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Cumbre de dos superpotencias

El gigante asiático sustituye a México como segundo socio comercial de EE UU

Washington y Pekín mantienen una intensa relación económica marcada por la suspicacia

Un socio, un competidor; una oportunidad, una amenaza. Son palabras que están tanto en el ánimo de los políticos chinos como de los estadounidenses cuando se trata de definir sus relaciones bilaterales. Son palabras aplicables en el campo de la política internacional, donde comparten visión en asuntos como la lucha contra la proliferación nuclear, pero sobre todo en el comercial. Washington ve al Imperio del Centro como la superpotencia emergente en las próximas décadas. De hecho, China superará este año a México como segundo socio comercial de EE UU, sólo por detrás de Canadá.

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China y EE UU comparten enormes intereses económicos, hasta el punto que se prevé que el país asiático supere este año a México como segundo socio comercial estadounidense. Sus relaciones (que ascienden a 285.000 millones de dólares anuales) están marcadas por la tensión debido a la política monetaria china, a la competición por las fuentes de energía y a las acusaciones de infracción de los derechos de propiedad intelectual.

El déficit comercial de Estados Unidos con China alcanzó el año pasado 202.000 millones de dólares, lo que, según Washington, se debe en buena parte a lo que considera la manipulación china de su moneda. Aunque Pekín revaluó un 2,1% en julio el yuan (o renminbi) y puso fin a su dependencia única del dólar al ligarlo a una cesta de divisas, Washington afirma que el país asiático continúa controlando sus movimientos. Algunas estimaciones señalan que el renminbi está infravalorado hasta un 40%, lo que proporciona una ventaja competitiva a los fabricantes chinos. Algunos senadores han amenazado con imponer aranceles a las exportaciones chinas.

Pekín ha dicho que es "poco científico e injusto" ser culpado de todos los males comerciales estadounidenses; una visión que comparten muchos economistas, que aseguran que la voracidad de los consumidores norteamericanos por los artículos baratos chinos y la baja tasa de ahorro del país han contribuido al déficit.

La emergencia económica del Imperio del Centro también preocupa por las consecuencias que tiene sobre la búsqueda de energía y materias primas. En los últimos años, Pekín ha multiplicado la diplomacia del petróleo, tejiendo alianzas energéticas desde Asia central a Oriente Próximo, desde África a Latinoamérica, en busca de los recursos de los que carece. Además, la Administración Bush desaprueba que el equipo de Hu Jintao no tenga inconveniente alguno en firmar contratos en países vetados por EE UU como Sudán o Irán. China superó en 2003 a Japón como segundo consumidor mundial de petróleo, e importa el 40% del crudo que consume; en 2020 se prevé que alcance el 70%.

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Otro motivo de enfrentamiento es la piratería intelectual, desde películas a ropa, perfumes o programas informáticos, que está extendida por toda China; un problema contra el que Pekín se ha comprometido a incrementar la lucha.

El Gobierno ha dictado recientemente la obligatoriedad de instalar sistemas operativos originales en todos los ordenadores fabricados e importados en el país, para deleite de firmas como Microsoft. Por su parte, China ha pedido a Washington que levante las restricciones de seguridad a la exportación de determinados productos de alta tecnología.

Detención de una manifestante por gritar durante la ceremonia de bienvenida a Hu Jintao en la Casa Blanca.
Detención de una manifestante por gritar durante la ceremonia de bienvenida a Hu Jintao en la Casa Blanca.REUTERS

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