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La inmigración en EE UU

Los hispanos de EE UU toman la calle para exigir respeto a los inmigrantes

McDonald's decreta servicios mínimos y los casinos de Las Vegas se quedan sin crupieres

Yolanda Monge

La comunidad hispana de EE UU lanzó ayer un desafío: existe y quiere derechos. En un país sin tradición de huelgas, a pesar de que el Primero de Mayo tenga sus orígenes en una matanza de obreros en Chicago en 1886, miles de personas aceptaron ayer el reto de parar la nación. De costa a costa, miles fueron los que no acudieron a sus puestos de trabajo o a las aulas, para reclamar derechos para los millones de inmigrantes indocumentados -entre 11 y 12- que viven y trabajan en EE UU. No fueron a trabajar y los hispanos tomaron las calles de las grandes ciudades en manifestaciones.

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Pero más allá de las cifras, la jornada de un día sin inmigrantes estuvo cargada de un gran simbolismo. Barrios fantasma con las tiendas de comestibles cerradas. Ningún camarero hispano para servir las mesas. Servicios de limpieza paralizados. Jardines sin jardineros... En todo el país, fueron varias las plantas envasadoras de carne que echaron el cerrojo. Desde McDonald's se informaba de que sus restaurantes operarían con el personal mínimo. Las Vegas afrontaba un día sin . Era la foto del día en que los indocumentados llegados desde más allá de la frontera sur de EE UU dijeron: existimos y aquí estamos.

"Hoy no tengo miedo a la policía", confiesa Mónica Salas. Limpiadora salvadoreña de 33 años, Salas defiende que no hay humanos "ilegales". "Somos personas que salieron de su país por necesidad", dice. "Somos necesarios para este país y hoy lo vamos a probar". Salas ya no lleva la bandera de El Salvador como en otras convocatorias. Ondea al aire la de las barras y estrellas. No quiere herir sensibilidades. Cuando en las primeras manifestaciones de marzo se llenaron las calles de enseñas mexicanas, algunos medios de comunicación ultraconservadores dieron el grito de alarma ante una posible reconquista de algunos Estados del suroeste.

Ninguna duda sobre el despertar y creciente poder político y económico de los más de 41 millones de hispanos en EE UU (sobre una población de más de 290), que conforman la minoría más grande del país. Se calcula que unos 12 millones están indocumentados, según el Pew Hispanic Center, y de ellos, alrededor de siete millones son trabajadores. La lucha sobre cómo resolver su situación irregular se ha agravado desde 2004, cuando el presidente, George W. Bush, propuso un programa de permisos temporales. Actualmente, es el Senado el que ha de pronunciarse esta semana sobre la cuestión.

País de inmigrantes

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"Este país está hecho por inmigrantes. Los únicos americanos de verdad son los indios", asegura Ramón Cifuentes, mexicano, que ayer no acudió a la obra. Sentado a la puerta de su casa en la calle 16 de Washington, Cifuentes declaraba llevar ya más de seis años sin papeles dentro del país. "No soy un criminal, hago el trabajo que los gringos no quieren y me quieren botar". Pedía una explicación. Laydis Garrido se la daba: "Salimos más baratos, trabajamos más y no tenemos derechos". En opinión de Garrido, ellos son "los nuevos esclavos de América".

A media tarde, la cadena de televisión CNN abrió un turno de llamadas para los televidentes. Muchos estaban a favor de que se les conceda la ciudadanía a los indocumentados. Otros muchos consideraban que había que ponerlos de vuelta en la frontera. Con el gran paro americano, los dirigentes hispanos han querido refutar los argumentos de los conservadores de que los inmigrantes son una carga y quitan empleos a los estadounidenses.

Un país dividido en la opinión pública. Aunque cuando se consultan las estadísticas la historia es otra: según datos de la semana pasada de NBC / The Wall Street Journal, el 68% de la población aprobaría un programa de trabajo que permitiera con posterioridad a los indocumentados obtener la ciudadanía, frente al 28% que se oponía. En cuanto al boicoteo, las cifras son mucho más desalentadoras: sólo un 17% consideraba que favorecería a los inmigrantes. Un amplio 57% opinó que les haría más mal que bien.

Las cifras las conocen las organizaciones latinas. Por eso hay grupos que se opusieron a la jornada de protestas por considerarlas contraproducentes. Y grupos que apoyaron el día de huelga porque consideran que la historia de EE UU rebosa de ejemplos de cómo la perseverancia es clave en la lucha social.

Las grandes manifestaciones hispanas han sorprendido por la movilización y la sensibilidad política que han demostrado tener los latinos. Más de 40 años después de que se dieran en las calles las batallas de los derechos civiles de los negros, las marchas de los meses pasados y el paro de ayer, representan la fuerza que hasta ahora los hispanos, a pesar de ser la minoría que más crece, no habían sabido organizar.

Esa fuerza no será monolítica, como la de los afroamericanos, porque los latinos tienen mayor diversidad y más contradicciones, pero la marea a favor de una ley que abra la vía a la solución para los cerca de 12 millones de indocumentados y regule la inmigración es ya historia. Y está en la calle. Hay que ver si llega a oídos del Capitolio.

Miles de manifestantes recorren con banderas de EE UU y de México el centro de Los Ángeles.
Miles de manifestantes recorren con banderas de EE UU y de México el centro de Los Ángeles.REUTERS
Miles de manifestantes desfilan con banderas de EE UU y de México por el centro de Los Ángeles (California) para exigir respeto a los inmigrantes.
Miles de manifestantes desfilan con banderas de EE UU y de México por el centro de Los Ángeles (California) para exigir respeto a los inmigrantes.REUTERS

MOVILIZACIÓN HISPANA EN ESTADOS UNIDOS

- Miles de hispanos formaron una cadena humana en Nueva York. Harlem y el Bronx estaban vacíos

- El puerto de Los Ángeles quedó casi paralizado, los camiones de transporte no funcionaron y los mercados de frutas, verduras y flores estaban sin actividad

- Más de 600.000 personas se dieron cita en Chicago bajo el lema 'Hoy marchamos, mañana votamos'

- "Hoy no tengo miedo a la policía", confesaba Mónica Salas, una limpiadora salvadoreña de 33 años

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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