los islamistas, que, pese a obtener apenas un tercio de los sufragios, se beneficiaron de la fragmentación de los partidos laicos.

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El próximo mayo, el Parlamento debe elegir por mayoría cualificada un nuevo presidente de Turquía. El partido de Erdogan está en condiciones de imponer a su candidato como sucesor de Ahmet Necdet Sezer, un ex juez laico y kemalista que se ha caracterizado por vetar las reformas legales religiosas propuestas por el Gobierno, en particular el levantamiento de la prohibición del uso del pañuelo o velo islámico para las mujeres que trabajan en la Administración o estudian en la Universidad. Los sectores laicos turcos quieren impedir a toda costa el nombramiento de un jefe de Estado islamista y reclaman un adelanto de las elecciones legislativas (previstas para noviembre de 2007) para evitar que Erdogan acapare un control absoluto sobre el poder civil.

"No me fío. Ya sé que sólo parece una cuestión de formas, de vestimenta, pero muchas vemos en el fin de la prohibición del velo un primer paso para que los integristas impongan el velo por la fuerza, como en Irán", advierte la periodista Sungur mientras saborea una cerveza en una terraza de la cosmopolita parte europea de Estambul.

La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, el pasado mayo en Berlín.
La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, el pasado mayo en Berlín.AFP

Murmullo de sables

A pesar de las radicales reformas legales que ha experimentado Turquía, el preponderante papel del Ejército en la vida política sigue siendo otra de las grandes preocupaciones de la UE ante el retroceso que sufren las negociaciones de adhesión. Tras el asesinato, a manos de un abogado integrista, de un juez del Consejo de Estado conocido por su rechazo a las reformas legales islamistas auspiciadas por Erdogan, el jefe del Estado Mayor el Ejército, el general Hilmi Ozkok, llamó hace dos meses a los ciudadanos a manifestarse en defensa del Estado laico. Desde entonces, Turquía parece haber entrado en un periodo de inestabilidad política y económica. Los inversores extranjeros que habían acudido al reclamo de las conversaciones para la incorporación a la UE han sido los primeros en captar el inquietante murmullo de sables. La retirada masiva de capitales ha provocado el desplome de la lira turca, que se ha depreciado un 20% respecto al dólar y el euro.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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