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Los abogados italianos inician una huelga contra el proyecto de liberalización de tarifas de Prodi

Enric González

Primero fueron los taxistas, que bloquearon las principales ciudades italianas. Ahora son los abogados, en huelga desde el lunes y hasta el día 21. Romano Prodi sigue empujando su programa de liberalizaciones y no está dispuesto a ceder. "Los objetivos de fondo no son negociables", anunció, a través de un comunicado, el presidente del Gobierno italiano.

Los abogados optaron por la huelga y por el enfrentamiento con el Ejecutivo (no respetaron, por ejemplo, los plazos legales de preaviso) para oponerse a unas reformas que, según ellos, tendrían como consecuencia una menor calidad de los servicios al cliente. La huelga obtuvo un gran seguimiento a juzgar por las suspensiones de juicios: casi el 90% de las actuaciones ante los tribunales tuvieron que ser suspendidas el lunes, y en un porcentaje similar ayer, por la incomparecencia de al menos uno de los abogados. Incluso el proceso al gran jefe de la mafia siciliana, Bernardo Provenzano, quedó paralizado por huelga de su defensor.

Romano Prodi y su ministro de Desarrollo Económico, Pierluigi Bersani, quieren acabar con las tarifas mínimas impuestas por los Colegios de Abogados y con la obligatoriedad de pagar al letrado un porcentaje de las indemnizaciones judiciales. También quieren permitir la publicidad en el sector y fomentar la creación de bufetes multidisciplinarios, prácticamente desconocidos en Italia.

La clase media de la abogacía, muy numerosa y habituada a los privilegios, se muestra decidida a hacer cualquier cosa para frenar la reforma. Pero la profesión no está unida. Tanto por arriba, en los bufetes de mayor tamaño y prestigio, como por abajo, entre los recién licenciados y quienes trabajan en solitario, empieza a percibirse una clara incomodidad con la huelga y se oyen valoraciones positivas sobre la liberalización.

Si prosigue hasta el día 21, la huelga coincidirá el día 19 con un cierre de las farmacias. Los farmacéuticos se oponen también a la liberalización, que permitiría a las grandes superficies vender medicamentos exentos de receta como las aspirinas, y prohibiría la "herencia automática" hoy vigente, por la que un farmacéutico puede legar el negocio y la licencia a un hijo, aunque éste carezca de titulación.

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