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La ausencia de reformas y la subida de impuestos hunde la popularidad de Prodi

La confianza de los italianos en su Gobierno ha caído 20 puntos, según las encuestas

Enric González

El Gobierno de Romano Prodi nació hace sólo cuatro meses, pero ya empieza a renquear. El aumento de los impuestos, la falta de reformas visibles y el malestar general del país, heredado de anteriores Gobiernos, han provocado una fuerte caída en la popularidad de Prodi y de la coalición de centro-izquierda en el poder en Italia. Las disensiones internas tampoco ayudan. El centro-derecha de Silvio Berlusconi, envalentonado por los sondeos, que le dan una ligera ventaja, prepara movilizaciones populares y sueña con un próximo retorno a las urnas.

Las dificultades a las que debía enfrentarse Prodi eran evidentes desde el principio. Ganó las elecciones por un suspiro de 24.000 votos, obtuvo una mayoría de tres escaños en el Senado y asumió unas cuentas públicas desastrosas y una economía estancada. Su amplia coalición, por otra parte, solamente se mantenía unida por la voluntad de acabar con Silvio Berlusconi. Il Professore no se hacía ilusiones. Probablemente no esperaba, sin embargo, que las dificultades empezaran tan pronto.

Un sondeo publicado el domingo por La Repubblica, un diario cercano a Prodi, reflejaba un descontento generalizado. La confianza en el Gobierno, que rozaba el 58% en julio, había caído 20 puntos, hasta el 38%. Por primera vez en años (las encuestas tienden a minusvalorar a Berlusconi por el fenómeno del "voto inconfesable"), un sondeo indicaba que el centro-derecha aventajaba al centro-izquierda en intención de voto: 50,3% frente a 49,7%. Y prácticamente todas las decisiones adoptadas hasta ahora por Prodi obtenían el rechazo de la opinión pública, contraria al indulto de presos comunes, a la misión militar en Líbano y, sobre todo, al aumento de los impuestos contenido en la Ley de Presupuestos.

La ley presupuestaria debía ser severa por fuerza. Lo exigían Bruselas y los mercados financieros, preocupados por el aumento de la deuda nacional y el déficit presupuestario. Se contaba en cualquier caso con que, además de un aumento de los impuestos, empezara a acometerse la reforma de la Administración y se recortara el gasto público. Según el proyecto de ley inicial, sin embargo, los ingresos del Estado aumentarán en 33.400 millones de euros, y los gastos, en 13.000 millones, de los que más de 3.000 serán destinados a mejorar los sueldos de los funcionarios y a crear nuevas plazas en la Administración. Sólo los sindicatos apoyan sin fisuras estos presupuestos. The Economist, la revista económica londinense que el centro-izquierda jaleaba cada vez que arremetía contra Berlusconi, acusa ahora a Prodi de haberse entregado a los sindicatos y a la izquierda radical.

Sin proyecto

El gran problema de los presupuestos, más allá del apretón fiscal (sube el impuesto sobre la renta para las rentas familiares superiores a los 70.000 euros brutos, sube el impuesto de circulación, sube el impuesto de sucesión), es la falta de novedades. Los italianos no han percibido aún cuál es el proyecto político del centro-izquierda. Las tímidas liberalizaciones prometidas en los sectores del taxi, las farmacias y la abogacía siguen en el aire, No hay reformas sociales ni objetivos definidos.

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Más de la mitad de los italianos creen que el Gobierno de Prodi no durará toda la legislatura. Esa percepción se agudiza por los enfrentamientos en el interior del centro-izquierda. Los ministros de Justicia, Clemente Mastella, y de Infraestructuras, Antonio di Pietro, se insultaron públicamente la semana pasada y se exigieron mutuamente la dimisión. La ministra de Asuntos Comunitarios, Emma Bonino, acusó a la presidenta de la región napolitana, Sandra Lonardo (esposa del ministro Mastella), de malgastar fondos públicos con viajes a Nueva York, y Lonardo reclamó a su vez la dimisión de Bonino. Se trata de escaramuzas que, por el momento, no amenazan la estabilidad gubernamental (aunque ya se han registrado derrotas importantes en el Senado), pero proyectan una imagen de descontrol en el Ejecutivo.

Silvio Berlusconi, entre tanto, ha decidido pasar a la ofensiva. Asegura que sus sondeos personales, los únicos que predijeron fielmente el práctico empate electoral de mayo, le otorgan ahora una ventaja de seis puntos. Y quiere llevar a la calle el descontento de las clases medias con manifestaciones contra las subidas de impuestos. "Organizaremos una gran marcha en el momento en que haga más daño al Gobierno, Italia debe rebelarse", afirma Il Cavaliere.

Romano Prodi, durante el debate parlamentario de los presupuestos de 2007 el pasado día 3.
Romano Prodi, durante el debate parlamentario de los presupuestos de 2007 el pasado día 3.ASSOCIATED PRESS

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